Ortega Cano

Escrito por Daniel Prieto el .

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ortega3Una mezcla de asco y fascinación nos embarga cuando Ortega Cano salta a la palestra. Ya sea hablando de su semen de fuerza, en alguna imagen de archivo, aireando su vida privada u opinando a la ligera de cualquier puto tema por el que le pregunten... el torero de España siempre provoca que te quedes ahí mirándolo hipnóticamente. Estamos tan a gustito viéndote, Ortega Cano, que es que no se puede tener más arte que tú, mi arma. Perteneces a un mundo, por suerte o por desgracia, en vías de extinción. Olé y olé. ¡Qué tronío y qué faena, maestro! Va por usted, Ortega Cano. Espero que siga fiel a sí mismo y se muera -un día aciago, lo más tarde posible- sin probar el agua. Vamos a por la niña, claro que sí. Vamos a coger al toro por los cuernos mientras nos agarramos la entrepierna desafiantes y nos rompemos en el pecho una copa de Soberano, dándole vueltas a un palillo en la boca.

Ortega Cano ha superado con su duende y su filosofía el fulgor de su eterna amada, la más grande, la innombrable. El diestro hispano por antonomasia, el matador por la Gracia de Dios, ha rebasado con creces el brillo de ella. Porque Ortega Cano es Ortega Cano más allá de la reina de la copla. Mucho más allá. Su espada y su falo son el puente entre aquella España de las dos Españas y esta de las mil caras para no herir sus más de mil sensibilidades. Ortega Cano es ya, por méritos propios, un astro en las suertes mucho más grande que Rocío Jurado. Por eso tantas niñas están enamoradas de él.

ortega2Ortega Cano podría haber sido lo que quisiera pero eligió ser Ortega Cano. A la verónica y en la brega, Ortega Cano solo puede ser Ortega Cano. La realidad es una faena metafísica gracias a él, todo se resume en los cojones a la hora de cortarle una oreja a la vida. Pasó por la cárcel tras un atropello mortal y ahora se acaba de divorciar pero con pelotas, capote y muleta, sin mariconadas. Nos lo imaginamos de noche en calzoncillos, copa en mano, viendo vídeos de Rocío Jurado comentándole las mejores jugadas a su ya exmujer Ana María Aldón. Bravo por él. Es quizás Ortega Cano el último exponente de lo que antaño denominábamos macho ibérico. La fuerza iracunda de la testosterona española llevada a su máximo exponente.

Podríamos echarle en cara muchas cosas a Ortega Cano pero no seré yo quien lo haga. Porque me cae bien. Porque lo que no se le puede negar es que él no va de farol. Es así, aunque nos cueste creerlo. Lo que ves es lo que hay, chaval. ¡Santiago y cierra, España! Que no quede abierta. Que hay mucho novillero piojoso que podría entrar. Ortega Cano y el servicio social que presta a la nación debiera ser motivo de enconadas tesis doctorales que abordasen la relación entre su figura y el nacionalismo patrio. Porque Ortega Cano es España y porque España no sería la misma sin su existencia. Me atrevo a decir, incluso, que España no podría ser ni siquiera España sin semejante semental. Que la Virgen te guarde en su seno, compañero.


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