Píldoras de cine (X): los putos Oscars

Escrito por Bonifacio Singh el .

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Los premios Oscar son una tomadura de pelo. Defecan sistemáticamente sobre la cabeza de los premiados y de los nominados, que acuden como corderitos al coñazo de acto de entrega luciendo estúpidas galas sobre una alfombra roja de pastel falso. Supuestos artistas yendo a autocontemplarse los ombligos y a decir lo buenos que son todos, lo solidarios y lo enfadados que están con el sistema político. En fin, con su pan se lo coman. Pero lo de éste año... ya ha pasado los límites incluso del ridículo y la desvergüenza.

pildoras102El caso de la mejor película de este año, “Green book”, del ínclito Peter Farrelly, pasará a los anales de la gilipollez. Nunca me ha gustado este señor director, por calificarlo de algún modo. Ha perpetrado una ristra de mierdas de campeonato mundial durante su carrera, a cual más majadera, a cual más insoportable y sin gracia, aplaudidas, eso sí, por unos cuantos gilipollas que sospecho que no han pisado un puto cine en su vida. Sin embargo, a ésta su última obra no se le puede negar que es graciosa. Para ello ha contado con un más que inspirado Viggo Mortensen, que lo borda en su papel, y con ese monstruo de la naturaleza actoril que es Mahershala Alí, que puede transformarse como camaleón en cualquier persona sólo transformando su gesto. Mortensen y Alí hacen dúo cómico bien empastado, porque ambos son grandes en sí mismos. Viggo nos cae muy bien desde que leímos en un libro de Javier Cercas que gracias a él el petimetre de David Rodríguez (Trueba) es un “cornutto contento” por obra y gracia del chocho de Ariadna Gil y de este señor con acento argentino. Es una larga historia de décadas pensando que éste enchufado director es un cretino integral como para no regocijarse ante el acto carnal de Mortensen. Y Mahershala destila una personalidad enorme en papeles como el de “Moonlight”, en la serie “Treme” o en la nueva temporada de “True detective”.

Pero la película en si es una puta mierda. Un producto teledirigido por tópicos desgastados y más vistos que el TBO. Da igual que pongas al pedazo de cañón de Linda Cardellini a hacer un papelito y lucir palmito para alegrarnos la vista con su sonrisa. Resulta imposible ocultar bajo cualquier capa de maquillaje que esta película nunca podría ser la mejor en ninguna clasificación porque es groseramente previsible, plagiadora de otras mil y que abusa del consabido final feliz sonrrojantemente idiota. Me río de verdad con alguna que otra escena en la que sé qué va a pasar, pero gracias al genio de Viggo Mortensen interpretando al gordo cínico de Franky Lip.

Vergonzoso Oscar a la mejor película. Mortensen no recibe un posible premio al mejor actor pero el señor comemierda Farrelly sí que es coronado con uno que no merece. Cualquiera de las otras películas nominadas eran a todas luces obras muy superiores.

Un misterio: ¿Cómo Olivia Colman puede estar nominada a mejor actriz y sus dos compañeras, Rachel Weisz y Emma Stone, a actriz secundaria? Resulta absurdo, insultante e inexplicable. Ambas realizan papeles más importantes en la película que la agraciada con la estatuílla. Otro misterio: ¿Cómo puede alguien catalogar como superior a “Green book” que a “Roma” de Cuarón, a “La favorita” de Lanthimos o a “Cafarnaúm” de Nadine Labaki. Que venga Dios y lo vea. La dignidad y la credibilidad de unos premios se demuestran por la valentía a la hora de esquivar modas y políticas, por mucha férrea corrección con la que la sociedad las marque.

pildoras103Hablando de una película realmente grande deberíamos hablar de “Cafarnaúm”, de Nadine Labaki. Ella ya me había gustado mucho en “Caramel”. Pero en esta película de enorme dificultad, cruda y sincera, riza el rizo. El niño Zain Al Rafeea interpreta el papel más impresionante del año. Su mirada, su gesto, valen todos los premios posibles. Su caminar solitario por esas calles que son metáfora de lo que es el mundo y el género humano. Las calles de Beirut son un escenario donde el perro humano come perro, donde siempre hay un pobre más pobre que otro que por su supervivencia te puede robar la cartera o la vida. Donde sólo puedes confiar en los que no tienen absolutamente nada que perder. Me cuentan que esta ciudad, amalgama de pueblos y culturas venidos a menos, es un mundo aparte de contrastes ya no sólo económicos, sino raciales. La metáfora vital de la película se fusiona con unas imágenes enormemente poderosas que son cine puro. Labaki es sincera hasta la blasfemia, se siente su ternura hacia las personas que habitan su tierra ancestral, hacia esa torre de babel habitada por pobres y apátridas camino de ninguna parte. Esta película sí que merece premios y halagos.



Si uno quiere fiarse, recibir referencias creíbles sobre películas, no puede fijarse en los premios Oscar, que se han abandonado a la mierda y a la autocomplacencia, puede que para nunca volver. Siempre miraría los palmarés de Cannes, de Venecia o de Sundance para aconsejarme ir a ver películas determinadas al cine sin que me engañen o me digan lo que debo pensar u opinar. En el caso de Sundance destacó otra película, en este caso un documental: “Tres idénticos desconocidos”.

pildoras104Esta cinta de Tim Wardel analiza el caso de tres gemelos idénticos separados al nacer en virtud a un experimento genético maquiavélico. La historia es para mear y no echar gota, sobretodo pensando que la trama experimental fue urdida por unos supuestos científicos judíos muy pocos años después de sufrir los mismos males por parte de los nazis durante la segunda guerra mundial. Cuando menos resulta curioso que los que fueron conejillos de indias de tipos siniestros como Josef Mengele se dedicaran a planear tres cuartas de lo mismo. Además, hay que destacar que la película juega a ser testigo de una época, los años 80, que documenta con gran brío mediante la ilustración de la vida de los trillizos tras reencontrarse. La película consigue hábilmente dejarnos intrigados al final, con un desenlace sin respuestas y dejando ver la patita de la ruindad humana mientras destapa esa parte de la ciencia que nos deja ver que lo humano tiñe de mugre incluso algo tan supuestamente categórico y limpio como ésta.

Las personas salen de la sala de ver “Green book” con cara de gilipollesca felicidad, sintiéndose mejores, cómplices de un supuesto buen rollo que trata de que nos creamos que el mundo funciona, que todos llevamos un buen animal dentro y que todo es chachi piruli. Al final el buen blanco invita a cenar al pobre negro solitario y cantan todos juntos himnos navideños a la paz y al amor. Que os den por el culo, Oscars.


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