Bring back our rights

Escrito por Benny del Paso el .

Rustenburg1

235, el número premiado de la lotto. No viaja solo. 235 familias de emigrantes, de mujeres y hombres que se mueven, que cargan al lomo sus recuerdos, sus enseres, sus desgracias, y caminan. La llegada es el partir. 235 mineros serán despedidos por mantenerse en pie durante 120 días, por reivindicar lo que les pertenece, ni un solo penique de más.

La huelga más larga de la historia de Sudáfrica está ausente de las retinas de hombres y mujeres. No los ven y no existen. Pero los 80.000 mineros, trabajadores del sector de las minas de platino, en huelga no decaen en su lucha, con el único arma democrático que se les ha dado para exigir un trabajo asalariado digno, el derecho de huelga. Es justo y no piensan desistir.

El último ataque de la corporación de jefes ha sido un fuerte puñetazo. “Despido de 235 mineros por estar ausentes de su puesto de trabajo desde el 23 de enero”. Ellos y ellas no podrán seguir en la huelga, dejarán de ser trabajadores de las minas de platino, recogerán los enseres y emprenderán el camino, dejando atrás la senda que nunca se ha de volver a pisar.

Rustenburg2Los sindicatos respiran fuerte en estas tierras de minas de oro, platino y diamantes. Lonmin, Anglo American Platinum y Impala Platinum son las tres joyas de la corona. El 80% del suministro de platino en el mundo procede de estas empresas, y 190.000 personas trabajan en sus filas. Eso les convierte en los reyes de Sudáfrica. El sector que más empleo genera y más exporta en el sur de África. Imponen el infierno a sus obreros, y piensan que sobrevivirán porque secuestraron a las cúpulas sindicales dándoles acciones y sentándoles en la junta de accionistas. Pero los obreros traicionados encontraron a nuevos líderes que guían su camino en la lucha de clases. Y ya son cuatro meses resistiendo.

Cuatro meses atormentando las tardes familiares. En las comunidades mineras de Rustenburg, al norte de Johannesburgo, no hay nada qué poner en la mesa, ni luz y agua que poder pagar. Estamos en invierno y el frío de las paredes de hojalata desvela las noches de descanso. A pesar de oír los reproches de sus familiares no decae su fuerza. Ellos y ellas tienen la razón de su parte, y es suficiente para resistir.

Hombres y mujeres que dicen basta ya a la explotación. No llegan a final de mes con los 400 euros que les pagan en las minas, ni aún viviendo en las chabolas levantadas por otros hombres y mujeres de la empresa que sí llegan a final de mes y viven en graciosas casas ajardinadas. Piden doblar el sueldo a 800 euros. Los que mandan dicen que no, que doblar el salario a 800 euros es exagerado e imposible de pagar. Pero les prometen esa paga en el 2017. El que manda se inquieta, su salario de 4 000 euros mensuales está en juego si no pone a cavar pronto a sus mineros de 400 euros. En el 2017 él ya no estará pero los 235 emigrantes seguirán haciendo camino al andar.


Imprimir