Jalogüin

Escrito por Bonifacio Singh el .

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Convocar una fiesta de Jalogüin para mayores de 35. Si te disfrazas y eres relativamente joven, o un niño, la cosa puede que tenga un pase, al fin y al cabo, puede que haya que dejarlos vivir un poco. Un local grande, que quepa mucha gente. Exigir que vayan disfrazados. Se disfrazarán sin que se lo pidas, pero por si acaso solicítalo, para separar el grano de la paja. Los atuendos serán sumamente ridículos, y todos tratarán de sonreír lo más posible, aunque por dentro no tengan ni puta gana de hacerlo, pero en jalogüin hay que reír por decreto, es muy divertido disfrazarse de gilipollas y hacer como que bailas, es como carnaval pero peor. Cuando todos estén dentro, cerrar bien las puertas, a ser posible soldarlas, sellarlas. Comprar un lanzallamas potente de la segunda guerra mundial en una feria de armas antiguas, siempre habrá algún enterao que te lo haga funcionar aunque esté aparentemente inutilizado. Abrir una ventana y apretar el gatillo haciendo que la llama salga como champú anticaspa, a chorro duro, como en la mierda de película del soldado Rallan en los búnkeres nazis de la playa de Omaha. Disfrutar del sonido que sale de dentro del local. Sentir el olor a beicon, aspirarlo a pulmón. Al día siguiente, disfrutar recibiendo las medallas otorgadas por hacer bien a la humanidad. Plantar un árbol, escribir un libro, tener un hijo, aunque sea un hijo de puta, y festejar jalogüin con un lanzallamas, todo el mundo debería hacerlo al menos una vez en la vida.

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Stalinistas vendiendo enciclopedias.
Nacional socialistas vaciando ceniceros.
Ateos explicando la biblia en verso.
Y muchos, muchos gueis.
Me pone Anna Gabriel.
Misiles coreanos vigilando la paz en el mundo
Galicia como siempre ardiendo de deseo
tu madre ejerciendo su oficio en La Junquera
el panadero amasando buñuelos
tras hacerse una paja
tu padre insinuando que tienes siete padres,
y muchísimos gueis
luchando por ser heteros.
Me pone Anna Gabriel.
Manifestaciones de izquierdas, de derechas y de centro,
pandas de hijos de puta,
dominicanos atracando bazares chinos,
búlgaros levantándole el BMW a tu yerno
tu abuela no se ha muerto pero tú no tienes abuela
hijo de perra
puta el Barsa y puta Cataluña,
y casi todos heterogueis.
Me pone Anna Gabriel.
Sábados asaltando naves en llamas
más allá de Ikea,
domingos viendo brillar
rayos C en el Carrefour
entre semana en Mercadona charlando con las viejas
los lunes diarrea
y todos, todos, un poco gueis.
Me pone Ana Gabriel.
Brunch en Starbucks con Evacuol caramelizado
comida con (el hijo puta de) tu cuñado
cena con la zorra de tu madre
y absoluta, absolutamente todos gueis.
Me pone Anna Gabriel.
Jalogüin con mochilas bomba
navidades con tu familia política
suicidio fallido con paracetamol
poner estricnina en los espaguettis
de tu cuñado y sobrinos
piras funerarias con niños "truco o trato",
muchos gueis disfrazados de hetero.
Día de todos los putos santos.
Me pone Anna Gabriel.


jaloguin3Regreso al futuro, por Ágata Bové.

Ahora todo ha vuelto a romperse. Me siento atrapado por el pasado mientras regreso al futuro como en un eterno día de la marmota. Salgo de casa dando un portazo con esta pesada maleta como única compañía. He tropezado en la misma piedra contigo, igual que me sucedió con Conchi. Recuerdos, nostalgia... Me la presentaron en aquella fiesta, pero ella ni reparó en mí. Me tomé varias copas y bailé como un loco, incluso break dance, pero nada. Yo me quedé prendado de sus bellos ojos verdes. Me comentaron cómo se llamaba. Tenía que acercarme a ella, me puse manos a la obra, uno no puede dejar pasar al amor de su vida. La localicé en Facebook, en Twitter y en Instagram. Era perfecta. Tan culta, tan lista, tan altruista. Era social manaller. Le gustaba cocinar, viajar, tocar la guitarra, el sushi, sabía inglés, francés, alemán y valenciano, era feliz. Le puse algunos “me gusta” en sus ingeniosas publicaciones, en las que solía hablar de dietética, de política y de filosofía. Poco a poco, conseguí hablar con ella, intercambiar algunas frases. Fuimos tomando confianza, me la gané muy muy muy poco a poco. Era maravillosa. Conseguí que me respondiera en el chat de Facebook, de persona a persona, de corazón a corazon, charlamos un rato de lo mal que estaba el mundo, del machismo, del bullying, del maltrato animal, de toda esta mierda reinante que nos esclaviza, de la vileza de la sociedad. Estábamos de acuerdo en todo, de que nuestro planeta estaba al borde del abismo por las malas obras de los hombres. Seguimos hablando varias veces en los siguientes días. Ella puso un “me gusta” en una foto mía. Me lancé a invitarla a cenar. Se negó varias veces pero a la quinta o la sexta accedió. Llegó el día, el momento de la verdad. Estaba muy nervioso. Apareció por la puerta y al verme le sorprendí creo que gratamente, quedó claramente prendada. Le conté mi vida y milagros, porque ella estaba, a causa de los nervios, muy callada. El tiempo pasó rápidamente, volando. Durante los postres le propuse ir a mi casa, pero no accedió, me dijo que tenía prisa. Pero cuando volvió del baño la invité a  un brindis con Möet y tras bebernos las copas volví a preguntarle y entonces asintió afirmativamente. Estaba loco de alegría. Caminamos hasta mi piso como flotando en un sueño y nada más entrar la desnudé e hicimos el amor con gran pasión. Fue una experiencia maravillosa. Ella gritaba tan, tan fuerte. Le dije que la amaba y que quería casarme y tener hijos con ella. Conseguí enamoraros a las dos de la misma manera. Pero lo que es perfecto nunca puede durar mucho. Y aquella fría tarde de noviembre también me marché de casa apenado arrastrando la maleta bajo la lluvia. Llegué al pantano y la lancé con rabia desde lo alto de la presa. Luego volví a casa llorando. Pero pasó el tiempo y te conocí a ti, y me curaste la soledad y el miedo, volví a ser yo por un tiempo. También ha durado muy poco, pero ha sido un sentimiento mágico, pleno, amor puro. Ahora no llegaré tan lejos, no tengo fuerzas, tiraré la maleta a un contendedor y volveré a casa triste y lleno de frustración vital por lo que pudo ser y no fue. Pero mañana será otro día y, como dice mi cuñado, hay más peces en el río y más días que longanizas.


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