Esclavos

Escrito por Daniel Prieto el .

Era uno de esos domingos soleados que nunca podíamos disfrutar. Caminábamos en el mismo sentido hacia nuestros trabajos. Separados. La carretera se interponía. Los coches pasaban a toda velocidad. Tu pelo negro resplandecía, se movía al ritmo de tu paso sereno. Te miré. Me devolviste la mirada y me sonreíste.

Me sentí traspasado una vez más por tu belleza. Me dieron ganas de cruzar la carretera, de cogerte de la mano, de olerte, de besarte, de abrazarte contra mi pecho. Percibí la fuerza del Amazonas y la profundidad de sus selvas, la pureza del guaraní, la lengua de los dioses. Tu calor, tus labios, tu piel y tu seno son todo a lo que aspiro.

Pensé en cruzar para besarte. Pensé en fugarnos muy lejos y en dejar nuestros trabajos como esclavos. Pensé en que todo es una puta mierda sin ti. Pensé en tirar de tu cadera hacia mí. Pero no lo hice.

Entonces seguimos caminando. Tú volviste a mirar al frente y aceleraste el paso.Yo te seguí contemplando hasta que te perdí de vista y me quedé allí de pie como un imbécil aquel domingo pensando en que al menos iba a esribir esto.

Imprimir