Cuando tienes herpes genital

Escrito por Daniel Prieto el .

herpes1

"Papá, tú me dejas solo", me dice mi hijo antes de que me vaya a trabajar con el corazón roto. Licenciado en historia con un máster en edición periodística que pone cafés. Podría ser peor si tuviera que ser coach para poder comer. Y lo más jodido, tener que escuchar todas esas interesantísimas reflexiones que me hacen ver, con total claridad, que es preciso el sufragio censitario… o el apocalipsis.

Escucho a JD McPherson y pienso, joder, esto es Little Richard, esto es cojonudo. Y es de AHORA. Entonces queda esperanza, tío. Déjame en paz, solo quiero rock and roll y correrme una juerga. Así que voy a servirme otro vodka Eristoff con naranja mientras pienso en los antencedetes por alcoholismo en mi familia. Pero esta noche solo importan la guitarra, el bajo
y
la
guitarra.


Y esa voz divina del bueno de JD. Y entonces de repente paso a ese vídeo de Lenny Kravitz de Let Love Rule cuando molaba y herpes2no era un moñas y me alegro de estar vivo. ¿Hay algo mejor que esta mierda, nena? Deja que el amor fluya, coño.

Tengo un éxito mundial. Sé que lo tengo. Esta vez sí. Es una película. Bueno, una peli basada en mi primera novela: Verónica y medio. La tengo medio escrita. Una mujer tiene adosado en el hombro un hermano gemelo que se apodera de ella. No se lo pueden extirpar porque la matarían. Es una peli de terror psicológico. Y de amor. Jugando con esa única idea lo tenemos todo: la mujer frágil y hermosa de la que su horrendo parásito se apodera en ocasiones. La voz le cambia, la mirada le cambia, todo en ella cambia cuando su aborrecible ente adosado se persona. Es un bultito asqueroso que babea y pone los ojos en negro cuando habla a través de ella. Las manos atrofiadas del engendro son dos bultos quitinosos purulentos. Ella hace estremecer al más valiente cuando es él. Él es malvado y ella es tan pura… ¡Joder, si hasta puedo ver el tráiler! Casi no hace falta que termine la novela. Verónica, a veces por desgracia todos somos tú, todos somos lo peor y no actuamos como deberíamos.

Antes de ir a trabajar, cuando estoy solo en casa, veo Apocalipse Now y cosas por el estilo. Procuro descender un poco cada día al negror del ser humano, a todo ese egoísmo, toda esa desesperación… para que no me pille desprevenido. La maldad está ahí fuera, a la vuelta de la esquina, todos esos mezquinos acechándonos con sus miserias y su mierda.

herpes4El momento culmen de Verónica y medio es cuando, casi al final, el chico que se enamora de ella le hace el amor sabiendo que ha sido poseída por su execrable gemelo. Los ojos de ella son los de ese repugnante ser que, sin embargo, resulta crucial para darle sentido a la historia. El amante de Verónica está dispuesto a todo para tenerla, y la posee sabiendo que en realidad se está follando a su horrible huésped. Una gran prueba de su amor. Porque él le habla a través de ella mientras la penetra. Porque el enamorado acabará amando a los dos a la vez si es preciso.

Cuando tienes herpes genital cosas como el referéndum de Cataluña, cómo quedó el Dépor o la economía mundial te importan bastante poco. Imagino que a los enfermos de cáncer debe de ocurrirles algo parecido pero a lo bestia. A mi suegro, que se está muriendo en un hospital de Buenos Aires, debe de importarle una puta mierda si el referéndum es legal o no o el peinado de Puigdemont. Aunque lo mejor de este asunto de Cataluña son todos esos nostálgicos deseosos de que estalle otra hermosa guerra civil.

Llegué tarde a Nirvana, como llego a casi todo. Pero recuerdo perfectamente aquel día cuando mi hermano entró en casa diciendo que Kurt Cobain se había suicidado. Mi hermano siempre va por delante en todo. A partir de ahí comencé a prestar mucha más atención a esta banda, un huracán de lirismo todavía no superado por nadie. Tras los discos pasé a los libros y me maravillé con el carácter inconformista de Cobain, a la búsqueda, por lo menos, de alguna pequeña respuesta, buscando algo de sentido en esta locura. Hoy es triste ver a exfans de Nirvana yendo a conciertos de Sidonie. Resulta patético ver a Dave Grohl haciendo el payaso en el escenario y a todas esas quinceañeras hijas de reputados abogados con camisetas de Nirvana.


Odio viajar. Se me hace un nudo en el estómago. Pienso que habrá golpes de Estado en los países a los que viaje. Pienso que vendrán los locos del Isis a detener nuestro avión a la llegada al aeorpuerto y que nos cortarán la cabeza a todos. Solo viajaría a los confines del universo, pero no se puede aún. Además, todas las personas que conozco que viajan mucho son rematadamente imbéciles.

herpes3Cuando escucho a esos coachs o a esos influencers decir que las vidas de la plebe sin emociones no tienen sentido me gustaría verlos intentando llegar a fin de mes con mil doscientos euros, una hipoteca y un hijo en edad escolar. Si eso no es salir del área de confort pueden venir uno por uno a comerme los cojones. Me encantaría vivir sus vidas llenas de emociones y pasión, lo que ocurre es que yo tengo que pagar la luz y el agua… y sus viajes turísticos a Nepal me los paso por el culo.

Siempre he sido bastante guapo. Tengo un rostro armónico y un cuerpo proporcionado y moldeado por el deporte. La naturaleza me ha dado piernas y brazos fuertes y musculosos. A pesar de mi escasa talla siempre he sido un hombre atractivo. Pero ahora, en mi madurez, a punto de cumplir los cuarenta, soy gordo por convicción. No pisaré un gimnasio en mi vida nunca más. Desconfío de esas personas tan saludables que se cuidan tanto y que parecen olvidar que van a morir y a ser devoradas por los gusanos. Recuerdo esa poesía de Baudelaire, A una carroña. Tendrían que leerla, los muy retrasados.


Salgo de mi zona de confort todos los putos días. Cada día que salgo de casa sin saber si conservaré mi empleo. Pero al final pongo añgún disco de Prince o de los Cramps o de Little Richard y
todo
cobra
sentido.

Mi hijo me dice: "Papá, tú estás muerto". A lo mejor tiene razón.

Imprimir