Putones verbeneros de los Goya

Escrito por Daniel Prieto el .

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Cuando dos hombres del siglo XXI ven a una mujer guapa caminando por la calle no le miran el culo ni las tetas, intentan escrutar en su inteligencia. No piensan ni por asomo en chuparle los pezones sino en cuales serán sus gustos literarios. Y tampoco fantasean con acostarse con ella sino en cuáles serán los intrincados caminos de su alma y en sus anhelos existenciales. Cuando dos hombres del siglo XXI contemplan a una mujer hermosa jamás comentan lo buena que está ni qué culo tiene sino que se centran en su espiritualidad. Cuando dos hombres de 2021 observan a una rubia con pinta de putón verbenero con las tetas casi de fuera ni por asomo piensan en ella como si fuera un putón verbenero. Las actrices y modelos de los Goya de senos turgentes se indignan desde sus vestidos de alta costura y sus Instagrames con toda la razón porque, por desgracia, quedan hombres que no son del siglo XXI. Son hombres del mundo real.

Me cago. Estoy a cinco minutos de mi casa. El carro del niño pesa un huevo. Acabo de dejarlo en la guardería y en su lugar llevo la compra de la semana. En la parte de arriba, en el asiento, van las cosas envasadas que no manchan, como la leche y las galletas. Abajo va la carne, la fruta, el pescado y cosas así. Una mano la tengo totalmente ocupada sujetando un paquete de seis botellas de agua grandes. Pesa ocho kilos y medio. Con la otra empujo el carrito. Pesa un huevo. Adelanto a una de esas parejas que camina como si no quisiera llegar a ninguna parte, como si quisieran morirse andando por la calle, como si estuvieran esperando a que pasaras por allí cagándote con el carrito lleno para meterse delante tuya. Al rebasarlos golpeo ligeramente una bolsa de plástico que lleva la mujer y me echan una mirada torva. La acera se estrecha. Ya queda menos para llegar a mi casa. Delante mía camina una mujer con un niño que apenas sabe andar. Van a paso de tortuga, aún más lento que los viejos. Joder. Sostiene al niño por un brazo y prácticamente lo lleva en volandas. Me cago. En un suspiro ya les he alcanzado y me veo obligado a reducir la velocidad porque no se separan. "Abuelita te va a comprar una pelota". Toso ligeramente para que se den cuenta de que les piso los talones, para ver si se separan. Sigo caminando apretando el culo. Me cago, ostia. Toso un poco más fuerte y el niño gira su cabecita levemente y me mira. daniberk2Me cago, ostia. No le veo muy bien su expresión porque mis gafas están prácticamente empañadas debido a la mascarilla. Se me acelera el corazón aún más. "Abuelita te va a comprar una pelota muuuy grande". Arrastro un par de veces la suela de mis botas en la acera. El niño vuelve a mirarme pero la muy puta hace que no me oye. Casi respiro en su nuca. Me dan retortijones y me doblo ligeramente sobre el estómago. Los dedos de mi mano izquierda están blancos, las bolsas me cortan el riego. No siento la punta de los dedos. Solo siento la mierda en la punta de mi culo. "Sí, cariño, la abuelita te va a comprar la pelotita". Se me acelera más el pulso. Me cago, cojones. Entonces se me cae la bolsa de las naranjas y comienzan a rodar por la acera, algunas se pierden debajo de los coches aparcados. Me paro en seco y empiezo a recoger las que puedo mientras noto la mierda a punto de explotar. El niño se gira y empieza a gritar. "¡Pelotitas, abuela! ¡Pelotitas!" Pero su puta abuela no se gira para ayudarme ni mucho menos se detiene para dejarme pasar. Tiro las naranjas donde puedo y sigo caminando. Los alcanzo en dos segundos. La abuela sigue caminando al paso del niño. Es como si una organización secreta hubiese orquestado una operación especial para que me cagase por los pantalones. Me parece increíble que una persona pueda tener tan poca empatía como para no percibir a otro miembro de su especie que está sufriendo a solo unos centímetros de distancia. Hay que tener poca educación como para no pensar en que, a lo mejor, alguien que va detrás tuyo tiene algo de prisa y no tiene por qué soportar el ritmo cansino de un niño que casi no sabe andar. Entiendo a los homicidas y a todas esas personas que sufren enajenación mental y asesinan a adorables abuelitas, les entiendo perfectamente. Y es que a veces la violencia es el único camino. Estoy de acuerdo con la violencia. A veces es la única salida. A veces hay que quemar bancos y cajeros y mobiliario urbano, hay que apedrear las oficinas de las grandes compañías a las que les importa todo una mierda menos su beneficio. No les importa que tu hijo no tenga para comer, ni arrasar bosques, ni desahuciar a viejas, ni verter miles de toneladas de petróleo al mar, ni que el banco se quede con tu piso porque os habéis quedado sin trabajo, ni vomitar contaminantes al aire y a los ríos mientras sus acciones suban en bolsa. A veces es necesaria la muerte y la destrucción y el apocalipsis. Me cago, ostiaputa. Pienso en que tantos siglos de cultura grecorromana no han valido para nada. La Ilustración no ha valido para nada. La Institución libre de enseñanza no ha valido para nada. El acceso a la cultura del populacho no ha valido en realidad para nada. No hemos avanzado nada. Supongo que si los extraterrestres nos observan y son una inteligencia superior y ven cómo esta jodida abuela castiga a los transeúntes a ir al paso enfermizo de un niño que apenas camina decidirán exterminarnos a todos o, en el mejor de los casos, no contactar con nuestro planeta. Supongo que si son una cultura tan inteligente y tan avanzada como se les presupone querrán examinar las mentes de las más de seis mill millones de mentes que pueblan esta gigantesca casa de putas. Y cuando le toque el turno a la mente de esta abuela tarada y egocéntrica decidirán que ya han visto suficiente maldad y arrasarán la Tierra por el bien del universo. Decido que voy a decirle amablemente que me dejen pasar. "¡¡Señora, tóqueme las pelotas!!"



daniberk3Las actrices de los Goya están indignadas porque se les ha colado un trozo de mundo real en su gala. Dos hombres diciendo que tienen pinta de putas. Y no saben que son putas igual que las putas. No saben que todos somos putas. Ya me gustaría a mí cobrar como una puta. Putones verbeneros de los Goya. Putas del 8M. Hago 69. No hay ninguna diferencia entre abrirse de piernas o abrir cuentas corrientes. No hay diferencia entre poner el culo o poner el cuño. No hay diferencia entre tirar cañas o tirarse a alguien. No hay diferencia entre hacer un plano o hacer una paja. Dinero a cambio de un servicio. Da igual. Diferentes nombres para lo mismo. A algunos nos recluta alguna organización criminal y empezamos a ejercer engañados. Contratos basura y sin que se respeten derechos. No hemos leído la letra pequeña. Estamos atrapados. Multinacionales, crimen organizado. Nadie puede escapar de los tentáculos de la trama. Todos somos esclavos con diferentes nombres. Todos somos putas con diferentes nombres.



Mi tía Enriqueta tuvo hace poco un accidente de coche y va en muletas. Su perro es un labrador medio gilipollas. Todos los días queda en la playa con otros dueños de perros. La acompaño en su paseo diario. Ella sola no puede controlar al chucho. Llegamos. Parecen los miembros de una secta satánica. Lo primero que me preguntan es si tengo perro. Les digo que no. Ponen cara extraña, como si yo no fuese muy de fiar. Mi tía le suelta la correa. Los perros corren por la arena como embobados babeando y meando mientras sus dueños sonríen y hablan como entre ellos con un código secreto que solo ellos y mi tía conocen. No sé de qué cojones hablan. No entiendo lo que dicen y lo que alcanzo a entender tampoco lo entiendo. No me hacen gracia sus chistes. No me hacen gracia ellos ni sus perros cagando por todas partes. Una gorda de gafas con pinta de tarada y la ropa llena de pelos de perro se pone a hablar con mi tía de su labrador medio gilipollas. "Raf es precioso, es un líder nato, tiene un gran carisma y transmite una paz enorme". Y mientras Raf está cagando en la arena, temblando ligeramente con las piernas arqueadas y mirando al vacío. La verdad es que caga con mucho carisma.



daniberk5Cago en el bar infecto de debajo de casa. Moscas en el ambiente. Fritanga de aceite sin cambiar. Gilles de Rais. Tortilla verde mohosa. Baratillo americano hostelero. Se pueden intuir las cucarachas en cada una de las inimaginables rendijas del local en semipenumbra. Fotos descoloridas de hamburguesas y bocadillos. El tiempo parece haberse detenido en el Bar Acapulco. También hay platos combinados. Olor a baños sin lavar, a fracaso, a cigarrillos en el almacén y a camisetas sudadas del día anterior. Menú del día por siete euros. A lo mejor hay algún valiente que se atreve a pedirlo. Cierro la puerta. El pestillo no funciona. Cojo unos pañuelos de papel y me hago una especie de guantes para no tocar nada. Empujo la puerta con la mano. Me pongo en cuclillas sobre el agujero porque se trata de una de esas letrinas de hace cincuenta años que ni siquiera tienen para reposar las cachas. En parte casi lo agradezco. La mierda acumulada de dos días. Solo las ganas de cagar son más fuertes que el asco. Un mojón gigante se asoma lentamente al mundo. Por unos breves instantes se desprende de mi cuerpo y queda suspendido en el éter. Luego cae tristemente en el agua infecta de abajo. Plop. Pienso en lo asqueroso que es un mundo donde el agua de esa letrina infecta vaya a parar a nuestro mar. El agua me golpea el ano. Todo siempre puede ir a peor.

No importa que guardes todas tus fotos en discos duros carísimos ni que las subas a google fotos ni que las imprimas y las clasifiques por años en álbumes preciosos porque un día van a desaparecer del todo. Y tú también desaparecerás. No quedará rastro de ti en este enorme puticlub. Y mucho antes de eso nadie se acordará de ti. Nadie.


 

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