Incidente en la calle Toledo

Escrito por Derh Zetto el .

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-Istanbul Doner Kebap.

Dilawar alzaba las manos en dirección al cartel frenéticamente. De haber sido un mago de Hogwarts el enorme rectángulo habría explotado con un aura de brillos azules y púrpuras al son de Avada Kedavra. No ocurrió nada de eso. Siguió despotricando acerca de la falta de profesionalidad de Rotulowcost.

kebab6-Kebab. Lo envié muy claro en el correo. Kebab, con be, no con pe.
-Mire señor Delagüer, yo he visto mil veces Kebap con pe y no me he encontrado una manifestación en defensa de la cultura turca. A mi lo que me parece es que usted no quiere pagar. Son ustedes muy petardistas los turcos.
-Soy Pakistaní. Usted no distinguiría a un galgo de un San Bernardo ni que los tuviera tatuados. Y no me he negado a pagarle, le he dicho que pagaré cuando diga “Kebab” con be.
-Oiga no voy a bajar eso otra vez. ¿Sabe lo que me ha costado subirlo?
-¿Usted sabe lo que me ha costado abrir este negocio señor? Haga su trabajo y yo le pagaré.

Eduardo ya no sabía como salir del atolladero. Había procesado él mismo el pedido y reescrito el cartel a mano porque consideraba una inútil a la becaria que tenía en la oficina. No solamente había un error en Kebab, el cliente había escrito Donër con diéresis y no lo había recordado en medio de la disputa por el “Kebab turco” y el “Kebap españolizado”.

Montó la escalera cerca del lado derecho de la entrada, bien pegado a la pared, y subió los escalones con toda la calma que le fuera posible para regocijarse con las vistas de las chispas de crispación que surgían de la cabeza de Dilawar. El rotulista creyó oler incluso el humo que desprendía el cabreo del Pakistaní, un olor raro, como todos los olores de los extranjeros.

kebab3-A tu país te tenías que ir a pedir explicaciones gramaticales. -murmuraba mientras desatornillaba el marco de sujeción del vinilo-. Joder con los putos moros.
-Señor, he de atender mi negocio. Por favor no tarde en desmontar y procure no molestar a los clientes.
-¿Qué clientes si no hay nadie?
-Son las dos, es hora de comer y pueden venir.

Dilawar entró al local y limpió los restos de la mesa de un hombre que había pedido un “durum-con-todo-muy-super-picante”.

-"¡Que me revienten hoy las cañerias !- decía en voz alta y con entusiasmo mientras hablaba al teléfono-, total, lo que no mata, engorda. Y yo ya con cuarenta y cinco recién cumplidos que más me da ¿verdad? en fin guapa, un beso, gracias por acordarte de mí cumple.

Recogió del suelo una carpeta de plástico azul transparente con unos folios la guardó en el cajón de objetos olvidados.

Mientras colocaba los vasos limpios y rellenaba neveras veía como el tipo del vinilo bajaba de la escalera con parsimonia y la movía al lado contrario. Estaba irritado por la calma del tipo. Había trabajado en el montaje de eventos en su país y sabía que ese vinilo podría estar desmontado ya.

kebab2Pasados unos minutos el hombre del durum picante entró de nuevo al local.

-Hola, mira, ¿has visto una carpeta azul por aquí? Tiene…
-Sí, la he encontrado en el suelo, la tengo guardada. Aquí la tiene.
-¡Uf! Gracias, menudo susto. Justo tengo que ir a entregar uno. ¿No necesitaréis a alguien aquí, no? Ni que sea para limpiar, o repartir.
-No señor. Lo siento, a duras penas pagamos el alquiler del local. Mucha suerte.
-Igualmente. Adiós.

En el mismo instante en que el buscador salía del local Eduardo sostuvo la puerta y le gritó desde la entrada.

-Yo ya he terminado. En un par de días vendré con el nuevo cartel. Adiós.
-Adiós señor.

Dilawar recordaría siempre el modo en que la última palabra salió de su boca como si le hubieran bajado el volumen a cero. Un enorme sonido retumbó en su cabeza y le hizo encogerse. Pudo ver como el rotulista saltó hacia delante golpeándose el lado izquierdo de la cabeza con la puerta de cristal y cayendo al suelo frente a la barra. En el fondo, en segundo plano, el pobre diablo al que no mató un “durum-con-todo-muy-super-picante” fue alcanzado por un pedrusco de treinta centímetros de diámetro en el centro del pecho que lo sacó del campo de visión del pakistaní en una fracción de segundo. kebab5Montones de piedras y trozos de metal cayeron por todas partes destrozando lunas, capós y techos de todos los vehículos así como un gigantesco trozo de tubería metálica que atravesó el vinilo colocado sobre el techo de la furgoneta de Rotulowcost, entrando por la pe, cruzando el asiento del piloto y el lado izquierdo del motor, deteniéndose finalmente contra el pavimento de la Calle Toledo.

-¡Mi furgoneta joder!¡Estaba recién sacada del concesionario joder! -gritaba Eduardo mientras unas gotas de sangre se deslizaban por su mejilla.

Dilawar se odió a si mismo por un instante cuando deseó con todas sus fuerzas que el maldito rotulista hubiera estado sentado al volante de su nueva furgoneta recién salida del concesionario. Luego, con un movimiento rápido de cabeza, apartó esa idea de su mente y salió de detrás de la barra para ayudarle a levantarse.

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