Vecinos nuevos

Escrito por Lorens Gil el .

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Lo peor que tiene esta ciudad es la lluvia. ¡Creo que nunca llegaré a acostumbrame!

Por extraño que parezca, más de una vez me ha pasado que había un sol que calentaba sólo con quedarte un segundo mirando al cielo, he entrado en una tienda y al salir, el diluvio universal en la calle. Hoy es uno de esos días.

vecinos12He tardado un poco más de lo normal en llegar a casa. En parte por la congestión en el tráfico a la entrada de la ciudad, en parte porque me he tenido que quedar a cerrar un asunto que tenia pendiente en el trabajo. Tengo el paraguas atrás, pero hoy, como es tarde, he encontrado hueco en los aparcamientos que normalmente están completos. Creo que pasaré más tiempo bajo la lluvia intentando abrir el maletero que saliendo rápidamente al portal. ¡Adelante!

Se me ha olvidado sacar las llaves del bolso en el coche. Al final voy a entrar completamente mojada a casa. El llavero es más pequeño que el de las llaves del coche, con lo que siempre me cuesta más encontrarlo. Aquí está. Tengo 4 llaves. La del primer portal estaba la segunda a la derecha desde el muñeco colgado, o era a la izquierda...

- Hola, ¿Llevas mucho esperando? Yo tengo la llave aquí, dijo una voz a mi espalda. Sería una vecina con su hija. Creo que no las había visto nunca, pero es posible que sí. No soy muy buena recordando caras, pero lo cierto es que me viene de perlas haber coincidido.
- ¿A qué piso vas? me pregunta cuando entramos al ascensor.
- ¡Al segundo! Exclamo. En ese momento se quedó mirándome minuciosamente, hecho que en cualquier otro momento podría haber pasado desapercibido, pero en las distancias cortas del ascensor era muy evidente.

En cuanto llegamos, abro rápidamente la puerta para acabar con la intimidación visual en la que me encontraba. En cada planta hay seis viviendas, tres a cada lado del ascensor. Fui a la derecha para encender la luz y, al volver de nuevo hacia la izquierda para llegar a mi letra, no me fijé en que todavía estaban saliendo y me choqué con ellas, teniendo por seguro que no esperaban que fuera hacia ese lado.

vecinos13Entonces ocurrió algo insólito. La madre me miró de nuevo. Esta vez con un aire mucho más amenazador. Tapó los ojos de su hija con una mano y con la otra le indicó que fuera rápido hacia casa. Antes de que pudiera reaccionar, estaba sola en el portal.

- Hola cariño, ¿Qué tal el día? oigo desde el fondo del pasillo procedente de una de las habitaciones del otro lado de la casa. ¡Justo a tiempo! Me he puesto a cambiar de sitio el armario que dijimos y pesa más de lo que pensaba. Rápidamente deje mis cosas en la entrada para ayudarle y, aunque habia llegado a casa con mal sabor de boca, al poco de ponerme con el trajín de los muebles se me olvidó.

Llevábamos cerca de dos meses aquí y, aunque el barrio es muy tranquilo ya que siempre hay jubilados paseando por los alrededores, lo cierto es que a nosotros todavía no nos había llegado la monotonía de la rutina. Tenemos tiendas de barrio en la misma plaza y bares para tomar el vermut. Sin embargo, a partir de las once hasta entrada la mañana, la calle se queda vacía y en silencio, perfecto para aprovechar para dormir los fines de semana.

- ¡Sinvergüenza, no te vayas así, págame mi dinero! se oyó de repente, tan cerca que parecía que estaban en el otro lado de la puerta de la habitación.

Eran las siete de la mañana del sábado, hora en la que normalmente suena el despertador. Pero no estoy soñando, esto es real. Como estoy acostumbrada a levantarme a estas horas, estaba medio desvelada y acababa de acurrucarme en los brazos de mi pareja.

vecinos14Sin poderlo controlar, empiezo a palpitar a un ritmo desorbitado. Entro en un estado de histeria y ni siquiera me puedo mover. Ni respirar. No hago nada de ruido, pero el sonido se agudiza. Siento como cuando se destaponan los oídos y se percibe hasta el mínimo susurro, pero todo está en silencio. Él no se ha enterado.

Respirar, tengo que respirar. Despacio y en silencio, pero mi corazón necesita aire, si no, se me va a salir del pecho. Poco a poco, voy inspirando suave y profundamente. Antes de echar todo el aire contenido, escucho pasos en las escaleras camino a la calle, y una puerta se cierra de golpe.

Ésta vez él lo percibe porque se mueve para darse la vuelta, pero ya está. Sigue durmiendo. Yo me quedo sola en mi lado de la cama, intentado recomponerme del susto y llamando a mi corazón, que está dando botes por la habitación, para que vuelva a mi pecho.

Todavía no sé lo que ocurre, pero sin duda esto está relacionado con la reacción de mi vecina al notar que me acercaba a mi puerta hace unos días. Espero acordarme de su cara la próxima vez que la vea para asegurarme de sacar en la típica conversacion del tiempo que somos vecinos nuevos en el bloque.

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