Comienza el partido

Escrito por Lorens Gil el .

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Los árbitros ya han salido al campo. Los jugadores deben de estar preparados en el vestuario para salir. Parece que no hay muchos aficionados, con lo que la tarde se presenta un poco aburrida. Aún así, estos segundos iniciales son siempre de nervios. En base a todos los partidos que he visto este último año, yo diría que es un momento crucial para el desarrollo óptimo del juego hasta el final.

Como hemos venido justos de tiempo a Donosti, he dejado a Ibai en el estadio y nos hemos ido a aparcar en el barrio del piso de mi hermano, donde siempre que juega nos quedamos a dormir. No está muy lejos de aquí por lo que, cuando hay partido, siempre es más difícil aparcar. ¡Una lástima que no tenga también plaza de garaje!

partido2Hoy no juega Iker. Hago el recuento para contrastarlo y, efectivamente, es así. Al parecer tiene una pequeña lesión en el gemelo y le han recomendado descanso. Iker es del mismo pueblo que Ibai. Los ficharon el año pasado de la cantera del equipo de primera división y durante todo el año los han llevado a entrenar en taxi.

En principio, el acuerdo es para dos temporadas hasta que se pasen a firmar contratos oficiales. Esto ocurre a partir de los 14 años, pero a Ibai lo ficharon con 12 años, con lo que no sabemos realmente cómo lo harán. Él quería pasar a jugar en el equipo del pueblo más cercano, un poquito más grande. En la liga regional del año pasado, mi hijo destacó en varios partidos, con lo que podía ser previsible que le propusieran esta posibilidad de ascender. Hace unos años Josu, otro chico del pueblo, también estuvo en la misma situación.

Lo cierto es que a mí me encantaría que fuera futbolista profesional, pero la verdad es que no me hacía nada de gracia tener que llevarle todos los días a entrenar al pueblo de al lado. Por eso estuve un tiempo diciéndole que el fútbol no era una salida profesional con futuro. Sin embargo, cuando lo llamaron para trabajar en la Real, mi percepción cambió. Además de ser un equipo con mayor proyección, no tenía que estar pendiente de él.

Ahora estoy condicionada los fines de semana, pero me lo tomo como una excusa para hacer salidas. Mientras Ibai se queda con su padre preparando los partidos, yo hago turismo y me voy de pintxos con las madres de Iker y de otros compañeros.

partido3No puedo decir que es un plan para salir de la rutina porque intento todos los días ir de poteo antes de llegar a casa. Trabajo a una distancia a pie y los abuelos están cuidando de mis hijos hasta que llego. Lo que sí me gusta es cambiar de aires de vez en cuando.

Desde que empecé a trabajar he estado siempre en la misma empresa. Empecé a trabajar en línea montando piezas. Poco después me insistieron para que estudiara un módulo y al poco tiempo y con mucha labia me pasaron a oficina. Tanto es así que me han ofrecido puestos de más responsabilidad, pero ¡qué necesidad tengo yo de viajar o de cargar con la responsabilidad si algo no sale bien!

En mi pueblo siempre ha habido trabajo y mi sueldo, de base, es más alto que el de otras personas con responsabilidad que viven en otras zonas, con lo que prefiero seguir así, en medio de muchas cosas y no haciendo nada que me produzca estrés.

¡Gol de Ibai! Mi hijo es central, pero sí que es cierto que mete goles impresionantes, aunque lo que mejor se le dan son los pases. Sus compañeros delanteros son los encargados de sacar el partido, pero como en general los equipos contra los que juega son de menor nivel, no se tienen que esforzar mucho.

partido4Lo cierto es que yo también trabajo así. Contar con un equipo exigente me obligaría a esforzarme más y no hay necesidad. Soy socia cooperativista y no me van a echar. Por eso es mejor estar rodeada de compañeros que tengan la misma idea; así no me resulta difícil ser imprescindible para la empresa de vez en cuando.

Josu estuvo dos años en el equipo y después no le renovaron pasándolo a alevines. No creo que fuera porque no se esforzó lo suficiente, simplemente es muy difícil pasar la criba. Yo le advierto a mi hijo de que no se haga ilusiones, pero él no cesa de entrenar.

Creo que lo conseguirá, aunque a mí realmente no me parece que tanto esfuerzo valga la pena, pese a que logre su recompensa. En cualquier caso, no lo voy a desanimar. ¡Quién sabe si en algún momento tendré que pedirle algún favor!

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