Como en aquel capítulo de Los Simpson...

Escrito por María G. Antúnez el .

simpson1Tomacco: mitad tomate, mitad tabaco. De sabor horrible, esta sorprendente mezcla es, según Bart Simpson, ligera, suave y refrescantemente adictiva. A pesar de ser perjudicial para la salud, la gente hace largas colas para comprar este fruto, pagando lo que sea por obtenerlo.
 
simpson2Se dice que Los Simpson predicen lo que va a suceder. Pero, en realidad, lo que logran es subrayar lo que ya dedujo Aristófanes en el siglo V a.C.: que la estupidez dura para siempre. No hay más que ver lo sucedido con un descuento del 70 % en Nutella en una cadena francesa de supermercados. En algunos centros fue tal el número de avalanchas humanas, pisotones y altercados que incluso tuvo que intervenir la policía.

¿Quién podría resistirse a la oferta? ¡El bote, cuyo precio habitual es de 4,50 €, costaba tan solo 1,41 €! Una auténtica ganga, sí. Pero 100 gramos de esta crema de cacao y avellanas contienen aceite de palma, 56,8 gramos de azúcar y 33 de grasa. En resumen: todas esas personas se pelearon por  548 calorías de puro veneno. Eso sí, muy económico y “refrescantemente adictivo”.

Tenemos un sueldo con el que a duras penas llegamos a final de mes, pero cuando esos mismos empresarios que nos empobrecen nos meten por los ojos un producto, picamos como pez en el anzuelo. Nos alimentamos a base de bollos industriales porque son más baratos que la fruta y la verdura, dormimos en la calle para adquirir la última versión de iPhone, esperamos horas para hacernos con ropa de mala calidad en Primark y compramos sin necesidad en fechas como San Valentín, Black Friday o Navidad.

simpson3Tienes un mal día y vas a la tienda a ver qué cae, porque te lo mereces y para eso estás trabajando. Pero, ¿de qué sirven las camisetas de 1 € que dan de sí al segundo lavado, el ordenador del día sin IVA que tarda 15 minutos en arrancar? La gente acumula en su casa tal cantidad de cachivaches que, cuando se da cuenta, invade Wallapop de morralla. Y ahí me incluyo yo. Toda la vida siendo de letras para acabar vendiendo una calculadora científica a un usuario de esa aplicación.

Puede sonar a tópico, pero al final con lo único que nos quedamos es con los recuerdos que construimos. Siempre será más gratificante viajar, leer o hacer deporte que comprar en solitario un pack de calcetines fabricados en Indonesia en condiciones deplorables.

Los más afectados por la cultura del consumismo somos los millennials quienes, casualmente, somos los que comparamos cualquier situación de nuestra vida cotidiana con un momento de Los Simpson: “¿Te acuerdas del capítulo en el que…?” Por eso debemos escuchar más atentamente a Homer. Tendremos dispositivos electrónicos, ropa en cantidades industriales, la nevera a reventar de comida basura, pero hay algo que nunca podremos comprar: un dinosaurio.

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