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El lector

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Con frecuencia decimos cosas como «este tomate no sabe a nada» pero lo consumimos y nos conformamos. Y es cierto, encontrar un tomate que nos satisfaga no es muy frecuente. Nos hemos acostumbrado a los tomates insulsos. De vez en cuando, entre las variedades disponibles, encontramos uno que realmente sabe a tomate. Sucede algo parecido en la literatura, en la poesía y en el arte en general. La creatividad recurre a la creatividad, a lo creado, buscando la cepa de origen que en un momento determinado dio frutos espléndidos. Pero la creatividad no se caracteriza por producir estándares, no es una cepa común a todos los autores que garantice una réplica producto tras producto con resultados excelentes. Está sujeta a infinitas variables y en consecuencia produce infinitas variedades. Tampoco es extensible a todos los lectores. El lector debería ser igualmente creativo ante lo que se le presenta para poder conjugar, extraer, lo máximo posible de la experiencia.

lector4El consumidor habitual de tomates es exigente, igual que lo es el consumidor habitual de textos de poesía; o sea, el lector.

El consumidor ocasional de tomates queda generalmente satisfecho a poco que el tomate no sepa a puerro. Pierde de alguna manera el aspecto crítico y se conforma. Algo similar ocurre con el lector ocasional que no ha conformado todavía sus aspiraciones y expectativas, o con el lector conformista ante lo que se le ofrece. Sucede todo lo contrario con el lector habitual, regular, el lector persistente que busca el «tomate excelente» entre las variedades, de modo que mantiene activo su espíritu crítico y no se conforma de buenas a primeras con lo que se le presenta. Un lector que de forma deliberada busca causas que produzcan efectos críticos de los que pueda extraer conclusiones y proyecciones, en sus muy distintas variantes, a través de lo que percibe e interpreta. Esos efectos críticos son los que conforman el tamiz que atrapa o no la sustancia de lo propuesto. A menor efecto crítico mayor tamaño de la trama del tamiz, por lo cual, el filtrado dejará pasar lo sustancial confundido con lo trivial.

En buena medida, la satisfacción del lector es resultante de sus experiencias y de las expectativas que sus inquietudes y aspiraciones han formado en él. Si somos consumidores de hamburguesas de burger no esperamos nada más allá de lo que se nos ofrece y conocemos; por lo tanto quedamos satisfechos ya que nuestras aspiraciones están en paralelo con la oferta, sabe a lo que sabe, a lo que esperamos. Pero, si pedimos un steak tartar nuestras aspiraciones y expectativas aumentan así como aumenta nuestro nivel crítico en espera de que la oferta supere lo previsto, o al menos que cumpla con lo que se le supone. Lo lamentable es cuando se hace realidad la vieja frase de gato por liebre. Es frustrante, hasta hacerse costumbre, encontrar tanto gato entre tan poca liebre. Pero también es cierto que hay mucho consumidor/lector satisfecho con el gato.

lector3Entonces, ¿qué podemos exigir al autor si escasamente somos lectores capaces de distinguir el gato de la liebre? Los lectores somos los responsables del tipo de escritor que conformamos en nuestro ideario. ¿Qué espera el lector de un autor? En el caso de la poesía la respuesta más común es «que me emocione». Respuesta tan ambigua como insuficiente. El lector debe preguntarse qué espera al leer a un autor. No encontrará en Espronceda la profundidad de pensamiento de Quevedo. Si lo espera quedará defraudado. Se puede decir que el lector hace autores a su medida. Así pues, no es raro encontrarnos con pareceres sobre obras que nos pueden resultar loas exageradas y hasta incomprensibles pero que a fin de cuentas están en consonancia con lo que el lector espera; siendo cada cual un lector en función de sus propias expectativas.

No hay nada que pueda agradecer más un autor que un lector cuyas expectativas discurran en paralelo a las experiencias que el autor presenta. Si además, el lector, ve superadas sus expectativas y llega a conformar una nueva vía en su pensamiento; el autor ha cumplido con creces su labor. Posiblemente ni todos los autores son para todos los lectores ni todos los lectores son para todos los autores.

lector2Difícilmente un autor podrá aportar en sus propuestas un alcance de interés si no es lector. Y entendamos aquí lector bajo el prisma de alguien que accede al conocimiento a través de experiencias trasmitidas por otros además del fruto de las propias. El lector conforma su conocimiento a través de lo social y lo cultural desde todas las formas de expresión. La literatura, el teatro, la fotografía, el cine y en definitiva las manifestaciones del Arte las Humanidades y las Ciencias expresadas en cualquier soporte.

El autor contribuye a formar al lector tanto como el lector contribuye a formar al autor; por consiguiente, a mejores lectores mejores autores, y, a mejores autores mejores lectores. Un lector poco exigente en sus expectativas dará paso a un autor de escasa relevancia por el mero hecho de su conformidad.

El lector, en la medida de sus expectativas, debería ser crítico consigo mismo antes que con el autor. Sucederá que el lector convertido en autor proyectará, en la medida de sus posibilidades y aspiraciones, el grado de expectativas que como lector haya configurado en su imaginario. Esta crítica de lector elevará, en lo posible, el interés de sus propuestas como autor.

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