francescag

...Y tu mujer también lo sabe

- Buenas, ¿qué tal? Ya me ha dicho Rober que estabas acabando unos informes...

"Maldita, qué exuberante vienes, so zorra. No solo quieres dejar claro que este es tu hombre, sino que quieres que todo el mundo tenga clarito que eres feromona pura. Sí, bonita, también te incluiría en mi sucio plan de fornicio. Qué pechos tienes, tan redondos, tan firmes, tan tersos, tan llamativos. La verdad es que yo misma los acariciaría y los besaría suavemente si me dejaras. Vale, tengo que urdir otro plan en el que tú te sientas protagonista. Me haré tu amiga y luego os follaré vivos a los dos. No tienes por qué estar fuera de todo esto, te incluiré gratamente en mi plan..."

- Y, ¿qué tal en tu curro, Marta?
- Pues bien, muy liada. Ya te habrá contado Rober.

"Sí, me ha contado más de lo que debería, teniendo en cuenta que me importa bien poco la vida de su pareja".

- Sí, sí, me ha contado. ¿Quieres un vinito, guapa?

Acepta una y otra vez. Y ya se ha tomado cuatro... La tengo en el bote y ella no lo sabe aún.

- Ven, baila. Desde luego que eres una tiarraca, qué suerte tiene el Rober de tenerte. Estás que te sales.
- Tú también eres muy maja.

"¿Qué estamos, en los Scouts? ¿Cómo que maja? ¿No te das cuenta de que te estoy hablando al oído y de que cada vez que te cojo de la cintura antes paso mi mano delicadamente por tu culo? ¡Venga ya, no puedes estar siendo tan fría! Voy a pedirte otro vino, y no te drogo porque te conozco poco y no sé cómo podría afectarte. ¿Qué significa todo ésto, es el alcohol o es que soy una maníaca sexual que solo piensa en tetas y pollas cuando sale? No, no, joder, es que estáis los dos para haceros polvo, ¿qué culpa tengo yo de que vuestro físico ejerza tal poder sobrenatural sobre mí? Igual algo de culpa tengo..."

- ¿El baño?
- Yo te acompaño, que me meo también.
Mientras esperamos llega el momento de regalarnos las orejitas... qué maja, tú más, qué guapa, tú más... Te pintas los morros (cosa que he hecho yo intencionadamente antes para quedar con tu marido, así que o bien quieres seducirlo o seducirme a mí, o por suerte divina, para dejarte llevar y seducirnos a los dos a la vez). Te tonteo en el baño, y tú me lo devuelves, y no puedes evitar recordarme lo bien que me queda esta camiseta. Y fijarte en que, al igual que tú, tengo las tetas gordas y en su sitio. Me las rozas simpáticamente mientras me dices que si no estuvieras casada harías una locura, a lo que yo, aprovechándome de la situación, te pregunto que qué es para tí una locura. A lo que tú me respondes que lo que yo ya se...

- No, no lo se, dímelo.
- Comerte la boca.
- Eso no es una locura, locura es lo que vamos a hacer después si tú te dejas, guapa...

Te ríes como una adolescente y le das un trago a tu vino. Qué ingenua eres, crees que estoy bromeando. O sabes que no y te pone que te esté tirando tu competidora. ¿Te gustan las hembras alfa? Ahora ya no puedes retirar ficha. Reconócelo, estás deseando ver a otra seduciendo a tu esposo, te gusta saber que las demás lo desean, que podría zumbarse a la que quisiera pero por lo que sea solo te desea a tí. Siento decirte que esta noche nos deseará a las dos, y no solo eso, tú también me desearás y desearás ver cómo él disfruta conmigo.

- ¿Son naturales? (se que no lo son)
- No, ¿a que lo parecen? Son mi mejor inversión. Tócalas, mira...

Las palpo un poco, tímidamente (me ha pillado por sorpresa).

- Bueno, con la ropa no lo noto bien, pero a la vista sí que parecen naturales.

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Se desabrocha la blusa y deja ver su sujetador negro de encaje. Creo que es menester mencionar la ropa que lleva: tiene una blusa blanca fina con botoncitos negros y los puños a juego, y una falda negra de tubo y de talle alto, que le llega hasta las rodillas. Me recuerda a las vendedoras de perfumería del Corte Inglés. Medias color carne y zapatos negros de piel y con un tacón no muy fino.

- Toca, toca.
Esta vez toco con las dos manos abiertas, cojo sus pechos con toda la palma y los palpo y aprieto suave pero firmemente. ¡Madre mía, qué tetazas tiene esta señora! Llaman a meter la cabeza entre ellas y dejar que te envuelvan toda la cara.

- Y, ¿se quedan firmes, como dicen? Sin sujetador, me refiero.
- Sí, claro, mira. Toca, toca, que no pasa nada.

¡Se va a desabrochar el sujetador! Es de esos que se abrochan por delante. ¡Qué perfecta es! Lo tiene todo al detalle.

- Sí, si, qué tersas, qué bonitas... y qué bien puestas.

Las toco a conciencia, de hecho no separo mis manos de ellas. Tiene los pezones duros. La aureola es perfectamente redonda, como una galleta Oreo marrón oscurita. Los pezones son grandes y puntiagudos.

- ¿Tú no te las tocas todo el rato? Me encantan, doy fe de que has hecho una buena inversión. Fréname, porque como te descuides te las como.

Sorprendentemente, sigue con las tetas al aire. Cree que estoy de coña. Así que vuelvo a agarrarlas y le invito a que compruebe la consistencia de las mías. No se lo piensa y me las coge con una sola mano. Primero me aprieta una y luego pasa la misma mano por la otra. Cada vez estamos más cerca y el vino empieza su efecto. Hay un lavabo y detrás un espejo. Ella está apoyada en el lavabo, de pie, y yo frente a ella de pie también. Estamos muy muy cerca, tanto que nuestras caras casi se tocan. No se cuando, pero nos hemos cogido las manos. Mi derecha con su izquierda, y jugueteamos con ellas. Me la suelta y se abrocha el sujetador, pero su blusa sigue abierta. Acerca su cara a la mía. Roza mi mejilla y pasa sus labios cerca de los míos, en dirección a mi oreja, y me susurrra:

- ¿Qué me estás haciendo, bruja?

A lo que yo, tras darle paso a un escalofrío que recorre todo mi cuerpo desde esa oreja que ha recibido su aliento caliente hasta mis pies, me dirijo a la suya y al igual que ella le susurro:

- ¿Qué quieres que te haga?
 
Y le doy un bocadito en su lóbulo suave y calentito. Noto que ella también tiene escalofríos, porque mueve la cabeza como agachándola hacia un lado y hace un ruidito que no llega a ser gemido. También encoge los hombros. Yo busco su boca, despacito y besándola desde la oreja, pasando por su cuello y mejilla hasta llegar a sus carnosos labios. Sigue apoyada en el lavabo con mi mano derecha cogida y mi cuerpo totalmente pegado al suyo. ¡Qué cuello tiene, qué olor tan dulce y tan feromónico a la vez! Qué suave, qué delicado, y qué labios gordos, rojos, ultra-deliciosos... Nos damos unos besitos y busca su lengua con la suya. La encuentra. Tiene toda su lengua metida en mi boca. Nos estamos besando apasionadamente. Le muerdo el labio suave, aunque tengo que controlarme para no apretárselo. Sin duda, esta es la noche de mi vida. ¡Me la he ligado! Está jamonaca y tiene unas tetas porno total. Y me está comiendo la boca con tantas ganas como yo a ella. No lo puedo evitar y con mi mano izquierda, que la tengo libre, vuelvo a su delantera. La meto por dentro del sujetador. ¡Hmmm, qué redonditas son! Te las aprieto de nuevo, te rozo los pezones con mis dedos. Te acaricio por la clavícula. Vuelvo al pecho y empiezo a bajar. Qué barriga tiene... esta tiene que ir al gimnasio o algo. No puede ser que esté así de buena. Me arde el coño, no se ni cómo explicarlo. Estoy ultra-caliente. ¿Será puta? Igual mis amigas le han pagado para que yo moje de una vez. Aun así me la pienso follar. Hasta yo misma le pagaría.

"¡Joder, Marta, te voy a hacer polvo, bonita!".

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