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...sigue, sigue...

Ella también me acaricia el pecho, mete la mano por debajo de mi camiseta, me toca las tetas por encima del sujetador, y poco a poco va metiendo sus dedos por dentro. Ha encontrado mis pezones. Se centra en ellos. ¡Qué deditos tan tiernos! Tengo los pezones que hasta me duelen. Siento que quieren escaparse de mi cuerpo y meterse en su boca.

El magreo es cada vez más intenso. Mientras nos besamos y nos mordisqueamos nuestras manos van por libre. No van a dejar ni un centímetro de nuestro torso sin explorar.

Me agarras el culo... ¡Sí, por fin! Apriétame el culo, Marta. Apriétamelo. Arráncame la ropa, no te cortes. Tengo el coño tan mojado que noto que me chorrea flujo por la pierna. No se si tú estarás en este punto, pero por tus pezones erectos, tu piel erizada y tu respiración fuerte y entrecortada deduzco que tú también estás cachonda, y que también quieres que coja tu culo y apriete tu cuerpo contra el mío. Así que te aparto del lavabo hacia delante y pongo mis dos manos en tus cachetes. Tu falda te los aprieta, así que te la subo y meto mis manos por debajo. Toco tus bragas, tu culo, que se mueve a mi son. ¡Qué guarra me estás poniendo, so puta! Da gracias que no tengo polla, porque te arrancaba las bragas y te follaba viva ahora mismo contra el lavavo, de espaldas y viendo tus tetas botar reflejadas en el espejo.

Por suerte o por desgracia estamos en un baño público. Llevamos casi media hora dentro y tu marido y tus dos compañeros de curro están fuera esperándonos y seguramente a punto de llamar a la puerta buscándote. Hasta entonces no pierdo el tiempo, sigo besándote, lamiéndote el cuello y las orejas, mordiéndote y sobándote las tetas, la cintura y el culo. Y como no vengan a rescatarte voy a meter mi mano entre tus piernas. Sigues con la falda subida y las piernas entreabiertas, de pie. Meto mi mano debajo de tu falda otra vez y la aprieto contra tu coño por encima de las bragas. Antes de llegar ahí he dado un rodeo por tus muslos.

Sí, noto la humedad de tus bragas. Estás tan motivada como yo. Hago hincapié en toquetearte entre las piernas mientras mi lengua navega por tu cuello, y mi otra mano juega con tus pezones. Aparto un poco tus braguitas negras, pequeñas y de encaje, y muy mojadas.

- ¿Marta? ¿Estás ahí? ¿Qué haces?
- Sí... estamos aquí. Ya vamos.
- ¿Qué hacéis? Lleváis ahí toda la noche...
- Ahora salimos, estamos hablando cosas de chicas, ya sabes...

"Toda la noche, dice el capullo. Eso quisiera yo. Tener a tu esposa para mí solita toda una noche".

Vuelves a abrocharte la blusa y a recolocarte la ropa. Y te das con un pañuelo húmedo en la boca. Tienes enrojecido el contorno de los labios, parece que me hubieses comido la boca, ja ja. Te los vuelves a pintar y te colocas el pelo. Estás perfecta, no queda rastro visual de nuestra travesura. Agradece que tus bragas estén ocultas bajo tu falda y no se vean ni se huelan a corta distancia.

Coges tu vino y yo el mío, después de recomponerme yo también. Te has lavado las manos... yo, por el contrario, como no tengo que darle explicaciones a nadie voy a ser un poco viciosa y me voy a llevar tu olor de recuerdo, ya que no se si este restregón es lo único que me voy a llevar de hoy. No obstante, me voy contenta. Para ser la primera vez que interactúo con otra mujer he de reconocer que me he excitado más que la primera vez que toqué pelito en mi pulcra adolescencia.

Salimos del baño muy dignas y riendo. Vamos directas a donde están los chicos. Estoy segura que de los cinco que estamos, cuatro te queremos dar candela. Le doy un sorbito a mi copa de vino. Nunca antes el vino me había olido tan bien... ¡Bien hecho, Francesca!

Con la excusa de beber para poder seguir oliéndote empiezo a estar mareada, y mi líbido no decrece. Tú estás ahí, delante mía, roneando a tu marido. Te ríes, le besuqueas y me miras de reojo. ¡Maldita perra, sabes que me estás poniendo celosa! Está bien, olvidas que hay dos hombres más. Tendré que hacerte ver que si tú no te vienes al baño conmigo, se vendrá otro... ¡Ups, tu compañero de trabajo... el que luego te contará lo bien que beso y lo rica que estoy! Podría incluso dejarle hacerme fotos guarras y que te las enseñase...

¿Puedes dejar de contonearte? ¡Qué culito tienes, cabrona! ¿Será posible que me ponga cachonda el ver que me miras mientras guarreas con él? Esto lo voy a cambiar yo. Voy a postergar lo de ligarme a tu compañero, antes voy a llevarte al baño otra vez. Y esta vez voy a asegurarme de que no te vayas sin regalarme un orgasmo.

Aunque la excusa del baño no va a colar otra vez, así que utilizaré la del tabaco. Gracias a Dios no hay máquina expendedora aquí, así que te voy a invitar a que me acompañes a buscar una.

- Chicos, voy a sacar tabaco. Marta, ¿te vienes? Así nos da el aire.

"Una canita al aire, más bien".

- Pues sí... espera, que recojo la chaqueta.

Cogemos nuestras cosas y nos disponemos a salir.

- No os vayais sin nosotras, ¿eh? Id pidiéndonos otro, que ahora venimos.
- Sí, cuídamela, Francesca, que vais "finicas"...
- Pues claro, nos cuidaremos mutuamente.

"No sabes cuánto. Te la voy a devolver mansa, mansa..."

Veo por la prisa que se da en salir del bar que ella tiene las mismas ganas que yo de retomar lo que hemos dejado a medias.

Andamos un ratito calle abajo y nos paramos en un portal. Es perfecto, porque tiene un zaguán profundo y así estaremos resguardadas del frío y de las posibles miradas. No puedo aguantar más, la empotro contra la puerta. ¡Oh, Dios existe! ¡La puerta está abierta! La meto en el portal, ella andando hacia atrás, mientras nos besamos de manera salvaje. Directamente meto la mano por dentro de la camisa, y le cojo la suya y se la meto entre mis tetas. Con la otra mano me voy sin tregua entre sus piernas. Aparto sus bragas y busco su clítoris.

"Marta, vas a correrte y yo me voy a asegurar de ello".

Tu clítoris está duro, es medianamente grande. Lo toco con mis dedos índice y corazón, apretándolo y moviendo mis dedos arriba y abajo. Te como el cuello mientras. No tenemos mucho tiempo. Me apoyo de pie en la pared y flexiono mi pierna derecha, apoyando el pie. Te agarro hacia mí de manera que tu coño queda apoyado en mi rodilla. Sigo tocándote con mis dedos, y voy en busca de tu agujerito. ¡Sí, qué húmedo y calentito está! Es como esponjoso...

A la vez que yo te estoy masturbando tu estás literalmente follándote mi rodilla. Esperemos que no baje ningún vecino ahora, y si baja que se esconda y disfrute del espectáculo.

Tu respiración es fuerte. Gimes, y yo también. Me excita verte así. Con mi otra mano me estoy haciendo un dedito. No sabía que podía hacer dos dedos a la vez. En mi coño solo estoy metiendo el dedo corazón, en el tuyo dos. Saco la mano de mi chocho ardiendo y te desabrocho la camisa y el sujetador, y te subo la falda hasta la cintura. Voy a respetarte las bragas. He cambiado de idea, no me importa correrme más tarde, antes quiero que te corras tú. Siento que me va a estallar el clítoris de un momento a otro. ¡Qué gustazo, joder!

Bajo la pierna, y toda tu entrepierna empapada se frota contra la mía. Yo sigo con el pantalón puesto. Sigo follándote con mis dedos, y empiezo a comerte las tetas. Me encisco con tus pezones. ¡Qué cosa tan deliciosa! No sabía que tenía la lengua tan entrenada. Cada vez gimes más fuerte, así que tengo que sacar los dedos de mi coño y meterlos en tu boca para silenciarte un poco. Los chupas como si te fuera la vida en ello. Me encanta cómo mueves tu cadera contra mi mano. Qué sincronización. No bastan mis dedos en tu boca para que dejes de gemir, así que te beso y te meto la lengua, a la que me introduzco de nuevo los dedos. ¿Dónde están tus manos? Sin parar de meter y sacar mis dedos en tu agujero cojo tu mano y me la meto dentro de las bragas. Con tu mano y la mía me aprieto el clítoris. Sí, señor, nos estamos follando vivas en un portal. Me tiemblan las piernas. ¡Sigue, un poquito más, por favor! ¡No pares de tocarme, joder, que no me quiero correr antes que tú, estoy intentando frenarlo pero me está siendo muy difícil!

- Francesca...
- Dime, cariño...
- ¡Que me corro... !
- ¡Sí, córrete, por favor!

"¡Córrete viva, porque yo ya no puedo aguantarme más..."

Su coño y el mío arden entre nuestras manos. Noto que se estremece y su zona esponjosa le palpita... y de repente siento que la mano se me llena de flujo. ¡¡¡¿¿¿Las mujeres eyaculan???!!! ¡¡¡Sí, sí que eyaculan!!!

Me muerde la oreja mientras se corre. No ha terminado aún y yo estallo de placer. No se si he eyaculado tanto como ella, creo que no, pero desde luego el flujo me chorrea por la pierna... vaya estampa... dos señoras respetables follando en un portal. Pues sí, no hemos tardado ni cuarenta minutos y nos hemos corrido de gusto... y queremos más.

- Marta, creo que deberíamos volver, ¿no? ¿Te ha gustado?
- Me ha encantado... la próxima vez seré yo la que te maneje...

"¡Uuuuh, ¿la próxima vez? ¡Síii! Va a haber una "próxima vez"... ¡Martita, Martita, qué mala eres!".

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...Y tu mujer también lo sabe

- Buenas, ¿qué tal? Ya me ha dicho Rober que estabas acabando unos informes...

"Maldita, qué exuberante vienes, so zorra. No solo quieres dejar claro que este es tu hombre, sino que quieres que todo el mundo tenga clarito que eres feromona pura. Sí, bonita, también te incluiría en mi sucio plan de fornicio. Qué pechos tienes, tan redondos, tan firmes, tan tersos, tan llamativos. La verdad es que yo misma los acariciaría y los besaría suavemente si me dejaras. Vale, tengo que urdir otro plan en el que tú te sientas protagonista. Me haré tu amiga y luego os follaré vivos a los dos. No tienes por qué estar fuera de todo esto, te incluiré gratamente en mi plan..."

- Y, ¿qué tal en tu curro, Marta?
- Pues bien, muy liada. Ya te habrá contado Rober.

"Sí, me ha contado más de lo que debería, teniendo en cuenta que me importa bien poco la vida de su pareja".

- Sí, sí, me ha contado. ¿Quieres un vinito, guapa?

Acepta una y otra vez. Y ya se ha tomado cuatro... La tengo en el bote y ella no lo sabe aún.

- Ven, baila. Desde luego que eres una tiarraca, qué suerte tiene el Rober de tenerte. Estás que te sales.
- Tú también eres muy maja.

"¿Qué estamos, en los Scouts? ¿Cómo que maja? ¿No te das cuenta de que te estoy hablando al oído y de que cada vez que te cojo de la cintura antes paso mi mano delicadamente por tu culo? ¡Venga ya, no puedes estar siendo tan fría! Voy a pedirte otro vino, y no te drogo porque te conozco poco y no sé cómo podría afectarte. ¿Qué significa todo ésto, es el alcohol o es que soy una maníaca sexual que solo piensa en tetas y pollas cuando sale? No, no, joder, es que estáis los dos para haceros polvo, ¿qué culpa tengo yo de que vuestro físico ejerza tal poder sobrenatural sobre mí? Igual algo de culpa tengo..."

- ¿El baño?
- Yo te acompaño, que me meo también.
Mientras esperamos llega el momento de regalarnos las orejitas... qué maja, tú más, qué guapa, tú más... Te pintas los morros (cosa que he hecho yo intencionadamente antes para quedar con tu marido, así que o bien quieres seducirlo o seducirme a mí, o por suerte divina, para dejarte llevar y seducirnos a los dos a la vez). Te tonteo en el baño, y tú me lo devuelves, y no puedes evitar recordarme lo bien que me queda esta camiseta. Y fijarte en que, al igual que tú, tengo las tetas gordas y en su sitio. Me las rozas simpáticamente mientras me dices que si no estuvieras casada harías una locura, a lo que yo, aprovechándome de la situación, te pregunto que qué es para tí una locura. A lo que tú me respondes que lo que yo ya se...

- No, no lo se, dímelo.
- Comerte la boca.
- Eso no es una locura, locura es lo que vamos a hacer después si tú te dejas, guapa...

Te ríes como una adolescente y le das un trago a tu vino. Qué ingenua eres, crees que estoy bromeando. O sabes que no y te pone que te esté tirando tu competidora. ¿Te gustan las hembras alfa? Ahora ya no puedes retirar ficha. Reconócelo, estás deseando ver a otra seduciendo a tu esposo, te gusta saber que las demás lo desean, que podría zumbarse a la que quisiera pero por lo que sea solo te desea a tí. Siento decirte que esta noche nos deseará a las dos, y no solo eso, tú también me desearás y desearás ver cómo él disfruta conmigo.

- ¿Son naturales? (se que no lo son)
- No, ¿a que lo parecen? Son mi mejor inversión. Tócalas, mira...

Las palpo un poco, tímidamente (me ha pillado por sorpresa).

- Bueno, con la ropa no lo noto bien, pero a la vista sí que parecen naturales.

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Se desabrocha la blusa y deja ver su sujetador negro de encaje. Creo que es menester mencionar la ropa que lleva: tiene una blusa blanca fina con botoncitos negros y los puños a juego, y una falda negra de tubo y de talle alto, que le llega hasta las rodillas. Me recuerda a las vendedoras de perfumería del Corte Inglés. Medias color carne y zapatos negros de piel y con un tacón no muy fino.

- Toca, toca.
Esta vez toco con las dos manos abiertas, cojo sus pechos con toda la palma y los palpo y aprieto suave pero firmemente. ¡Madre mía, qué tetazas tiene esta señora! Llaman a meter la cabeza entre ellas y dejar que te envuelvan toda la cara.

- Y, ¿se quedan firmes, como dicen? Sin sujetador, me refiero.
- Sí, claro, mira. Toca, toca, que no pasa nada.

¡Se va a desabrochar el sujetador! Es de esos que se abrochan por delante. ¡Qué perfecta es! Lo tiene todo al detalle.

- Sí, si, qué tersas, qué bonitas... y qué bien puestas.

Las toco a conciencia, de hecho no separo mis manos de ellas. Tiene los pezones duros. La aureola es perfectamente redonda, como una galleta Oreo marrón oscurita. Los pezones son grandes y puntiagudos.

- ¿Tú no te las tocas todo el rato? Me encantan, doy fe de que has hecho una buena inversión. Fréname, porque como te descuides te las como.

Sorprendentemente, sigue con las tetas al aire. Cree que estoy de coña. Así que vuelvo a agarrarlas y le invito a que compruebe la consistencia de las mías. No se lo piensa y me las coge con una sola mano. Primero me aprieta una y luego pasa la misma mano por la otra. Cada vez estamos más cerca y el vino empieza su efecto. Hay un lavabo y detrás un espejo. Ella está apoyada en el lavabo, de pie, y yo frente a ella de pie también. Estamos muy muy cerca, tanto que nuestras caras casi se tocan. No se cuando, pero nos hemos cogido las manos. Mi derecha con su izquierda, y jugueteamos con ellas. Me la suelta y se abrocha el sujetador, pero su blusa sigue abierta. Acerca su cara a la mía. Roza mi mejilla y pasa sus labios cerca de los míos, en dirección a mi oreja, y me susurrra:

- ¿Qué me estás haciendo, bruja?

A lo que yo, tras darle paso a un escalofrío que recorre todo mi cuerpo desde esa oreja que ha recibido su aliento caliente hasta mis pies, me dirijo a la suya y al igual que ella le susurro:

- ¿Qué quieres que te haga?
 
Y le doy un bocadito en su lóbulo suave y calentito. Noto que ella también tiene escalofríos, porque mueve la cabeza como agachándola hacia un lado y hace un ruidito que no llega a ser gemido. También encoge los hombros. Yo busco su boca, despacito y besándola desde la oreja, pasando por su cuello y mejilla hasta llegar a sus carnosos labios. Sigue apoyada en el lavabo con mi mano derecha cogida y mi cuerpo totalmente pegado al suyo. ¡Qué cuello tiene, qué olor tan dulce y tan feromónico a la vez! Qué suave, qué delicado, y qué labios gordos, rojos, ultra-deliciosos... Nos damos unos besitos y busca su lengua con la suya. La encuentra. Tiene toda su lengua metida en mi boca. Nos estamos besando apasionadamente. Le muerdo el labio suave, aunque tengo que controlarme para no apretárselo. Sin duda, esta es la noche de mi vida. ¡Me la he ligado! Está jamonaca y tiene unas tetas porno total. Y me está comiendo la boca con tantas ganas como yo a ella. No lo puedo evitar y con mi mano izquierda, que la tengo libre, vuelvo a su delantera. La meto por dentro del sujetador. ¡Hmmm, qué redonditas son! Te las aprieto de nuevo, te rozo los pezones con mis dedos. Te acaricio por la clavícula. Vuelvo al pecho y empiezo a bajar. Qué barriga tiene... esta tiene que ir al gimnasio o algo. No puede ser que esté así de buena. Me arde el coño, no se ni cómo explicarlo. Estoy ultra-caliente. ¿Será puta? Igual mis amigas le han pagado para que yo moje de una vez. Aun así me la pienso follar. Hasta yo misma le pagaría.

"¡Joder, Marta, te voy a hacer polvo, bonita!".

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Lo sabes...

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Que me haya pintado los labios de rojo y me haya puesto mi mejor sujetador, no ha sido porque sí. Llevo cinco meses, dos semanas y tres días sin sentir nada en mi entrepierna. Hoy es el día. No te voy a dejar escapar. Por fin te he convencido para que dejes a tu querida esposa en casa, y te vengas a tomar unas cervezas conmigo. Luego te convenceré para que sean vinos.

¡Dios de mi vida, qué guapo que estás y qué bien hueles, joder! Me aprovecho, y al saludarte te abrazo y rozo mi pecho contigo. Aún no has hecho nada y yo ya estoy que ardo.

- ¿Otro vinito? (me da igual lo que digas, lo voy a pedir). Llevamos tres cada uno. Qué boca tienes, cretino. ¿Me estás provocando? Quiero morderla. Hmmmm… qué rojita y qué jugosa… y esas manos, enormes… Anda, ponte la chaqueta y nos echamos un piti (póntela, porque como sigas ahí delante marcando pecho… y brazos… y esa barriguita cuadrada… ponte algo que te cubra porque estoy a pique de meterte la mano y tocar esa piel tuya que me llama locamente).

- Venga, tú, vamos a fumar.

¿Cómo te deja tu mujer venirte de cañas conmigo? ¿Es que no sabe lo macizaco que estás? ¿No es consciente de que te voy a violetear ahora mismo? Pensé en echarte algo en la bebida, pero creo que con el alcohol y mis sobre-feromonas será suficiente. Qué pena que tu esposa no sea mi amiga. Créeme, no voy a tener reparo. Creo que si escucharas mis pensamientos saldrías corriendo. No te estoy escuchando, solo te huelo y te veo moviendo la boca. Lo sabes, sabes que esa lengua tuya estaría mejor jugueteando con la mía.

Venga, acércate. Roza tu cara con la mía. Deja que tu naricita roce mi oreja. Déjate llevar. Si quieres… y lo sabes… yo no voy a contar nada, y he de compensarte, que lo que me pone más que el hecho de que me la metas hasta el fondo es que se te ponga dura, y que lo desees tanto como yo. Me pone ponértela dura, que me desees y que sepas que está mal. Que quieras besarme, pasar tu lengua por mi orejita al rojo vivo, que me agarres el culo y te aprietes sobre mí. Que quieras apretar tu polla contra mi pelvis. Con ropa. Que quieras coger mi mano y llevarla sutilmente sobre tu pene duro y sobradamente marcado en tu pantalón.

Venga, acércate. Abrázame, bésame sin pudor. Mete tu lengua en mi boca, y deja que se conozcan. Deja que meta mi mano en tu pantalón. Por encima de tu cintura, hmmm.. Tu piel, esa parte suave que está por encima de tu pelito… déjame tocarla, y que pase la frontera de tus calzoncillos. ¿Crees que no he visto ya tus gayumbos? Son los más calientes que tienes, los tengo estudiados, hijo de puta. ¿Cómo me pones tan cerda?

Veo que aún no te has puesto la chaqueta… creo que sabes lo que eso supone, marrano!!! ¿¿¿Qué pezones marcados me llevas???!!!!

- Ahora viene Marta. - ¡Estupendo! (¡Cabrón! ¿No pensabas informarme de esto? ¿Me bebo tres vinos y ahora viene la frígida de tu esposa?).

Estoy segura de que me has calentado conscientemente. Has de saber que el hecho de que ella esté aquí no aparte de mi mente el que te coma la boca y me ponga incandescente imaginándomelo hasta entonces…  

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