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Revisitando Las Mareas

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Nos sentimos únicos y particulares. Escribimos sobre nosotros mismos para después darnos cuenta de que nuestra singularidad no es tal, que otros han vivido y sentido como nosotros idénticos vaivenes emocionales.

En la noche más oscura las emociones se alimentan. Nos respiramos unos a otros, nos damos calor y confort en un microcosmos que hemos creado al margen de este otro mudo que nos rodea. A mi alrededor siento como si un coro de voces me susurraran sus historias, que son parte de sus vidas. Ya están en mi red tejida de hilos invisibles.

Eva ha interpretado Las Mareas con sus dibujos. Algo en esta historia personal pero en el fondo tan común, le resultó familiar. Allí está, en una sola imagen, la esencia del texto. Me siento extrañamente comprendida y un tonto atisbo de sonrisa se planta en mi corazón.

En Las Mareas está también la música que me ha acompañado siempre. Ya de pequeña fui rara con la música, permanentemente presente. Influencias de otros marcaron desde muy temprano mis gustos. A finales de los setenta y principios de los ochenta, mientras otras adolescentes totalmente colonizadas por los gustos musicales impuestos desde Súper Pop, no pudieron salirse de la ruta marcada por lo convencional, yo continúe siendo rara. Entre los 10 y 12 años mis hermanas decidían en casa y una década marca la diferencia: Serrat, Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, Lluis Llach... mientras otras niñas hubieran hecho oídos sordos yo prestaba atención.

Seguí haciéndolo durante muchos años. No sé si ellas serán conscientes de cuánto y cómo me marcaron, en lo musical y en lo personal. Años después, cuando en mi cabeza empezaron a sonar otras canciones, se volvieron las tornas. Me volví una loca de las cintas de casetes personalizadas. Ahora parecen prehistoria musical, ya nadie regala esos tesoros que tanto nos costaba elaborar. Siempre que veo Alta Fidelidad recuerdo aquella época con añoranza. Era un trabajo arduo, nada se elegía por que sí.

Aún conservo algunas grabaciones que ya no escuchó nunca. Significaron momentos especiales difíciles de olvidar. La doble pletina de mi equipo Technics hace tiempo que no trabaja. Y mis discos de vinilo de mi vieja colección reposan tranquilamente, solo salen muy de vez en cuando de sus fundas no solo para sonar, también para recuperar una época.

Esa música que reposa en las estanterías me ha ayudado a llegar hasta aquí. Ninguna de las canciones mencionadas en Las Mareas está seleccionada aleatoriamente. Todas están ahí por algún motivo. Quizás pudiera haber mencionado otras muchas de una lista interminable de excepcionales instantes musicales.

En cualquier caso no importa, seguirán apareciendo en cualquier cosa que escriba, porque son una parte importante de mis experiencias vitales.

Revisando Las Mareas me doy cuenta de sus errores pero es difícil localizarlos en las distancias cortas. Nada es perfecto. Abogamos por escribir con las entrañas, para bien y para mal. Aparentemente, unos dejamos más rastros que otros, pero las apariencias engañan. Solo hace falta bucear por el fondo, tras la espesura del bosque siempre se abre un claro. Las huellas están ahí y siempre acaban por aparecer.

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