derh cetto

Red dirt girl

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Mi mejor amiga se llamaba Lilian. Solíamos pasar las sofocantes tardes de verano al cobijo del porche delantero de su casa. Contábamos con Gideon, un sabueso pulgoso que guardaba nuestra muralla de maderas secas y descoloridas por el sol de Alabama.

redhot2Todavía puedo ver los destellos dorados de la pequeña radio que escuchábamos sin para hasta que el abrasador calor del sur se escabullía por la rendija del anochecer. Dos harapientas y coloradas chicas, coloradas como la misma tierra roja que pisaban con los pies descalzos, justo cruzando la frontera, un poco al sureste de Meridian.

Aún recuerdo el olor a gasolina y sudor de su hermano. Ese día mientras arreglaba una Indian del 49 canturreaba y nos sonreía con esa mirada pícara y divertida. <<Sis’, cuando la vieja 49 esté terminada correré tan veloz como el viento. Tanto que subiré hasta la luna, la rodearé en tres segundos y estaré de vuelta antes de que mamá nos llame a cenar>>. Nunca corrió por ese largo camino. Lo más lejos que pudo llegar fue hasta Vietnam. El día que el telegrama llegó a casa de Lilian yo estaba ahí, de pie frente a ella bailando y riendo mientras Hank Williams sacaba notas alegres de una guitarra. En ocasiones sueño con el cuerpo del pobre chico, pudriéndose bajo toneladas de lodo, yaciendo en algún lugar a un millón de kilómetros de Meridian.

redhot4Ella a veces fijaba sus ojos en la distancia igual que los de Gideon cuando veía una presa lejana, <<No hay mucha esperanza para unas sucias y coloradas chicas como nosotras>>, decía entonces, y su voz parecía salir de un túnel oscuro donde el aire es tan pesado que lo notas sobre los hombros, comprimiéndote la columna. Siempre creyó que en algún lugar de este enorme mundo había una pizca de esa ilusión, una pequeña porción que nos pertenecía. <<Así caigan las estrellas sobre Alabama, te juro que excavaré la tierra en un lugar lejos de aquí, donde los golpes de mi azada produzcan un sonido tan alegre que se escuchará al otro lado de la luna>>.

Se convirtió en un mujer alta y fuerte, como lo ha de ser una mujer en el sur. Enterró con sus manos al viejo Gideon junto a un arbusto de Mirto, donde colgó su collar, frente al porche donde tantas canciones cantamos de pequeñas. Con el paso del tiempo el alcohol y la ira consumieron a su padre y su madre agachó tantas veces la cabeza que su frente se volvió roja como la tierra que pisábamos. Recuerdo que se metió en líos con un chico del pueblo, sí, ese tipo de chicos del sur. Creyó que a ella no le pasaría como a sus padres, que podría instalarse en una preciosa casita, excavando los rojos cimientos, como tumbas, justo al lado de la roja y sucia frontera, un poco al sureste de Meridian.

redhot3Se pasó años tratando de amar a alguien que no lo merecía, atrapada en una relación que cada día la hundía más en la misma tierra que excavaba. Hay quien se rinde ante los vicios, hay quien pierde la vida estúpidamente, para ella, tratar de amar no era más que otro modo de quebrar el corazón desde dentro. Pero algo que no te cuentan de la tristeza cuando te apresa es que nunca dejas de caer, porque no hay un final, no hay modo de hacer pie. No lo hubo al menos para Lilian.

La última vez que la vi teníamos 37. Entonces dio a luz por quinta vez. Fue una niña, Lilian le puso mi nombre. No sabría decir cuando tomó el peor desvío. Siempre creí que fue por el alcohol o por todas esas pastillas que tomaba ¿o se trataba de pisotear sus sueños para que dejaran de arañarle el estómago? Lo que sí sé es que nadie leerá en la prensa nacional nada acerca de la vida y la muerte de Lilian, una mujer que nunca cruzó la frontera de Meridian.

Esta noche las estrellas siguen su curso como todas las anteriores, pero en Alabama un movimiento se ha detenido para siempre, sin ruido, inerte y pesado, sobre la sucia arena roja.


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