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La historia de la noche (X)

10. Las horas del día

César se despierta. No necesita despertador, tiene uno de serie, natural, de nacimiento, dentro de la cabeza, el que siempre le hace abrir los ojos a la hora exacta, siempre a la adecuada. En este caso son las siete y cuarto de la mañana. Se levanta. Se quita el pijama y lo echa en el cesto de la ropa sucia. Se lava los dientes. Hace gárgaras con Oraldine. Se ducha. Se pone el traje, un Armani de ochocientos Euros. En la cocina, exprime dos zumos de naranja, prepara dos tazas de café, cuatro tostadas con mantequilla y mermelada de frambuesas. Y en un búcaro planta una rosa roja. Pone todo en una bandeja. Vuelve al dormitorio y coloca el desayuno sobre los pies de la cama. Marga todavía está escondida bajo las sábanas. César la despierta con suavidad, con un beso en la mejilla. Ella abre los ojos con parsimonia, enlegañados.

- Cariño, despierta, tenemos que irnos en veinte minutos.
- Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahfffffffffffffffffffffffffffff. Gracias cielo. Qué rico, mi amor, pero no tengo hambre.
- Venga cómetelo todo, lo necesitas, es como una medicina.

Marga coge una tostada y se la traga a regañadientes, con cara de asco. Luego se bebe el zumo de un trago, sin respirar, como si fuese jarabe o aceite de hígado de bacalao. Se levanta de la cama y se quita por la cabeza el camisón azul claro. Las dos mastectomías visibles hacen que su cuerpo parezca el de una momia. Está huesuda, famélica. César mira por la ventana mientras sorbe café.


horas1

 

- Cielo, no tengo ni puta gana de ir a la quimio, estoy hecha mierda. No puedo más…
- Venga, no seas quejica, quedan cinco sesiones y estarás curada.
- No sé, espero que sea verdad esta vez. ¿Adónde vas a ir luego?
- Primero tengo una reunión en jefatura, luego que tratar unos asuntos con Candela. Todo rutina.
- No me la nombres, me da asco.
- Es buena tía, no seas así. ¿Dónde has quedado con tu madre?
- Es una puta. He quedado en la puerta del hospital, junto a la parada de taxis.

Marga frunce el ceño. Se viste deprisa. Un trajecito de chaqueta azul marino que le sienta fatal. Tiene la cara demacrada, ni las cuatro capas de maquillaje que se pone pueden disimularlo. Cogen el coche en el garaje. Toman rumbo hacia el hospital de La Paz. Madrid está atascado, como cada mañana. Cientos de mierdas que van camino de su trabajo de mierda en su rutina de mierda. Marga apenas habla, está nerviosa. César pone la radio. Escuchan una mierda de informativo en el que en un tono aséptico se habla de lo mierda que es el país en el que viven y de lo hijos de puta que son todos sus habitantes, de cómo unos se echan la culpa a otros de lo cabrones que son todos, de cómo unos están arriba, otros abajo, de que eso no va a cambiar nunca, y de que los de abajo desean llevar la vida que los de arriba disfrutan.

Llegan al hospital. La madre de Marga está esperando donde convino. Una vieja setentona de pelo cardado con cara de mala hostia. César se baja del coche y abre la puerta amablemente a Marga. Se dan un beso de despedida y las dos mujeres se dirigen hacia la puerta del hospital. César arranca de nuevo y toma La Castellana hacia el Sur. Al llegar a la zona de Alberto Alcocer gira, sale de la avenida y aparca junto al Eurobuilding. Entra a un portal enfrente del hotel. Quinto piso, letra B. Llama a la puerta. Abre un tipo calvo cincuentón trajeado, que sonríe al verle.

- Hola, César.
- ¿Qué tal, Manuel?
- Pues bien, vamos tirando. Pasa, aquí tengo lo tuyo.
Entran a un despacho con un gran ventanal a una avenida. Se sientan uno a cada lado de un escritorio. Manuel saca un sobre de un cajón. Se lo entrega a Argote. En el interior, un taco de billetes de doscientos Euros.
- Ahí lo tienes, como lo pediste. En billetes de doscientos, cuéntalo si quieres, ciento cincuenta billetes limpitos. Ninguno de quinientos, a tu gusto, buen provecho….
- Los “Binladen” son un coñazo, Manolo, no los admiten en ningún sitio.
- Ya, ya lo sé. Entonces quedamos en eso….
- Ni te preocupes. Si los paran a la altura de Jaen, que es el único sitio peligroso, llaman al teléfono que te dí y yo lo soluciono con los picoletos. Pero tranquilo, todo va a ir rodado. ¿Alguna cosa de la que deba enterarme?
- En la parte media los fardos, en el doble fondo de delante lo de siempre, pero todo seguro.
- No deis sustos con eso, ventilación a los pasajeros….
- Está todo estudiado, como otras veces. Lo único algo chungo será a la vuelta….
- A la vuelta….
- A la vuelta en el compartimento de pasajeros irán dos fiambres.
- Pero….
- Sí, dos chicas. Espero que no haya problema. Son dos chinas…
- En ese caso ninguno, como siempre….
- Imposibles de identificar….
- Perfecto entonces, no te preocupes. ¿Y el resto de lo mío?
- Ahí dentro. Pasa, que te están esperando.
- Gracias Manolo.
- Gracias a ti. Y siento lo de Cercas.

César se introdujo por un pasillo lateral y abrió la tercera puerta a la derecha. Haiza y Latifah estaban esperándole dentro, desnudándose al borde de un jacuzzi mientras hablaban en árabe entre risas. Al verle aparecer fueron raudas a besarle, solícitas.

- César, cariño, ¿qué tal?
- Muy bien, Haiza. Tan buena como siempre, veo jaja. Lati, ¿y ese tatuaje?
- Un tribal, ¿a que queda chulo? ¿Te gusta?
- Queda fenomenal ahí, encima del culo, muy sexy. Qué culo tienes, hija mía…

César se desnudó con prisa y se metió en el jacuzzi, donde ya le esperaban las dos moras. Se puso a flotar con la polla empalmada como un escollo fuera de la superficie. Latifah se la agarró con fuerza y comenzó a chupársela como si no hubiera mañana. Mientras, Haiza salió del agua, sacó de un cajón un tubito de ácido hialurónico y empezó a untárselo por el ano. Después, se puso a cuatro patas sobre el borde de la bañera, le dio el tarrito a César y éste se puso un poco del ungüento sobre el pene. La penetró con facilidad, de un golpe, por la puerta de atrás, entre roncos gemidos. Tardó poco en correrse dentro de ella, mientras Latifah le pasaba las tetas por la cara. Finalizado el acto anal, los tres se repanchingaron en las profundidades del pozo burbujeante, como morsas en una cálida tarde sobre las soleadas playas de la Antártida.

- Si no os importa me tenéis que dar un botecito de estos de ácido lubricante, es muy bueno, cojonudo.
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horas2

- César, estás jugando con fuego. No tienes remedio.
- Candelita, soy un truhán, soy un señor.
- No me hace gracia. Y tengo que preguntarte una cosa: ¿por qué me mentiste en Dushanbe con lo de Juan?
- Yo no te mentí, tú te lo creíste deliberadamente, no seas zorra. Teníamos que irnos de allí o acabábamos todos en ataúd. Era una puta trampa. Lo que no estaba previsto es que tu Rambo entrara por la puerta trasera y se cargara al cabrón, de eso me he enterado más tarde. John Rambo, el del gran rabo, el de los cojones cuadrados, el que rompe todos los planes a todo el mundo, el bueno, el “don Perfecto”…. ¿A qué viene esto ahora? No sé por qué pregunto, el sensei sodomita tiene algo que ver…. ¿a que no miento?
- Tienes mucho morro. Si sigues por este camino yo no voy a poder protegerte siempre de que Juan se entere del pastel. Bastante he obviado decirle la verdad desde hace tiempo, no quiero meterme, es entre vosotros, pero esto pasa ya de castaño oscuro. Sí, he estado con Aguinaga. Deberías pasarte a verle…
- No me gusta su cara, Candela. Todavía tengo aquí en el gemelo el mordisco de la hija de puta de su perra. Y no me creo que fuera fortuito, la puta de la perra sólo ataca si se lo ordena el amo. Valiente cabrón. Pero tiene su vida donde se merece…. A ver si se muere pronto…
- ¿Dónde has quedado con Sonia?
- En el Zouk, como siempre. Pero si quieres venirte, puedes. La llamo, cancelo la cita y santas pascuas. Me encantaría echar un polvo contigo en vez de con ella, por los viejos, viejos, viejos tiempos….
- Que te den, César.
- De toda esta mierda en la que estamos metidos tiene la culpa el hijo de puta de Coarasa. Sin él todo estaría en calma chicha. Otro don Perfecto. Otro que tiene bien empleado que .le cortaran la polla y se la metieran en la boca.
- A muchos se les ha ido de las manos el juego de los chantajes. A ti incluido, muchas veces. Jugar en todos los bandos tiene sus pros y sus contras….
- Nada es lo que parece, Candela, nada es lo que parece. Nunca digas nunca jamás, ni este hijo de puta de cura no es mi padre, porque todos follan con todos por el culo, Tirios y Troyanos. ¿Y quién es Tirio y quién es Troyano? Que venga algún hijo de puta a explicármelo el día del padre.
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Aparcaron el coche en la puerta de la habitación. Nadie podía verlos. El Zouk es el mejor picadero en el caso de que quieras echar un polvo discreto. Sonia recorrió la habitación y se lanzó de golpe sobre la cama, admirando su reflejo en el espejo del techo. Con un movimiento de pateo tiró los zapatos de tacón bien lejos, rebotando sobre la pared del fondo. César abrió el mueble-bar y descorchó una botella de champán.

- El champán me da dolor de cabeza, César.
- Pega unos tragos, anda, no seas sosa.
- Estoy un poco cagada, Juan está muy raro.
- Llevamos años follando y no se ha enterado, no te preocupes. Don Perfecto es un perfecto gilipollas en lo del follarcio, Sonia, ya lo sabes. Y yo te quiero…
- Me quieres follar jaja….. es que no me siento bien, César, Marga está hecha una mierda y nosotros aquí, echando un polvo como si no pasara nada.
- Sonia, a mi mujer le quedan un par de meses de vida. Es así, se va a morir follemos o no follemos, ¿por qué ser infelices? No podemos hacer nada, la vida sigue, el mundo seguirá girando y los amantes fornicando. Polvo al polvo…

Se lanzó sobre ella. Se besaron metiéndose las lenguas hasta el duodeno. César la quitó la falda de un tirón, y la sacó la camisa sin desabrochar. Él se quitó los pantalones torpemente, se aflojó la corbata, y se quitó la camisa también sin desabotonar, de un tirón fuerte hacia arriba. Dio la vuelta a Sonia sobre el colchón, y de un bolsillo sacó el ácido hialurónico.

- ¿Qué haces, cerdo? Ten cuidado, por el culo me haces daño.
- Tranquila, he comprado esto y me han dicho que es mano de santo.

Le untó el ano a ella con un delicado movimiento de dedo índice. Luego se esparció el sobrante por el glande. La tocó el clítoris y la metió un dedo en el coño para ponerla a tono, pero se dio cuenta de que ella ya estaba mojada previamente como una perra. Se la metió entera de un empujón por el orificio rectal, el supositorio que calma todos los dolores. Ella se estremeció y emitió un grito parecido al que chilla un manifestante cuando un antidisturbios le sacude con la porra en las pelotas. César empezó a entrar y salir cada vez más deprisa, rezongando como un mulo, hasta que, apenas al minuto, sus fluidos corporales salieron de sus entrañas hacia las de Sonia como si fueran Usain Bolt camino de la ansiada meta, de la gloria mundana. Después, César se bajó de su grupa por un lado y cayó abducido sobre el colchón, mientras ella, al ver su desdén, se autorremató la faena con una paja.

- Pongo a este espejo del techo por testigo de que nunca volveré a pasar hambre.
- Ni sed….
- Y de que a cualquier hijo de puta que se interponga entre nosotros me lo llevo por delante.
- Tampoco es para tanto, César…
- Llámame Argote, el del gran cipote.
- Pero esa leyenda del tamaño es a todas luces mentira, Argote jajaja, a la vista está.
- Al menos déjame soñar un poco, princesa de Leganitos…
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horas3

Son las doce de la noche. César espera con el coche aparcado junto al portal. Marga baja de casa de su madre. Monta en el BMW. Tiene muy mala cara. Él se gira sobre el asiento y le da un ramo de flores que lleva en el asiento de atrás.

- Gracias cariño, son muy bonitas. Vaya horas.
- Todo complicado, como casi siempre, cielo. ¿Cómo ha ido la cosa?
- Mal, me he desmayado en la sala de espera de la consulta, una bajada de azúcar. Y he vomitado al salir. Pero dice el médico que la cosa va mejor…. Tienen que hacerme las pruebas sanguíneas, pero parece ser que no hay rastros de células dañadas hasta ahora.
- Pues claro, cielo. Te vas a recuperar. Venga, ánimo, hay que seguir luchando.
- Huelen muy bien, me encantan las rosas rojas….

Tomaron dirección hacia San Chinarro, el barrio bien donde habitaban desde hacía años. Apenas había tráfico sobre el Madrid ya oscuro. Llegaron a casa en apenas diez minutos. Subieron al décimo piso en un impoluto ascensor. Ella se desnudó en el dormitorio y se tumbó en la cama con los brazos en cruz, estilo San Andrés sobre la cruz en aspa.

- Cariño, te va a parecer flipante, pero me apetece que me eches un polvo…. Estoy jodida, pero creo que lo necesito. Pero me escuece mucho el chocho uffff mierda de vida, joderrr,,,.
- Tápate, que te vas a enfriar. Sonia, estoy hecho polvo, me duele la cabeza, duérmete mejor, mañana….. o si no, espera. Mira lo que me han regalado, lo tengo en el bolsillo…. mira, me lo han dado, es ácido hialurónico, dicen que sirve para casi todo, dátelo ahí, que te va a calmar el ardor.

Sonia se untó lo que quedaba del ácido del frasco y sintió un alivio momentáneo. Cerró los ojos y por unos instantes consiguió relajarse hasta casi dormirse. César salió a la terraza y se encendió un cigarro. Apoyó los codos sobre la barandilla, exhaló el humo. Allí estaba Madrid, con la luna en cuarto menguante adornándolo al fondo. La luna es mentirosa de cojones, cuando se muestra en forma de “C” quiere engañar, no está creciendo, la luna nunca es lo que parece ser. César pensó en Sonia, en Marga, en Candela, en el cabrón Rambo de Juan Sans, en el sodomita de Aguinaga, en todas las lucecitas que podían verse desde allí, a lo lejos, pensó en que detrás de cada una hay un gilipollas con una vida de gilipollas con mil esperanzas y mil tristezas, y que todas esas existencias, las más movidas y excitantes tanto como las más sencillas y monótonas, iban a acabar tarde o temprano del mismo modo. Pensó en la montaña de arena del campo de tiro de Perales del Río, en Coarasa, y en Martín Cercas, y en lo poco que importaban todos y todo a todo el mundo cuando se trataba de poner la excusa perfecta de sobrevivir, de sobrevivir o de dar por culo, ambas cosas igual de importantes en la jerarquía de valores de la vida. Si lo miras bien, desde un punto de vista sincero, el río de mierda lo arrastra todo, todo es lo mismo, todo forma parte de él, no hay santos, no hay demonios, todo es un río de la misma porquería que viaja a toda velocidad hacia un aparentemente inmenso mar de mierda salada.

El muerto al hoyo, y el vivo, al bollo. Apagó el cigarro y lo lanzó al vacío. Entró de nuevo en el dormitorio.

- Sonia, ¿te has dormido ya?
- ¿Cómo que “Sonia”?
- Perdona, Marga, no sé en qué estaba pensando. Anda, duérmete, mañana será otro día...


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