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LA MEMORIA EN IMÁGENES II. Patios

Baño en el patio

No podíamos dejar de mirarlas. Nos incorporábamos sobre el asiento trasero, nuestras caras pegadas al cristal. Las monedas caían una a una en la hucha y el luminoso sobre el edificio de Caja Postal nos atraía magnéticamente. Como todos los domingos volvíamos en nuestro simca 1000 blanco de visitar a los abuelos. En cuanto el coche enfilaba el tramo de La Castellana hacía Atocha a la altura de Cibeles, mis padres nos despertaban para que las viéramos caer. Siempre nos quedábamos fritos en el trayecto de vuelta a casa.

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Fantasías Intimas (I) Ese oscuro placer

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No podía encontrar nada más dulce para mí que recoger entre mis labios aquel líquido oscuro, denso, con sus pequeños coágulos adornando su textura. Me fascinaba su sabor, me deleitaba en él. Mi conocimiento de este fluido llegó hasta el punto de elaborar un exhaustivo análisis de su evolución. Solo posarse unas gotas en mi paladar  y era capaz de averiguar al instante en qué día menstrual se encontraba mi amada. Los días anteriores al comienzo del ciclo, el gusto de sus fluidos se tornaba más ácido, su perfume se agriaba. Su cuerpo se transformaba también, más sensual, enormemente receptivo.

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Fantasías animadas

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Soy un ser dado a la dispersión, que le vamos a hacer. Mi capacidad de concentración puede ser intensa o sencillamente ínfima y mi pensamiento puede trasladarse de un extremo a otro de mi cerebro, en un extraño pero continuo hilván de ideas que no necesariamente tienen que ver entre sí.

Pienso con frecuencia en las sesiones de cine dobles de antaño, cuando Madrid era un hervidero de salas donde se podía elegir entre cine de estreno, reposiciones de viejas películas o clásicos atemporales. Ahora, muchas de estas salas se han reconvertido en tiendas de ropa, zaras, mangos, haches y emes, establecimientos de comida rápida, o lo que es peor, han quedado completamente abandonados, transmutados en enormes edificios fantasmas. Espacios para la cultura devorados por el frenesí consumista. Hoy apenas quedan en Madrid capital una treintena de salas, unas pocas más que en 1923.

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