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Ni contigo ni sin ti

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Hoy había sopa para cenar. El caldo que sobró de hace dos días con tapioca. A Blanca no le gustan los fideos. Una ensalada de soja para ella y para mí un yogur. Esta tarde fuí a hacer la compra. Ella tiene kiwi en casa, su fruta favorita.

De repente, se abrió la puerta de la cocina. Estaba escuchando mi lista de canciones en las que estoy trabajando para pinchar mi nuevo tema y no la sentí llegar a casa.

nicontigo2- No te lo vas a creer, Christian, ha vuelto a ocurrir. Llevo 15 años currando en esto y yo nunca he tenido un despiste así. Como esto siga así, ¡no sé cómo vamos a terminar ella y yo!

Otra vez alterada, a ver qué le pasa hoy. Llevo todo el día esperando que llegue para romper con la aburrida rutina de mi día a día en casa pero, sinceramente, lo último que me apetece es que me escupa otra vez sus problemas del trabajo. Voy a darle un beso bien fuerte a ver si con eso se le pasa.

- ¡Quita, quita, no seas empalagoso, anda!. No sé cómo ha podido pasar otra vez. Mira que desde el otro día que se dejó a la mujer de la permanente en el secador una hora más y acabó con el pelo achicharrado, no le quito el ojo de encima. Además, esta vez lo sé perfectamente porque tuve que usar todo el dinero suelto de la caja para dárselo a una mujer. ¡Cómo puede ser que le cobre a una clienta que tenía un tinte sólo un corte, explícamelo! !Esta tía se cree que yo me chupo un dedo! Así ¿cómo voy a dejarla sola en la peluquería? ¡Es que ni siquiera los martes por la tarde como hasta ahora! ¡Voy a tener que estar pringada a todas horas!

Lo que me imaginaba, lo mismo otra vez. Desde que tuvo que despedir a Vanessa, viene cada día con una rabieta nueva. Y eso que Elena tiene mil veces más paciencia. Supongo que ella, al igual que yo, estará harta de estos humos que enturbian el ambiente cada vez que habla de este modo.

Le sirvo la sopa bien caliente aunque creo que hoy Blanca hecha más humo que el caldo del plato.

nicontigo2- Tranquila, cariño. No ganas nada poniéndote así. ¿Por qué no pruebas a hablar con ella tranquilamente de esto?
- Cómo que tranquilamente, ¡esto es intolerable! A ver si se entera ya que la que manda aquí soy yo. Estoy muy cansada de su actitud y que haga y deshaga a su forma. Este es mi negocio y estas son mis normas. Si no le gusta, ¡que se aguante!

¡Oh, oh! Esto me huele mal. La última vez que le oí decir algo así me lo dijo a mí. La discusión acabó cuando desencajó la bisagra de la puerta del comedor de un portazo. Yo me fui de su casa y nos dejamos de hablar durante ocho meses. Me pregunto quién puede soportar que le hablen así.

- Blanca, Elena está un poco despistada últimamente, pero ya sabes lo buena profesional que es; llevas trabajando con ella un montón de años, tú misma decías que Vanessa no sacaba el mismo trabajo.
- ¿Qué pasa contigo? ¿Acaso le das la razón a ella? Este es el segundo mes que estoy raspada para pagar los gastos del local y su sueldo, y encima me dice que tiene la base de cotización baja porque es la mínima. Si le estoy pagando en negro hasta los 1 000 euros como cuando no había crisis y aún se queja la muy...

Yo conozco esa situación, la sufro en mis carnes. Después de estar un par de años cambiando de curro a curro como camarero y portero de discotecas haciendo todos los turnos del mundo, de repente me veo sin trabajo y ella tiene que hacer frente a todos los gastos. Aunque esta forma de sobrellevar las cosas no lleva a ningún sitio.

Ese día no llegamos al postre. Ni siquiera a la ensalada. Blanca se tomó un té relajante, después un tranquilizante y finalmente consiguió dormir.

Los días siguientes, más de lo mismo. A mí ya se me quitaron hasta las ganas de cocinar. Hasta las ganas de hablar. Blanca siempre sacaba el mismo tema.

A finales de llegada vino con la noticia que yo ya presentía. Su compañera de trabajo no aguantó su continua falta de respeto y confianza. Elena le dijo que se iba a trabajar como ayudante en una clínica dental.

- Se creerá encima que la han contratado porque sea buena para el trabajo, si la han contratado es porque seguro que la ha enchufado su novio el policía local. Eso es lo que ella quería, buscarse un trabajo para estar sentadita, ¡que no se estrese mi niña!

Las cenas no mejoraron después de aquello. De hecho, empeoraron. Para ser más exactos, prácticamente desaparecieron. Al principio, atendía al mismo volumen de clientes, pero ella sola. Durante la siguientes semanas, los clientes fueron bajando rápidamente, pero el alquiler del local seguía costando lo mismo a pesar de ahorrarse el sueldo de Elena.

nicontigo4El sexto mes fue el definitivo. Ahí decidió que el planteamiento del negocio, tal como lo llevaba hasta ahora, ya no era rentable. Era hora de cerrar aquel local en el que había invertido todas sus ilusiones durante los últimos 8 años.

Volvería a trabajar en Llongueras con sus compañeras, a vivir esa experiencia que la desarrolló como profesional. Sueldo fijo de nuevo. Cero preocupaciones laborales a la vuelta a casa. Por fín volvimos a cenar tranquilos.

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