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Prohibido el baño a niños mayores de 10 años

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0,8 m es la cifra que se puede leer en la marca del borde de la piscina. Sinceramente, nunca hubiera pensado que fuera tan poco profunda. Ésta era mi zona preferida. Nada más llegar me gustaba nadar de un ancho a otro, justo después de comer. No solía coincidir con nadie conocido. Después, los demás niños comenzaban a venir. Había días que jugaba con ellos. La mayoría de las veces jugaba solo.

La parte más pequeña era la del fondo, donde el agua me llegaba un poco más arriba de la rodilla. Si quería quedarme allí mucho tiempo, al final siempre acababa sentado. Era verano, pero, aun así, el viento que soplaba en lo alto del castillo llegaba a piscina5la piscina y me hacía tiritar, sobre todo si ya había pasado a la fase ‘yemas de los dedos arrugadas’.

Normalmente las madres solían quedarse en la zona más retirada de la puerta, en la zona en la que tardaba más en llegar la sombra del atardecer. Sin embargo, a mí me gustaba estar en la otra parte. En los restos de la muralla del castillo que rodean la piscina hay dos ventanas. La pequeña dejaba un espacio demasiado pequeño de sol dentro de la sombra del conjunto de la muralla. La más grande, por el contrario, permitía que varios de nosotros pudiésemos jugar a la vez.

El agujero de sol se movía muy rápido. En cuanto veía que llegaba al borde lateral de la piscina, me preparaba para ir detrás de él. Con movimiento torpe, chapoteando dentro del agua, salpicando por todas partes, me acercaba al punto por el que había entrado y me quedaba allí hasta que me cubriera por completo, sintiendo el calorcito en la piel. El sol se marchaba rápidamente pero yo no me descompasaba. Me desplazaba con él hasta llegar al otro borde de la piscina.

En ese momento ya habías llegado de tu paseo en el que quizás te habías encontrado con algún compañero, vecino o conocido con quien discutir sobre la nueva fuente que ha puesto el alcalde, las obras en la plaza mayor o lo vieja que está la iglesia. Algunos días, según se terciarapiscina4 el asunto, echabas una partida de petanca en el fondo del paseo. En cualquier caso, todos los días llegabas antes de que el agujero del sol saliera de la piscina y, cuando me quería dar cuenta, me estabas esperando para salir.

Rápidamente, para no coger frío, iba en busca de la toalla para quitarme el bañador cuanto antes. Sabía que estaba esperándome la señora del quiosco para darme un polo de chocolate, mi helado favorito.

Los vestuarios se encuentran a la izquierda de la entrada principal del parque, aunque, bien pensado, creo que la entrada principal es la que da a la carretera… Los vestuarios están a la izquierda de la puerta por la que siempre entraba a la piscina.

La primera puerta es la entrada de chicas y la segunda, la de chicos. No obstante, no sé muy bien cómo describirlos, ya que la última vez que entré ocupaban un espacio de porches y ahora ocupan dos. No me pasa desapercibido porque yo siempre dejaba la toalla precisamente aquí, a la sombra, lo más cerca posible del vestuario. El porche tiene al fondo unos bancos de madera y un muro cubierto de hiedra hasta llegar a la muralla original, pero, anteriormente, en la esquina del espacio del porche que ahora ha desaparecido el muro era más bajo, lo que permitía el acceso fácilmente desde el exterior sin pasar por la puerta principal.

Tenía intención, precisamente, de entrar por aquí. Por el contrario, esta tarea me ha resultado más complicada de lo que yo esperaba, aunque no imposible, pues no desisto tras este pequeño desencuentro. Reviso más en detalle el muro de hiedra por el que tantas veces había pasado. Esta vez me tengo que agachar más para evitar darme con la cabeza en el techo piscina6del porche, pero finalmente consigo acceder al recinto por la parte trasera, sin miedo a que alguien pueda ver como me cuelo por este espacio. Hoy es día de todos los santos. Nadie viene a pasear por aquí.

“Prohibido el baño a niños mayores de 10 años”. Este cartel también ha cambiado. En mi época se podía bañar hasta los 12 años. -Eso que me gané.- , pensé. A partir de ahí comienza una nueva época, hay que mudar a un cascarón más grande, a la vida real.

Los restos del castillo siguen en pie durante siglos frente al paso del tiempo. En esencia, el lugar está prácticamente igual que hace 20 años. Son las personas y las situaciones, sin embargo, las que cambian o se desvanencen.

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