a propos

True detective

Diría sobre mí mismo que no soy “muy de series”. Y es cierto. Sí, he visto unas cuantas, pero sin exagerar. Las series están ahora de moda. La gente se las baja de internes y goza con ellas orgásmicamente, aunque en la mayoría de los casos no sean más que un engañabobos, dentro de sus chozas gozan. Los domingos nos tumbamos a verlas, al calor de la hoguera o de la brisa atorrante del aire acondicionado. Las vemos enteras, todas seguidas de un tirón, sin descanso ni para echar una meada como Dios manda. Sólo de vez en cuando, entre capítulo y capítulo, para hacer descansar al guerrero que llevamos dentro, echamos un casquete o nos hacemos un par de pajas que alivian su tremenda tensión argumental. La vida es así.

Pues he visto relativamente pocas. Soy devoto confeso de “Los Soprano”, de “The wire”, de “Yo, Claudio”, incluso catalogaría como serie “Apocalipsis, la segunda guerra mundial”. No soy fan de muchas más. Ah, sí, se me olvidaba, digamos que también lo he sido de engendros españoles como “Anillos de oro” o “Turno de oficio”, vicios quizá inconfesables que me la suda confesar. Pero bueno, ya veis que no son muchas. Sin embargo, ha surgido recientemente ésta: “True detective”.

true2Hasta que hace poco vi “El lobo de Wall Street” y “Dallas buyes club”, Mathew me parecía un actor bastante comemierda, otro farsante más del montón. No niego que, a pesar de que el tipo se había fornicado a la insoportable de Pé, me caía bien. No sé por qué, pero me lo imaginaba simpático, un poco borracho, y un follador bon vivant. Por el contrario, Woody Harrelson siempre me ha parecido, desde que salió en “Cheers” haciendo de paleto, un patán. Su careto siempre ha resultado muy acorde con todos los papeles que ha perpetrado. Sin embargo…. sin embargo ambos han saltado un escalón hacia delante en “True detective”. No me explico por qué, pero es que no me explico prácticamente nada de lo que sucede en el mundo, en parte por vuestra puta culpa, humanos.

Nick Pizzolatto es brutal. Parece que constantemente saca frases de mi cabeza a miles de kilómetros de distancia. El papel de Rust está trufado de cosas que he pensado o he escuchado, hasta un límite que roza la casualidad imposible. Parece nacido aquí al lado o dentro de mi testa, aunque lo haya hecho en Texas y luego haya emigrado a Alaska y a la pantanosa Louisiana. En realidad, Pizzolatto juega con las mismas cosas sobre las que en filosofía se lleva discutiendo desde hace miles de años: la posibilidad o no del conocimiento objetivo; la existencia humana (desde un punto de vista puramente pascaliano, genial…); el nihilismo que invade todo si lo miras a fondo; la conciencia humana de la individualidad; la creencia, como motor que lo invade todo de ilusiones…; sería infinito de explicar. Todo, todos, hablan de lo mismo dándole diferentes vueltas u observándolo desde un cristal tintado de colores para la ocasión. Rust lo ve y lo siente, atraviesa esa soledad enorme, ese desierto que es la consciencia, el paisaje desolado de lo humano. Es triste verse en el espejo, somos una ridícula caricatura de lo que quisiéramos ser, una ilusión, un excremento en medio del universo incapaz de ver más allá de su nariz. Leed al señor Blaise un poco, os lo recomiendo, y encontraréis a Rust.

En el lado opuesto, Woody Harrelson interpreta la otra cara de la existencia. Abandonado a los instintos y a la inconsciencia, el policía ortodoxo no encuentra el mapa de su propia vida porque los que le han dado no sirven, son todo mentira. Cuando, de repente, ve su reflejo en el espejo, se transforma un poco en Rust y llega a comprenderle, la conmiseración aparece, el reconocerse en el otro, la empatía, la luz. Entonces ambos se reencuentran realmente a través del camino. Rust, por un rato, abraza una mínima esperanza en un destino humano teledirigido, le puede el ansia de vivir, aunque la niegue cien mil veces. Y ahí se acaba todo, se detiene bruscamente, como en la vida. Hacia ninguna parte. Lo oscuro.

Puede que el desarrollo, que el argumento negro de la serie, su estructura, suene a mil cosas ya vistas. Puede. Pero en esta serie, como sucede en algunas escogidas, en muy pocas otras, encuentro esa carga especial de quien ha escrito iluminado por los dioses ateos. Me dejaré un bigote como Rust y practicaré ese golpe de codo que deja K.O a sus oponentes. Pegaré cabezazos al demonio para que no me raje. Mira a través de la pantalla y me verás a mí, nos verás a todos a través de él.

 

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