El joven papa
Repito una vez más que no soy un visualizador compulsivo de series. Sin embargo, también puedo decir que he visto las más grandes de la historia de la tele, prácticamente todas. Leí un artículo de Diego Manrique sobre ésta, y siempre sigo al pie de la letra sus recomendaciones, que me han dado muchos buenos ratos. Además, Sorrentino es para mí una garantía.
No sabía qué esperar de “El joven papa”. Tienes que ir siempre con los ojos limpios de prejuicios a ver a Sorrentino. Desde “Il Divo” me confieso maravillado por este realizador estrambótico y único. En mi próxima visita a Roma llevaré en un pendrive “La gran belleza” para volver a visionarla cuando descanso de las caminatas por la ciudad caótica y única. Y no me perderé la ocasión de subir a la parte alta de la basílica de San Pedro para ver el punto de vista que tenía Lenny Belardo cuando lanzaba sus diatribas incendiarias a los feligreses.
Jude Law es un tipo que hace tiempo que me cae bien. El papel le viene como anillo al dedo. No esperéis discursos anti católicos en esta serie, ni lecciones morales, esto es cine, o series que son como el cine, idiota. Sorrentino es un clasicista decadente, en cuyos argumentos los principios y los fines se tocan simplemente de manera tangencial, sin aparente sentido. Retrata mediante el caos el universo italiano y romano como nadie lo hace, sin aburrir ni caer en la autocomplacencia ni en la fácil crítica.
No hay nada mejor
Que estar quieta frente a un espejo
como es justo que sea
cuando su cabeza baja
Y toda la vida
gira infinitamente sin un porqué
y todo viene de la nada
y nada queda sin ti
Paolo Sorrentino ama conjuntar los cuadros de Caravaggio con la cultura pop, los planos cinematográficos clásicos con lo estridente finamente hortera, lo sagrado con el sudor del sexo. Las imágenes de esta serie son poderosas desde el primer minuto al último. Se desarrolla como una película de ocho horas que podría verse perfectamente como un todo único. De hecho, ya se ha firmado una segunda parte pero parece que no tendrá que ver en casi nada argumentalmente con esta primera temporada, sino que incluso cambiaré el título como si fuera una secuela más que una continuación al uso.
No solamente encontramos a un Law sembrado en el gesto y en la forma de expresarse. También podemos ver a un absolutamente genial por lo terrenal Silvio Orlando interpretando al cardenal, ateo y fan del Pipita Higuaín, Voiello, a una maternal Diane Keaton, y a unos secundarios de absoluto lujo capitaneados por Javier Cámara. Éste último protagoniza, a modo de película dentro de la propia serie, un capítulo magnífico escenificado en Estados Unidos en los que personifica como nadie el carácter terrenal de los sacerdotes católicos. Para mí este capítulo es de lo mejor cinematográficamente hablando que he visto este año y Javier Cámara borda el mejor papel de su carrera.
Lenny Belardo busca a sus padres jipis que lo abandonaron de niño y se convierte, por la gracia de los milagros divinos y de las casualidades humanas impulsadas por el poder y la codicida, en el vicario de Cristo en la Tierra. El hilo argumental es para Sorrentino un vehículo para transmitir, mediante encuadres como puñetazos en la cara, sensaciones y lugares al espectador. La fotografía y el color resultan esenciales en su obra, clasicista y narcisista a partes iguales pero sin empalagar ni abrumar. Su universo es ensordecedor y estridente, brillante. Entre bambalinas deja observar por el ojo de la cerradura el cartón piedra de la vida humana con una visión entre tierna y ridícula. Sus paisajes estridentes reflejan el interior de la vida que corre por las venas del universo de esa península con forma de bota en la que la ley y el estado se encuentran diluidas.
La serie es una patada en los huevos atizada con guante de seda. Por una parte un golpe para los que buscan algo que haga sangre a la iglesias católica, que no encontrarán ninguna munición en ella para armar sus delirios; por otra por mostrar la carne y el hueso que son El Vaticano, pero de una forma amable, ya que son un reflejo de lo humano que les rodea relatado a través de una institución que condicionó y desarrollo, nos guste o no, a la sociedad occidental durante siglos. El hombre necesita creer, aunque lo niegue y blasfeme, aunque afirme en alto que es ateo hay una lucecita verde al fondo del paisaje que le llama a intentar perdurar. Necesitamos golpear la puerta de esta corte de los milagros para no enloquecer, somos sus hijos bastardos.
Milagros mezclados con el clero más terrenal invadido por las pasiones y las penas humanas. Papas y cardenales ateos mezclados con Jimmy Hendrix y con la ciudad sobre la que se edificaron cientos de iglesias mientras que otros cientos de burdeles funcionaban a pleno rendimiento. Roma, ciudad del hombre.
Grazie, Paolo.
Cuaderno de vacaciones para adultos
Cartas marruecas de José Cadalso. Recomendación de Miss Morgado.
Quizás descubrí este libro en mi adolescencia, eso justificaría que estuviera en la estantería de mi habitación. Probablemente formara parte de ese grupo de grandes libros de la historia importantes de conocer que te incitan a leer en el colegio. Digo probablemente porque a pesar de ello, durante todos estos años, no había reparado en él, ni tenía consciencia de haberlo leído y ha sido de forma casual que he vuelto a él.
Libro de fácil lectura, con un vocabulario cercano y una narrativa realista de la sociedad española en su comienzo de decadencia del s. XVIII contada desde los ojos de un visitante marroquí a su tío al otro lado del Estrecho.
En aquella época de cambio hormonal es probable que no contara con la madurez suficiente y necesaria como para comprender las ideas subyacentes y los matices históricos descritos en esta obra.
Por ende, es muy posible que la ardua comprensión de los demás libros que están a su lado en la estantería se haya vuelto más fácil hoy.
Pequeño y añorado teatro. Recomendación de García Cardiel.
Me gustaría recomendarles un libro, Pequeño Teatro, de mi querida, aunque nunca la conocí, de mi querida, decía, Ana María Matute. Se trata de su primera novela, redactada con 17 años, aunque me pregunto cómo una muchacha de 17 años puede atesorar, no ya esta técnica literaria (eso se puede aprender, dicen), sino sobre todo esa sensibilidad, esa sabiduría atemporal que se disfraza de sencillez.
En Pequeño Teatro se despliega la vida de un pequeño y aletargado pueblecillo costero, zarandeado apenas por la llegada de un estrafalario extranjero. Un pueblecillo costero observado, descrito, vivido es quizá la palabra exacta, por un pilluelo huérfano al que nadie hace caso. Un teatro de apariencias en el que las gentes creen que actúan pero no son sino marionetas, mientras una amargura con olor a salitre lo tiñe todo. Una sucesión de escenas truncadas que imbuyen al lector de una añoranza, no sabría decir respecto a qué, una añoranza, decía, irresistible.
Travesuras de la niña mala, de Mario Vargas Llosa. Recomendación de María G. Antúnez.
Publicada en 2006, Travesuras de la niña mala es la primera novela de amor de Mario Vargas Llosa. Con la única pretensión de vivir en París sin altibajos, Ricardo Somocurcio, el protagonista de esta historia, se enamora locamente de una persona tóxica (o eso diría ahora la gente de bien) y la sigue durante cuatro décadas por diferentes rincones del mundo. Así, el escritor nos invita a un interesante viaje por el Perú de los años cincuenta; el París de los sesenta; el Londres hippy de los setenta; el Japón de los ochenta y el Madrid de la movida.
Me gustan las historias que no versan sobre el amor romántico que nos quieren imponer, porque, al fin y al cabo, nadie se cree los cuentos del “y fueron felices y comieron perdices”. En Travesuras de la niña mala, Vargas Llosa sabe dar en el clavo de la cruda realidad, que no es otra que la del “no quiero nada serio”.
Tardó en escribir sobre el amor, pero lo hizo de diez. Al menos a mí y a la Preysler nos ha conquistado, y eso es mucho.
Johnny Mekoa. Recomendación de Benny del Paso.
Existe una dirección en el centro de Johannesburgo donde confluye la historia musical negra del país. Dorkay House abrió sus puertas a principio de los 50, para acoger y formar a los músicos de jazz que buscaban el dorado en las calles de Johannesburgo. Johnny Mekoa compartió dirección con lo más aventajado del jazz sudafricano de los años 60 y 70.
Aficionado al jazz urbano consumido por la clase trabajadora negra, formó con otros colegas The Ministers. Johnny Mekoa y su The Ministers fueron estrellas sonoras de la vibrante vida de clubs de jazz del centro de Johannesburg. La trompeta de Johnny sigue resonando en la vida nocturna de la ciudad del oro.
Gummo. Recomendación de Daniel Prieto.
Esta peli me gustó. Y mucho. Es una de esas que llaman "cine independiente". Nunca entenderé muy bien esta etiqueta ya que creo que, por definición, todo el cine debe ser independiente. Tiene la capacidad de atraparte desde el comienzo o
a
lo
mejor
solo
es
que soy
un
pobre
loco
que esta noche está un poco borracho
pero te juro que Gummo no te dejará indiferente. La escena en que un tarado, uno de esos miles de rednecks que pueblan nuestros queridos USA, descarga toda su furia contra una silla, me parece de lo mejor que se ha rodado en lo que llevamos de siglo... no sé si eso es bueno o malo. Decídelo tú. Yo es que últimamente me dedico a beber vodka con naranja y a veces, como ahora, no puedo pensar con claridad. Solo sé que soy una de las fuerzas líricas vivas más poderosas y trabajo de camarero para poder pagar los 5.000 euros que vale esta puta cocina que jamás usamos... eso por no hablar de la hipoteca. Soy una especie de tarado que aún cree que es posible cambiar el mundo... hasta que veo quiénes actúan en los festivales del verano y entonces pienso que todo es una puta mierda y que caminamos hacia el apocalipsis. Veo los cadáveres de todos esos niños inocentes ahogados en el Mediterráneo, asesinados en Siria, veo toda esa barbarie que a nadie le importa
una
puta
mierda
y entonces María, mi hijo, mi hermano y mis padres
son
lo único que me importa. Y me siento tan pequeño y tan incapaz de todo que
me duele
mucho
y en en corazón se me pone un hueco negro que no me deja ni pensar. De niño, cuando me iba a la cama, me imaginaba qué había antes de la nada, antes de la Tierra, de Dios y de la materia, y lograba una sensación orgánica. Hace años que he perdido esa capacidad de imaginar e incluso palpar el caos. ¿Por qué?
Selfie. Recomendación de Bonifacio Singh.
Hace un par de semanas recomendé está película a unos pazguatos de amigos, que salieron echando chispas e insultando a su director tras verla. Tienen un mal gusto galopante, no les dije que entrasen para joder como suelo hacer, es que esta película está muy bien. Rodada con cuatro duros y medio, creo que no deberíais perdérosla este verano, lo veo tarea obligada para vuestras obtusas mentes. Si sois idiotas, por supuesto no vayáis. Es una patada en el estómago y una refinada risotada en la cara de muchos, tanto de los que se carcajea a simple vista como de los que lo hace subrepticiamente sacando sus caretos de imbécil. Para poner en ridículo a gente tan jodidamente idiota como Esperanza Aguirre o Ïñigo Errejón sólo hace falta ponerlos en pantalla, sin más. Una película en la que los ciegos son los que mejor ven, en la que el humano es falso por naturaleza y en la que las ideologías son pintadas como lo que en realidad son: todas una puta mierda, una farsa.
Tratado para mujeres de la limpieza, de Lucía Berlín. Recomendación de Bonifacio Singh.
Resulta obligatorio cerrar esta temporada de LNMO recomendando que leáis, pedazo de vagos e iletrados e idiotas los relatos de Lucía Berlín recopilados en este libro. Las voces masculinas suelen llegarme mucho más, pero Lucía es un alma gemela. Es sencillamente maravillosa, un diamante rescatado casi de la nada que nos hace tener esperanza y pensar que hay alguien al otro lado, o que hubo alguien, que no todo está perdido en cuanto a la existencia del talento y de las personas con las que conectas a través del tiempo y el espacio. Lucía Berlín no se necesita más que a sí misma, a su pensamiento. Lo cotidiano es en el fondo lo más trascendente de lo humano. La literatura contiene mucha más filosofía que la filosofía misma si tienes algo de intuición para rellenar los espacios imaginarios del mapa que marca y de proyectar a los demás, uniéndolos a ti, en tu imaginación. Os sonará todo esto a rollo, a mi me da igual, sinceramente. Intentadlo. Bucead en ella, igual a través suya un día nos encontramos frente a frente.