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Píldoras de cine (VIII)

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Llegamos a la calle del cine, un callejón peatonal. Cuando cruzábamos para entrar en él se paró un Uber delante de nosotros del que se bajó Almodóvar. Mi acompañante me dijo que parecía más delgado que la última vez que le vimos, hace unos meses, pero yo añadí: “no, míralo de canto”. Cierto, es más fácil saltarlo que rodearlo. Se ve que Pedro abraza la economía colaborativa de los taxis ficticios.

pildoras83Evidentemente iba a ver la misma película que nosotros. Es difícil resistirse a Paolo Sorrentino, y bien es cierto que, aunque Almodóvar ya sólo perpetra mierdas, su productora tiene muy buen ojo para fichar productos elaborados por otros directores. Pero ésto no va del gordo de Almodóvar. Va de este italiano que todo lo que toca consigue que me impacte. Esta última obra que han titulado aquí “Silvio” se llama en realidad “Loro” en italiano, “Ellos. Algún gilipollas se dedica a reescribir titulitos a las películas que llegan para hacerlas más atrayentes al público idiota. No se da cuenta de que hace el más espantoso de los ridículos. “Loro” es en realidad una fusión de dos partes de una misma producción italiana que han fundido en una para el público internacional. Yo creo que éso se nota, influye, porque no llega a ser una de las mejores películas de Sorrentino, si bien éste ha dejado el nivel para mi gusto muy alto, crea muy elevadas expectativas cuando vamos a verle.

“Silvio” es una película cafre, provocadora, blasfema, que reparte hostias a izquierda y derecha, que se ríe de Berlusconi, que descubre su absoluto patetismo, pero que al mismo tiempo se distancia de él en medio de un estado que ya no es una plutocracia, sino una putocracia. Italia, ese país sin gobierno, sin rumbo, decadente, tan grandilocuente y disparatado, y muchas veces insoportable, pero en el que me siento tan bien al mismo tiempo, eso que expresa tan bien Sorrentino.



El cine de este italiano podríamos verlo como una composición barroca. Pero no intenta gustar deliberadamente al espectador ni buscar algo supuestamente bueno. Trata de provocar. Todo lo contrario que vimos la semana anterior: “Yuli”, de Iciar Bollaín. Esta autora tiene una doble cara. Por un lado está la de películas como “Hola, ¿estás sola?”, “Flores de otro mundo” o “También la lluvia”, en las que se respira frescura y naturalidad. En esta otra está, por el contrario, una parte pretenciosa y panfletera que ya encontramos en “El olivo” o en la insopotable mierda de “Katmandú...”. Bollaín traduce mucho peor que Ken Loach los guiones de Paul Laverty. En “Yuli” me quedo ojiplático ante peroratas habituales de simpatizante de izquierdas guay de pastel del régimen cubano. Pintan La Habana con una limpieza y luminosidad que sólo existe en sueños, parece que no hayan visto esa ciudad real decadente, sucia y oscura, y la historia cuenta una vida como si estuviera inmersa en un campeonato del mundo de ballet, que para más inri el protagonista "gana" para regocijo de ese pueblo tan supuestamente culto, en la realidad hambriento y cabreado, que es el cubano. El arte no entiende de competiciones, pero aquí parece que sí. La película es meliflua, vacía, bienpensante, pastiche y aburrida, todo en uno, y sus imágenes no impactan porque parecen desinfectadas con detergente, inocuas e inodoras. Está filmada con una limpieza que no se corresponde con lo que trata de expresar, nos muestra esa excesiva amabilidad que me repugna y en todo momento parece buscar algo apestosamente sublime. 

pildors85La semana pasada fuimos a ver “Juliet desnuda”. Cualquier cosa relacionada con Nick Hornby me interesa. En esta película de Jesse Peretz, realizador sobretodo de series televisivas, se respira el ambiente de los libros de Hornby, con sus personajes auténticos y humanos, si bien no llega al talento con el que Stephen Frears lo captó en “Alta fidelidad” o David Evans en “Fiebre en las gradas”. Sin embargo, la obra es notable y tanto Rose Byrne como Ethan Hawke están simpáticos y en algunos momentos rozan la química verdadera entre ellos. La película me recuerda sobretodo al aire cotidiano que Frears introduce en sus obras, evoca más paisajes como el de “La camioneta” que el que este autor introdujo, en una producción de mayor envergadura, dentro de la citada “Alta fidelidad”. Resulta curioso que primero viera las películas y después me introdujera en la obra de Hornby que, cumpliendo el tópico, supera con su obra escrita, aún con el listón muy alto, las versiones cinematográficas de ella. Si tenéis ocasión no os perdáis a Hornby.

Cuando termina una película, en cuanto salen las letras, y Almodóvar está en la sala, entonces suena la puerta al instante. Siempre sale el primero. Suponemos que lo hace porque no le gusta que la gente le vea y comente lo gordo que está. Estás muy gordo, Pedro.


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