decine
  • Home
  • De cine
  • Píldoras (XII): Almodóvar visto por Almodóvar

Píldoras (XII): Almodóvar visto por Almodóvar

pildoras121

Mi madre casi nonagenaria y sus amigas, me pongo almodovoariano, fueron a ver “Dolor y gloria” de Almodóvar la semana pasada. Contra todo pronóstico, porque son algo homófobas y cualquier besito o arrumaco entre gayers (maricones para ellas) les resulta poco digerible, la película les gustó mucho. Es cierto, también para mí es lo mejor que la ballena manchega ha rodado en los últimos tiempos. Su tono autobiográfico le añade morbo y autenticidad, por momentos recupera un poco el ritmo de sus obras antiguas no solemnes y no cae en las últimas pretenciosidades rococó habituales en este señor que aparenta estar tan pagado de sí mismo. Aunque, todo hay que decirlo, Almodóvar no defrauda en lo y se muestra a sí mismo, quizás pretendiendo parecer lo contrario, como lo que imaginábamos que iba a expresar: un ególatra que se cree un ser por encima del bien y del mal intelectualmente. Definitivamente, aunque por momentos parezca que cobra de nuevo la lucidez, ha olvidado por completo de dónde viene. No puede evitar soltar ese discursito sobre sí mismo de que ha viajado mucho por el mundo bla bla bla llevando la bandera patria por aquí y allá (manda cojones) y en un ridículo instante coloca si venir a cuento una canción de Chavela Vargas para hacerse el sentido y sensible. Puag.

pildoras123Penélope Cruz me parece siempre insoportable. No me pega como madre de pueblo por mucho que intente parecer borde. Las señoras de esa época eran unos adefesios, yo las vi perfectamente, y ella sonríe y se le ven todos esos dientes perfectos blanquísimos hasta la grima. Julieta Serrano sí que da el papel de madre del “artista”, pizpireta y con retranca, si bien contrasta de una a otra que la madre de Almodóvar tiene en la película los ojos marrones de joven y azules de mayor. Pero éso poco importa, porque al gordo director manchego debe perdonársele todo porque él es guay y su mierda no huele a hez. Al menos la película es divertida y no huele a naftalina como la terrorífica anterior “Julieta”, que de recordarla me entra un ataque de escorbuto.

Como actor, no me gusta nada Antonio Banderas. Creo que le debe más en su carrera cinematográfica, no de mucha calidad, al documental infame aquel en el que Madonna le tiraba los tejos que a las tres o cuatro películas con Pedrito. Ana Leza debió asesinar a la Ciccone para que no perpetrara más discos y para que Antonio no cayera en las garras de la arpía drogata de Melany. Sí, que si “La ley del deseo” y éso. Pero esa película es Eusebio Poncela y Carmen Maura mucho más que él. Me cae bien Banderas, pero en Hollywood no ha pasado de ser un galán de producciones comerciales. Aquí se le ha vendido como un artista con pretensiones intelectuales. Sin embargo, he de confesar que en “Dolor y gloria” Antoñito me gustó. Consigue dotar de humanidad, y buen aspecto físico no de ballenato como es en la realidad, al protagonista. Quizás sea el mejor papel que le he visto hacer al malagueño. Pedrito ha puesto para personificarlo a un hombre guapo. Manda cojones. Se miró en un espejo convexo. La copia luce mucho más que el ser real por muchos achaques que represente tener. Bravo aquí por Antoñito.

pildoras122A ratos la película resulta hasta graciosa. El protagonista se mete pastillacas por un tubo e incluso heroína suministrada por la personificación del yonki genial Eusebio Poncela, que es interpretado por el siempre sobresaliente Asier Etxeandía, que en una escena se marca un baile teatral que es lo mejor de toda la película. Etxeandía siempre sobresale haga lo que haga. Poncela le debió de meter alguna hostia durante el rodaje de “La ley del deseo” a Pedrito, merecida a todas luces. Quizás es eso, que necesita una hostia a tiempo que ya no es nadie capaz de darle para despertarlo.

Pedrito deja libros por aquí y por allá en su casa, como si fueran decorativos catálogos de Ikea o libros de arte estratégicamente colocados para las visitas, para que el espectador vea que es muy culto y que lee mucho. Y de niño se pinta a sí mismo como genial, dando clases particulares a un mozo que le ponía palote. ¿Por qué tanta autocomplacencia? Sí, el tuvo una época de gran originalidad, con obras que destilaban gracia y sentimiento, pero por desgracia se tragó a sí mismo y empezó a creerse la hostia en bote, cuando lo bueno que tenía era su naturalidad y su capacidad para reírse de sí mismo y de su entorno. Una pena. Pero en “Dolor y gloria” consigue que veamos esa cara ridícula que él ve como sublime.

pildoras124La productora El Deseo ha inundado las salas. Bravo, Agustín. La labor propagandística siempre la hace magnífíca, tienen muy buen ojo para el tirón comercial supuestamente culto. Nos llamó nuestra amiga Susana, que va una vez al año al cine, pero sacó entradas para el Capitol a la misma hora que nosotros, la esnob. La película la va a ver todo el mundo como un rito de moda. También nuestros pazguatos amigos y algunos de sus adláteres reservaron sus tickets con días de antelación para acudir grupalmente a degustarla y hacerse los cool, con tan mala suerte que la sesión se fastidió por problemas técnicos (al enterarnos nos carcajeamos en la puerta) y yo, siempre amable, le dije a los del cine que no me extrañaba porque uno de ellos era gafe, que no deberían dejarlo entrar (les dije su nombre y todo). Por cierto, qué cartel más feo tiene la película.

Tranquilícense, me ha gustado, pero Pedro sigue sin tener abuela.


Imprimir

lanochemasoscura