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Píldoras de cine (XIV): Blaze

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En este mundo suceden cosas increíbles. Que un hombre muerda a un perro. Que los partidos de supuesta izquierda se pongan en algo de acuerdo. Que digas que eres progresista mientras llevas a tus hijos a un colegio privado. Que los partidos de derechas no roben. Pero hay una cosa mucho más sorprendente: el éxito de las películas de Danny Boyle. Pero en realidad hablo por hablar, porque tiene una fácil explicación, que sois gilipollas y os gusta el pastiche.

pildoras142Danny es de trucos fáciles, como muestra esta película cancionera y fácil, “Yesterday”. Ya en el pasado ha perpetrado otras mierdas, como “La isla”, como la sensiblera y tramposa “Slumdog millionaire”. Solamente me resultó soportable en esa versión limpia de “Trainspoting”, donde se salvaba a pesar de sus imágenes pulcras y una voz en off en la que las parrafadas de Welsh lo sacaban del atolladero. Poco más. Boyle esta supermegavalorado, y premiado. En “Yesterday” elabora un producto prefabricado y estomagante, edulcorado con sacarina sentimental y con canciones que forman parte del imaginario y el inconsciente popular. Yo no soy de los Beatles, siempre tomo parte por los Stones y su sonido de grupo de amigos borrachos, los de Liverpool me resultan petulantes, pero he de reconocer que sus canciones, a base de escucharlas hasta en la sopa, forman parte de la historia de la humanidad. Las tenemos tan interiorizadas que una aceptable versión de cualquiera de ellas llena mucho espacio en cualquier mierda de película, como es el caso. He leído además que tras el montaje inicial cortaron un triángulo amoroso del protagonista, ya montado y todo, porque no funcionaba. Ésto último me reafirma en su acartonamiento total. Busca la risa fácil, la ternura fácil, la solidaridad fácil del espectador idiota, la felicidad fácil final. Todo fácil, para marcar un camino trillado al espectador. Me da ganas de vomitar. Boyle se parece estéticamente a la peor cara del Alan Parker más estéticamente cargante, a esas imágenes que huelen a perfume incluso en las circunstancias más sucias, a esos colores limpios incluso en cualquier suburbio, a esos personajes que nunca son odiosos del todo. “Yesterday” es una puta mierda que me da vergüenza ajena. Pero que seguramente a tí te guste, pazguato. Ahora están de moda los biopics musicales. El de Elton John “Rocketman” en el que un gordo con voz de pito se hace pasar por Elton John, o “Bohemian Rapsody” donde dos señores, uno con bigote y otro con greñas rizadas en la peluquería, insultan a Fredy Mercury y a Brian May sin piedad haciendo play-back de sus canciones. Era imposible para Boyle hacer un biopic sobre los Beatles, porque seguramente el cretino de Paul Mccarntney no le dejaría hacerlo, así que una buena excusa es hacer una película con banda sonora efectista de los Beatles para que el espectador trague una vez más, ahora con un bio-nobiopic. Con vuestro pan os lo comáis. Y con el patético Ed Sheeran haciéndose el interesante, de propina.

pildoras144En contrapunto, hemos visto una maravillosa película relacionada con la música: “Blaze”, de, increíble, Ethan Hawke. Sí, Ethan, ese otrora petulante actor ahora se ha pasado a la dirección. Me contaba hace poco mi amigo Benny del Paso que hace años paseando por París con un amigo (seguramente era amiga y había sexo entre ellos, pero Benny es muy discreto) se encontraron en un bar a Ethan, que le pidieron un autógrafo y que la estrellita hollywodiense les miró con mala cara, de divo para no ir más lejos. Hawke tenía en el pasado toda la pinta de ser un actor gilipollas, pero en los últimos tiempos he visto un par de cosas suyas que me han gustado, quizás sea la vejez. Pues “Blaze”, que trata sobre la vida del cantante de country Blaze Foley pero está a años luz de ser un biopic, es grandiosa. Su música, sus actores, la forma de su acción, su sencillez, su suciedad. Ben Dickey interpreta algunas canciones de Foley de forma magistral y da cuenta de la autenticidad de la vida de éste fuera del glamour y de los superventas, pero mostrándonos su enorme creatividad y naturalidad. Alia Shawkat está también que se sale, la preciosa chica judía con la que Foley vive en un árbol. Pero quien da la campanada es Charlie Sexton, guitarra para diversos artistas americanos, pildoras143incluído Bob Dylan, en la vida real, y que interpreta como una auténtica escultura viviente a Townes Van Zandt, el inseparable compañero en los escenarios, y en las grabaciones musicales más inverosímiles, de Foley. Simplemente genial. La película muestra el espíritu natural de la música, de sus verdaderos creadores, de esas personas de las que algo brota sin un sentido aparente ni dirección y que deben seguir esa corriente vital por pura necesidad, la música como sentido existencial y como muerte más allá de las cifras, de la popularidad y del negocio. Foley y Van Zandt fueron ángeles borrachos, supieron reconocerse y aceptarlo, siguieron voluntariamente ese camino propio que les llevaba directos a la tumba. Si buscas conciertos, vídeos o grabaciones de ambos, resulta difícil encontrarlas, se prodigaron muy poco fuera de sus actuaciones en tugurios de mala muerte, y quien fuese testigo de ello recibió un regalo imborrable. Ángeles borrachos, trovadores para los que lo mejor era vivir en un árbol con su guitarra. Atentos a la voz de Alynda Segarra en las versiones de las trovadas tristes de Foley, y de la voz de la propia Shawkat, que se atreve con una inolvidable canción a dos voces: “Blaze & Sybil's Lullaby”.

Hawke ha conseguido lo que muchos no hacen en una vida entera: dirigir una gran película, una obra imborrable. Y sin recurrir a lo fácil. Quizás ese haya sido el camino acertado. Danny Boyle nunca podrá lograrlo por mucho dinero que gaste en sus olvidables producciones y las pinte de neón y purpurina sentimentaloide. Aunque a Benny del Paso le dieron ganas de darle una hostia a Ethan cuando se lo encontró.


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