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En un abrir y cerrar de puerta

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Cierro la puerta y entro rápida y apresuradamente.

Tengo poco tiempo para prepararme. Hoy he tenido que terminar un tema urgente en la oficina y, al final, he salido más tarde de lo que tenía previsto.

Enseguida vendrá María con su nuevo ligue y tengo que prepararme. En realidad, ya llevan saliendo cerca de un año, pero, por una u otra razón, todavía no hemos coincidido. Nos conocemos desde el colegio, por lo que sé todas sus historias amorosas. No sería la primera ni la segunda vez que se encariña de un tipo que no le conviene.

Cuando esto ocurre, el mundo desaparece y se centra completamente en la relación. Quedar con ella se hace realmente difícil y, además, la actitud de estas parejas con respecto a mí no era cómoda, al igual que le ocurría al resto de nuestras amigas. Por eso, terminábamos quedando cuando ellos se iban al pueblo, tenían que hacer recados familiares, trabajaban hasta tarde, etc. Vamos, aprovechábamos cuando ella no tenía plan y estaba libre.

puerta2En este caso, no puedo decir que haya sido esa la razón, ya que, en más de una ocasión, me ha preguntado si quería ir a darnos el paseo por el río que llevamos haciendo años, al cine o salir a tomar algo tranquilamente y he sido yo la que no ha aceptado. Además, las chicas dicen, al contrario de otras veces que tenían la misma impresión que yo, que Marcos es divertido y se lo pasan bien con él. Veremos.

Hemos quedado que pasan a buscarme porque mi casa les queda de camino al centro. Luego iremos a cenar con el resto del grupo.

He pensado dejar el portátil en el coche, pero, al final, lo he subido a casa. Así voy más rápido mañana cuando coja el taxi camino al aeropuerto. El vuelo sale a primera hora, pero me despertaré antes para hacer la maleta. Teniendo en cuenta los días que me voy, sólo tardaré una hora. Si empezara con más tiempo de antelación, tardaría mucho más.

Últimamente he tenido que dar varias formaciones, no sé si, quizás, más de las habituales. Es posible que también me esté cansando de esto, y por eso me resulte tan pesado.

De hecho, esto no es del todo cierto. Al principio, eran reuniones con diferentes equipos localizados todos ellos en Madrid, pero, poco a poco, amplié más el rango de cobertura. Por otro lado, el hecho de estudiar en el colegio alemán y mi dominio de este idioma, facilitó directamente el salto para realizar las sesiones de formación, seguimiento y gestión de todos los proyectos en Alemania. Por suerte no llevo ningún país más, pero al tiempo.

Me encanta hacer este trabajo. Cuando comencé, hacía sesiones independientes donde, en verdad, no se podía hacer ninguna progresión sobre el tema. Básicamente, me reunía, hacía mi presentación normalmente en una hora y me iba a otro lugar a soltar el mismo discurso. Supongo que es lo mismo que hace un guía con cada grupo de turistas.

El acompañamiento, sin embargo, se convierte en un intangible de mucho más valor. Tengo una foto mental de los equipos con los que estoy trabajando al comienzo con respecto a ahora, y el progreso es muy destacable. Esto, obviamente, me exige mucho más, ya que no puedo llevar discursos cerrados. Cada reunión es diferente y su planificación y preparación debe ser también acorde.

puerta3Nunca he querido ser profesora. De pequeña ayudaba a mi hermana con sus deberes, y no me resultaba nada gratificante. Puede ser por su actitud de falta de interés o, simplemente, porque podía no estar preparada. Por ello, pensé que simplemente la educación no era mi vocación.

Más adelante, he tenido la gran suerte de estar con profesores que así lo sentían y a los que les hacía desarrollar plenamente su trabajo. Para un observador externo, incluso para un niño, la diferencia es abismal. ¿Pensarán lo mismo los integrantes de mis equipos? De una u otra forma, no tengo duda de que el esfuerzo vale la pena.

Me cambio de ropa y dejo lo que llevaba puesto en un montón. Voy a la cocina y mi gato Antón hoy parece que no tiene mucha hambre. Apenas ha comido. Creo que intuye que otra vez se va a ir con mi hermana por unos días.

Ya estoy lista. Pensaba que iban a tardar menos, la verdad. Me pongo a destender la ropa. En cuanto lleguen, lo dejo. También tengo que planchar las camisas, pero eso sí que no me da tiempo ahora.

Llaman al timbre, por fin.

Abro la puerta. No es María. Ni su novio. Es el repartidor de amazon.

En cuanto me ve, se asusta y se retira. Estira los brazos todo lo que puede para darme el paquete, y se va rápidamente. No necesito firmar el acuse de recibo. Llevaba mascarilla puesta.
Me quedo inmóvil en la puerta. No puedo salir ni entrar. Tras unos segundos, se escucha el estruendo de la puerta del portal cuando el repartidor sale. El silencio es sepulcral. Miro el parque desde la ventana del portal y está completamente vacío.

puerta4Decido entrar para ver qué hay el paquete. Lo abro y aparece una pequeña cajita. Son unos auriculares inalámbricos. No recordaba que los había comprado para estar más cómoda durante las formaciones en línea.

Resignada, me quito los zapatos de tacón y me cambio de nuevo de ropa. Me pongo el pijama y la bata. Creo que es un buen momento para sacar la tabla de planchar. Mañana no tengo que madrugar, así que luego me podré poner a ordenar el armario, que ahora que está repleto de ropa. Luego, seguiré avanzando en la preparación de mis sesiones. Por la tarde estrenaré estos auriculares nuevos.

Ya veré a María otro día. Ahora ya no es cuando quiera, es cuando pueda. Ahora pondré un poco más de mi parte. Esta vez sí que quiero conocer a este chaval.

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Regalo de jubilación: Mercedes 300

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Hoy es domingo por la mañana, día de lavar el coche. Puede parecer la tarea menos apetecible para hacer en un día soleado como hoy, pero para mí es un despliegue de medios que siempre culmina en perfección. De hecho, estoy tremendamente agradecido por esta mañana radiante que aleja la lluvia de los cristales y dejará reflejar los rayos del sol a lo largo de su carrocería.

mercedes2Mi coche es un Citroën Xsara. Nada del otro mundo, pero es mi coche y debo tratarlo con los cuidados que se merece. Me hubiera gustado tener un Mercedes Clásico, un 300. Si pasara más tiempo en el pueblo, lo compraría. Sin embargo, aquí tan sólo me puedo permitir una angosta plaza de garaje ocupada por mi Citroën. En cualquier caso, no podría prescindir de este coche. Además, compartir cochera no sería el lugar idóneo para él.

Marcos está conmigo. De pequeño se ponía muy rebelde cada vez que enchufábamos la manguera porque siempre se mojaba hasta la punta del calcetín. Ahora es él quien me pregunta durante la semana si este domingo tenemos cita en la estación de lavado. Supongo que llegará un momento en el que deje de prestarle atención a estos ratos que pasamos juntos, pero, mientras llegue ese día, aprovecharé cada instante de su compañía.

Antes de comenzar con el enjabonado hacemos la revisión rutinaria de aire en los neumáticos. Mientras tanto, yo me agacho para comprobar que no gotea agua ni aceite. Todo en orden.

Comenzamos a sacar el kit del maletero: paños para el interior del cristal y para quitar el polvo en el salpicadero. Retiro y sacudo las alfombras, recogemos las botellas vacías, papeles y otros restos de basura. Aunque tenemos un limpiacristales de mano, Marcos utiliza el de la estación de servicio porque le resulta más cómodo. Yo preferiría el nuestro, que siempre está más limpio, pero cada cual a su oficio.

mercedes11Para media mañana ya hemos terminado y nos preparamos para ir al bar del polígono a almorzar, cita habitual. ¡Una caña y un buen torrezno no me lo quita nadie!

Lo cierto es que no venimos tan a menudo a limpiar el coche, por lo que, cuando se presenta la ocasión, hay que aprovechar. A mí, apenas me toca conducirlo. Trabajo en un despacho al que, por suerte, puedo ir en transporte público a trabajar. Tan sólo lo necesito para desplazamientos esporádicos con visitas. Yo apenas tengo que viajar, con lo que prácticamente no se ensucia.

De pequeño, me tocaba prácticamente todos los fines de semana. Era el ritual y mi padre, como yo, ponía siempre mucho esmero para asegurarse, sobre todo, de que los limpiaparabrisas no iban a dejar rastro en el cristal si hacía falta utilizarlos. Tenía la sistemática perfecta y le permitía poner de nuevo su espacio de trabajo en orden esperando una nueva semana de trayectos por carretera.

Recuerdo perfectamente el olor del jabón que usábamos, distinto del que tenemos ahora, seguro que mucho más industrial. Era muy intenso. No quiero decir que fuera lejía, pero ciertamente, aunque no fuera en su totalidad, seguro que estaba presente en un porcentaje. Lo sé porque todavía hoy, cuando vuelvo a casa y echan a la calle el cubo de agua sucia después de limpiar el portal, me viene a la mente ese olor.

mercedes4Algún día tendré un Mercedes 300. Es el coche favorito de mi padre. En su época, claro está, no era un coche clásico, y su uso estaba más extendido. Tan sólo no se lo pudo permitir. Él viajaba en un R6 y era afortunado, porque a la mayor parte de la gente les tocaba desplazarse en transporte público.

Nunca se lo llegó a comprar, no le dio tiempo. Ni de comprarse coche, ni de ver cómo yo perdía el interés por acompañarle a lavar el coche. De un día para otro dejó de viajar. Dejó de estar. Me dejó.

Por mi parte, he pasado años alejado de mi gran afición. Al principio, porque no tenía coche para limpiar. Después, porque no tiene ningún interés ir solo. Ahora, puedo volver a disfrutar de nuevo de mi ritual con la compañía de Marcos.

Me compraré un Mercedes 300 por mi jubilación. Seguro que mis nietos gozarán tanto como yo lo hubiera hecho si mi padre hubiera tenido ese coche en mi infancia.

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3, 2 y 1

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Necesito tres bandejas. En la primera coloco las zapatillas que previamente me he desabrochado y tengo listas para quitarme rápidamente. Junto a ellas va el foulard que siempre viaja conmigo y normalmente una chaqueta fina. Afortunadamente, en la mayoría de los casos me toca desplazarme a lugares en los que hace una temperatura que no baja de los 10ºC, lo que me permite viajar cómodamente con poco equipaje en la maleta. Aquí también dejo el reloj, el billete de avión y el pasaporte. Para pasar el control en India es necesario presentarlo en mano para que lo sellen. No me he dado cuenta y esta vez también lo he preparado, con lo que lo dejo en la primera bandeja para ser lo primero que tenga a mano cuando pase el arco de seguridad.

3212En la segunda bandeja coloco el portátil. Sólo.

La tercera está reservada para el resto de la mochila, sin portátil, y el bolso de mano. Equipaje voluminoso, pero fácil de recoger.
No hay rastreo aleatorio antidrogas ni inspección visual de la mochila. El paso por el control es rápido y sin incidencias. Rutinario.

Me dirijo a la T4, terminal de salidas internacionales, como siempre. Bajo las escaleras mecánicas hacia el tren que nos traslada a la terminal satélite para llegar a la zona de duty free.

Me quedan unas tres horas de espera. He venido sin prisa, no me gusta llegar apurada. Me acerco hacia la esquina de la derecha. Cuando empecé a venir aquí era un Burguer King. Ahora se ha convertido en un bar andaluz. Inspecciono cuidadosamente los asientos libres para asegurarme de que hay un cargador cerca disponible. Pido una cerveza y me siento a esperar, aprovechando para cargar el móvil o el portátil según lo que más necesite.

Normalmente vuelo en trayectos nocturnos, pero esta vez me toca una ruta de día. La diferencia horaria en el regreso es de 5 y 8 horas más. Esta diferencia a la que se tiene que acostumbrar el cuerpo es más difícil de asimilar en este viaje de ida. Al regreso, el paso de adaptación es más liviano, ya que gano estas horas a la carrera de las agujas del reloj.

3213Normalmente viajo a Asia, principalmente a India. Esta vez es diferente. Hoy me toca cambio de rumbo hacia el continente americano, hacia la conquista del Perú. Cambio de destino. Parece anecdótico que en este decenio de mi vida lo único que ha permanecido es que sigo saliendo recurrentemente de esta misma terminal rumbo a la conquista del mundo exterior.

He representado a 3 empresas diferentes localizadas en 3 ciudades distintas viajando a 2 continentes siempre bajo los intereses de un mismo país. España, país que ha visto partir durante siglos a gente valiente en busca de un futuro más próspero, que ha disfrutado de la gloria del imperio que no se ponía jamás y que se ha nutrido del trasfondo cultural de los pueblos con los que ha convivido y que han permitido forjarme tal y como soy.

No soy nada especial. No soy nada convencional. No tengo un punto de partida fijo, ni un punto de destino. Lo que sí comparto es un origen muy arraigado y firme.

Comencé siendo joven, mujer, hablando tan sólo un idioma materno y chapurreando inglés. Hoy puedo expresarme en 2 idiomas extranjeros y el vascuence, que me permite comprender más acerca de mi origen. Sigo siendo mujer, pero estoy dejando escapar la juventud.
La terminal permanece, pero incluso su aeropuerto ha pasado de llamarse Barajas a Adolfo Suárez en busca de esa reconstrucción inacabada de un proyecto común constitucional, quizás de sentimiento de país, quién sabe.

3214Una terminal, la de salidas, siempre abarrotada de gente. Ruido exterior dentro de mi paz interior. El destino es distinto, pero el rumbo es contante. Voy hacia el descubrimiento de nuevas realidades que me permiten valorar cada día más los pequeños placeres de la vida, a ser agradecida por lo que tengo, a dejar una pequeña aportación en el mundo globalizado que lleve a esas gentes a apreciar lo más valioso que tienen, lo que los representa, a disfrutar.

-"En breves momentos vamos a proceder al aterrizaje. Por favor, abróchense los cinturones"- se escucha desde megafonía.

¡Qué maravilloso es sentirse en casa en tierras lejanas!

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