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Atracción (fatal)

No se me aturullen Vds. que no les voy a contar ninguna desgarradora historia de amor. En Cafrelengua, como habrán podido comprobar, sólo tienen cabida reflexiones sobre el uso de nuestra lengua a través de las cuales encuentra un cauce para el desahogo su seguro servidor.

Así, pues, me dispongo esta vez a hablarles del fenómeno de la atracción lingüística que, en ocasiones como en la de marras, también puede resultar fatal sobre todo cuando afecta a la reputación intelectual de quien la pone en práctica.

La atracción lingüística es un fenómeno anafórico (de anticipación) o catafórico (de regresión) por el que el empleo de un elemento fonético, morfológico, léxico o sintáctico se ve alterado por la predominio en la cabeza del locutor de una especie de competidor ideológico y-o semántico. Este tipo de fenómeno (que enseguida empezaré a ilustrar) encuentra un terreno abonado en el extendido analfabetismo funcional de los usuarios del español. Vamos, entonces y sin más dilación, con tres ejemplos.

Atracción irresistible.

Es el caso de la contaminación fonética regresiva. Consiste en sustituir parte de las características propias de un fonema por aquéllas de otro fonema posterior cuya pronunciación anticipamos. Es el típico caso de la /z/ o 'ese sonora' que no existe como fonema en español y que sí aparece cada vez que nuestra ese precede una consonante sonora. El rasgo de la sonoridad de esta última consonante contamina a dicha ese, que se pronuncia /z/ (con vibración de cuerdas vocales). Prueben Vds. a comparar el modo en que pronuncian la ese en 'sacacorchos' y aquél en que lo hacen en palabras como rasgo (/razgo/) o resbalar (/rezbalar/). En cualquier caso, esta /z/ nuestra es más posterior (o palatal, como Vds. quieran) que las correspondientes francesa, portuguesa o italiana (más alveolares).

fatal2Atracción lógica.

Se produce, por ejemplo, cada vez que colocamos un pronombre personal objeto en el área de influencia sintáctica de un verbo que no es el suyo. Ocurre cada vez que percibimos como principal una forma verbal que no es sino auxiliar: "¿Me quieres atender de una puñetera vez?" en vez de "¿Quieres atenderme...?" La voluntad de poner en evidencia lo antes posible el referente pronominal hace que lo empujemos lo más cerca posible del principio de la frase, que es donde suelen lucir más las palabras resaltadas. Obviamente, lo izamos hacia el principio del período todo lo que la gramaticalidad nos permite, es decir, siempre que haya una forma verbal que lo aguante aunque no sea la que le corresponda.

fatal4Atracción fatal.

Es lo que explica uno de los atropellos que más se ha extendido últimamente. No sabe de castas ni de pretendidos niveles formativos. Se trata de la errada manera de anunciar una opinión propia como sigue: "Yo soy de los que pienso-creo que...(...)" donde el más elemental respeto por la norma lingüística obligaría a emplear una tercera persona del plural en la proposición de relativo. El irreflexivo egocentrismo del locutor altera la referencia personal correcta para atraerla hacia la que no consigue extirpar de su cabeza: su propia y disminuída identidad como hablante. Pues el antecedente de 'que' no es el sujeto de la proposición principal ('yo') sino 'los', el pronombre que lo complementa.

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La pasiva refleja: caja de Pandora de la lengua española

Si Vds. han tenido la paciencia y la amabilidad de leerme con asiduidad en este espacio, sabrán que soy de los que consideran que la Real Academia de la Lengua Española no se caracteriza precisamente por defender su objeto sino, más bien, por claudicar ante aquéllos que lo menosprecian.

Puede que una de las mayores claudicaciones hasta la fecha de la R.A.E. sea la admisión a trámite y la autorización de uno de los síntomas de la simplificación gramatical de nuestra lengua a manos de los que no paran mientes en analizarla. Como en todos los demás casos que se explican por esta simplificación (feminizaciones indebidas, laísmo, leísmo, loísmo, etc.), el aval de la institución de marras no sólo le da la razón a los zoquetes sino que abre las puertas de par en par para que éstos exploren la nueva vía y puedan seguir minando los fundamentos de nuestra querida lengua.

pasiva4Veamos qué ha ocurrido con la así llamada pasiva refleja, oprobio infligido en exclusiva a nuestro romance. Para empezar, digamos que los hispanohablantes no son muy partidarios de utilizar la voz pasiva, considerada una construcción 'antipática' y-o 'pesada'. En el español de todos los días, ¿quién ha oído pronunciar frases del tipo: "El estudiante fue suspendido por su mala actitud"? Se les prefiere otras soluciones como: "La mala actitud le costó el aprobado al estudiante" o "Suspendieron al estudiante por su mala actitud" o también "Se suspendió al estudiante por su mala actitud". Como repito incesantemente a mis alumnos, las lenguas están integradas por un corpus de soluciones teóricamente posibles (formas lingüísticas que se encuentran en el nivel de la competencia) de las que sus hablantes extraen un subconjunto de expresiones mucho más probables (formas lingüísticas que están en el ámbito de la actuación).

pasiva2De las tres soluciones más probables que he apuntado más arriba la tercera ha tenido mucho éxito. Se trata de lo que llamamos uso del «se» impersonal, reservado para situaciones en las que, como hablantes, no queremos, no podemos o no sabemos identificar al sujeto real y gramatical de la oración, al responsable lógico y lingüístico de la acción expresada por el verbo. "Se dice, se cuenta, se comenta..." como gustaba iniciar sus parlamentos el defunto Jesús Hermida. Pues bien, ¿qué pasa cuándo el objeto directo de ese verbo cuyo sujeto no está identificado es plural? Teóricamente no debería pasar nada : "Se vende muchos pisos en este barrio". Si a Vds. esta última frase les parece probable, entonces es que no residen en un país hispanófono desde tiempos de maricastaña. ¿Por qué? Porque, sencillamente, se prefiere la solución "Se venden muchos pisos en este barrio", donde se aprecia claramente que los hablantes no soportaban que aquéllo de lo que se hablaba no mereciera subir de estatus en la oración ya que el verdadero y correcto sujeto estaba desaparecido. Ésta es la pasiva refleja. Pasiva porque la frase equivale en estructura profunda a "En este barrio son vendidos muchos pisos" (donde «pisos» es el sujeto paciente) y refleja porque, formalmente, la oración se construye cono una reflexiva (del tipo "Juanita se lava").

pasiva5Pues, Señores, este atropello científico fue elevado a los altares por nuestra R.A.E. (hoy por hoy, quien lo perpetra ni siquiera tiene conciencia de ello) y ello ha abierto la vía para que, cada vez más, escuchemos decir frases como las que siguen:

"Se buscan soluciones que..." y, aún peor, "Se llegan a conlusiones que..."

Y los académicos, a lo suyo: a sacar una nueva edición del Diccionario cada año para hacer caja. Con memorables e indispensables aportaciones como amigovio.

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Presidente

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Ahora que todos estamos de enhorabuena porque las mujeres han alcanzado cotas de poder, responsabilidad y relevancia en toda una serie de ámbitos que se les había negado, ahora, precisamente, creo que ha llegado el momento de reflexionar sobre la regularización analógica de género que están sufriendo algunos términos etimológicamente no connotados como es el caso de presidenta.

Presidente es, hoy, un sustantivo que proviene de una categoría sintáctica particular: el antiguo participio de presente. Los participios de presente son unas formas verbales no personales (en el sentido de que no se conjugan) que se encuentran a caballo entre los ámbitos del verbo y del nombre. Encierran una incuestionable entraña verbal porque dan cuenta de una acción que está en curso de cumplimiento (al menos en origen). Simultáneamente, podemos determinarlos y caracterizarlos con todo el arsenal de 'servidores' que completan al sustantivo: determinantes artículos, posesivos, demostrativos, adjetivos calificativos y epítetos:

"La oyente se mostró descortés."
"Mi cantante favorita es Pasión Vega."
"Esta cliente es muy exigente."
"El exíguo remanente nos impidió acometer más gastos."

Como habrán podido comprobar en los ejemplos previos, las formas en -nte no implican género masculino o femenino alguno. Precisamente porque su étimo correspondiente latino en -ntis se refería a persona masculina o femenina.

La mayoría de todos aquéllos que emplean hoy presidenta desconocen todo lo que les acabo de contar y piensan que, de este modo, homenajean a la mujer que ha merecido tal distinción. Yerran, a mi modo de ver, por varias razones:

presidente2a. Es cierto que presidenta aparece en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua pero es precisamente en su cuarta acepción actual como apareció por vez primera: 'mujer del presidente'. Quiere ello decir que este término se abrió paso, en los oscuros tiempos en que la mujer veía pisoteados sus derechos, para escarnecer a aquéllas que pretendían alcanzar notoriedad por ser la esposa del dignatario de turno, como podía haber sido el caso de 'alcaldesa', 'capitana', etc. Hoy en día, lo que ha hecho la RAE no es sino avalar una rehabilitación lingüísticamente aberrante auspiciada por los difusores de lo políticamente correcto.

b. Esa misma autoridad pretendidamente 'biempensante' se niega a sistematizar esta acomodación con términos como 'cantante', 'cliente', 'pariente', etc. por el simple hecho de que 'le suena mal' o porque los cambios entrañarían valores irrisorios o peyorativos. Este tipo de justificación muestra bien a las claras la incompetencia lingüística de estos hablantes, incapaces de aducir razones científicas en uno u otro sentido.

presidente4c. Presidente no significa 'el que preside' sino 'que preside'. Desgraciadamente, los usos nos habituaron a imaginar también el artículo masculino delante del relativo pero, de la misma manera en que los coches no se adaptaron a las mujeres porque ellas comenzaran a conducirlos como los hombres, la lengua no tiene por qué adaptarse a esta nueva y gozosa situación a la que nos referimos si no hay nada en su mecánica que lo justifique o avale.

Considero, en conclusión, que la mejor manera de impedir que presidenta se imponga para siempre jamás es no tocar la lengua y sí poner todos los medios para que no haya ninguna presidente que se lo merezca a la que se pueda hurtar este cargo.

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