Una horda de inconscientes 'bots de charla'(1)

¿Cuál es la diferencia entre el infatigable Donald Trump y el bot de charla Tay que Microsoft acaba de eutanasiar porque en el arco de pocas horas y algunos centenares de tweets y chats se había convertido en un interlocutor racista antisemita peor aún que los nazis de Illinois...? (vaya por delante que odio a los nazis de Illinois).
Aparentemente, se trata de fenómenos similares. Ambos están inspirados y se ven nutridos por sus propios seguidores. Pero la diferencia es la misma que habría entre una adolescente todavía un poco ingenua que se aventura en el mundo de los mayores (Tay, la chica-software que tenía que chatear como una humana) y un viejo zorro que acaba de cumplir 70 años y que las ha visto y organizado de todos los colores (con una cierta querencia por el reflejo anaranjado que predomina en el color y el tinte de su pelo).
La semejanza radica en que ambos, Trump y Tay, se ven empujados y, de algún modo, 'informados' por sus propios interlocutores y secuaces. Entrando en el ámbito de la Física cuántica, no sólo es el observador quien cambia lo que observa sino viceversa: el/lo observado cambia al observador. El troll cambia al trolleado del mismo modo que el 'trumpista' cambia a Trump, empujándolo más alla de su racismo y antisemitismo innatos y rebajándolo cada vez más en su búsqueda de apoyos, followers, friends y de algo mucho más importante para la realidad mundial: la conquista de un número creciente de troll-electores, de 'trumpistas'.
Pero dejemos, por un momento, a Trump escupirles desde su púlpito real o virtual a mexicanos, extranjeros, negros, chinos y al propio Papa para conseguir apoyos y ocupémonos de la pobre Tay (que Dios guarde en su gloria) para comprender qué es exactamente lo que ha ocurrido. No debería resultar difícil entender porqué se escogió en su día el avatar de una chica para invitar a los followers a hablar con ella. Los invito a Vds. a recordar, a propósito, el estetizante filme Ex Machina con la estupenda Alicia Vikander en el papel de una mujer-robot que tiene que superar el test de Truing, consistente en engañar a un humano para hacerlo creer que es una auténtica mujer. Es la encarnación de Siri, la persuasiva voz que, en teoría, debería ayudarlos hablando con Vds. d
esde su iPhone. ¿Cuántos de Vds., como mi hijo y sus amigos, se pasan el tiempo insultándola cada vez que no los entiende o que no hace lo que le piden? La verdad es que es como para reírse. A mi hijo, le he hecho ver que no se trata del mejor modo de entrenarse para mantener una conversación con una joven. La observada (Siri) cambia al observador (el usuario de iPhone que se desata en turpiloquios que cree inocuos por estar dirigidos a un objeto inanimado aunque, en realidad, por su voz, representa a una mujer).
Bueno, pues eso es lo que le ha ocurrido a Tay. Por lo que parece, una banda de trolls del grupo 4chan la habría tomado con ella y habría llenado su cuenta de opiniones racistas, antifeministas y antisemitas. Vamos, al estilo actualmente más trumpiano. Y Tay, que era, en un principio, una buena chica, políticamente correcta de izquierdas hasta el aburrimiento, ecuánime e internacionalista relativista, pues bien, poco a poco, a fuerza de dialogar con estos prendas, llegó incluso hasta a negar el Holocausto y a decir que el feminismo es un cáncer para contradecirse al respecto poco después. Y, en un determinado momento, hizo 'tilt' como un Hal cualquiera que hubiera errado su camino en su particular Odisea en el Espacio de los humanos.
Sumida en el pegajoso atolladero de la rabia, el rencor y la bilis del mundo troll, la dulce Tay fue víctima de una conversión tan lenta como implacable. Lo cual evidencia uno de los puntos débiles de la Inteligencia Artificial que no es sino el modo en el que se constituyen las nuevas inteligencias robóticas.
De hecho, nos equivocamos si creemos habernos aproximado a la creación de un mecanismo que imite la consciencia y sea capaz de absorber informaciones, digerirlas y acabar expresándolas en un concepto basado en dicho procesamiento de datos pues, en realidad, nos topamos con la vieja y habitual pared: la de la incapacidad de generar conocimiento artificialmente.
La consciencia recaba la objetividad física de lo real mientras que el conocimiento transforma dicha objetividad en sentido y significado. Y es precisamente aquí, en esta pieza que nos falta, donde reside aquello que nos puede resultar útil a la hora de comprender la gestión de la información en la fase actual del desarrollo tecnológico.
Sin que se den cuenta, millones de personas se están convirtiendo en pequeñas Tay. Creyendo estar en posesión de un conocimiento determinado, utilizan, en cambio,
el que no es más que una simple consciencia, constituida a través de la absorción de ese mismo humus lodoso que ha obligado a Microsoft a apagar a Tay.
Alimentándonos de odio (un tipo de pensamiento disminuído y no elaborado, desprovisto de diálogo y de razonamiento profundo) formulamos frases rápidas y superficiales, proferidas en comentarios para desfogarnos, en tweets y en status update que parecieran condensar nuestra visión del mundo cuando, en realidad, no se trata sino de las mismas estupideces propias de las mentes limitadas que hicieron patentes todos los defectos del bot de charla. Éste es el mensaje del medio, puestos a desempolvar al eterno Marshall McLuhan. Y lo es, por lo menos, en esta fase.
El verdadero problema al que nos enfrentamos hoy en día es que, a falta de disponer de un bot de charla que pueda convertirse en más humano, no nos damos cuenta de que ahí fuera hay toda una horda de humanos que se están volviendo inconscientes bots de charla. Que, en breve, podrían verse guiados por un flautista-programador de reflejos capilares anaranjados.
(1) Un bot de charla o bot conversacional es un programa que simula mantener una conversación con una persona al proveer respuestas automáticas a entradas hechas por el usuario. Habitualmente, la conversación se establece mediante texto, aunque también hay modelos que disponen de una interfaz de usuario multimedia. Más recientemente, algunos comienzan a utilizar programas conversores de texto a sonido (CTV), dotando de mayor realismo a la interacción con el usuario.
Para establecer una conversación han de utilizarse frases fácilmente comprensibles y que sean coherentes, aunque la mayoría de los bot conversacionales no consiguen comprender del todo. En su lugar, tienen en cuenta las palabras o frases del interlocutor, que les permitirán usar una serie de respuestas preparadas de antemano. De esta manera, el bot es capaz de seguir una conversación con más o menos lógica, pero sin saber realmente de qué está hablando.
Origen: Wikipedia.


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