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21 años, comunista y alcaldesa más joven de India

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Saludó al pleno municipal en pie, puño en alto y con una sonrisa que derramaba la alegría por la victoria. Gracias al apoyo del partido en el que milita desde quinto de primaria, se ha convertido a sus 21 años en la alcaldesa más joven de la India, elegida para gobernar Trivandrum, la populosa capital del Estado de Kerala, rebautizada con el nombre de Thiruvananthapuram.

kerala2Arya Rajendran es una exponente del otrora Partido Comunista Indio de corriente marxista, que se escindió del PCI original en los años sesenta. Kerala es el Estado indio donde el comunismo adquirió carta de naturaleza en 1956 y, desde entonces, se ha alternado en el poder con el Partido Socialdemócrata del Congress. Incluso en los recoletos pueblecitos esparcidos por las colinas cubiertas de plantaciones de té aún es fácil encontrar gigantescas fotografías de Vladimir Lenin, pósters del barbudo Karl Marx y los símbolos comunistas de la hoz y el martillo sobre fondo rojo.

Fue en este contexto en el que creció la joven alcaldesa Rajendran, hija de un electricista y de una corredora de seguros, militantes comunistas de toda la vida. Rajendran es también la presidente estatal de la Federación de las Juventudes Comunistas, el Balasangam, organización con un millón de inscritos en 20 000 secciones.

Las felicitaciones por la victoria de la alcaldesa, estudiante de segundo año de Matemáticas, han llegado de los lados más sorprendentes, como, por ejemplo, de parte del millonario Gautam Adanai, que representa los intereses de los grandes industriales contra los que el PCI se bate desde hace decenios. "Felicidades a la alcadesa india más joven -twiteó Adani- Así es cómo los jóvenes líderes políticos inspiran a los otros para seguirlos. ¡Ésta es la increíble India!"

kerala3Menos extasiados se muestran los políticos de la minoría en Kerala, los del Bharatiya Janata Party, el partido de los fundamentalistas de derechas indio, que está en el poder nacional desde 2014 pero que no ha sido todavía capaz de conquistar este Estado del Sur. Así, mientras la juventud india ha virado hacia el conservadurismo tradicionalista, en el Kerala, Arya Rajendran lidera una tendencia contraria que podría cambiar las cosas en los próximos años. De hecho, la alcaldesa se ha puesto ya manos a la obra en el empeño que debería ser la prioridad de cualquier alcalde: "Mi objetivo -anunció- será organizar la recogida de residuos de nuestra ciudad, una tarea en la que han fracasado todos mis predecesores. Con la recogida selectiva, emprenderemos el camino hacia la adopción de fuentes de energía renovables."

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La rebelión de los Dalit

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Armados con espadas, bastones, mástiles, bates de cricket y de béisbol, los Dalit han llenado las calles. Entre disparos, incendios y enfrentamientos con la policía, han bloqueado las vías principales, el acceso a dependencias gubernamentales e impedido la salida de más de cien trenes en distintos Estados de la India. Un lunes sangriento se ha llevado por delante a seis de ellos, conocidos aún en Occidente bajo el término peyorativo de Intocables, la casta más humilde de un sistema en el que, en teoría, la discriminación por clase ya no debería existir por ley.

dalit2Por decenas se cuentan también los heridos en los enfrentamientos con la policía desencadenados por la huelga general y el cierre de comercios en todo el país. Pero es que también se han aplazado exámenes de selectividad en el Punjab, ha habido víctirmas en Madhya Pradesh, Uttar Pradesh y Rajastán y se ha interrumpido la circulación ferroviaria en el Bihar. Y todo esto lo han promovido los Dalit.

La causa de esta explosión de rabia en el subcontinente es un fallo del Tribunal Supremo de Delhi dado a conocer el pasado 20 de marzo y por el que se prohibe el arresto inmediato de los acusados de violencia contra los Dalit. Para que nos entendamos: ello significa que todo aquél que era sorprendido en el flagrante delito de golpear o intentar matar a un Dalit era inmediatamente detenido pero, a partir del fallo de marras, la Corte Suprema ha diluido los efectos de una ley concebida para proteger a los más humildes, dejándoles un margen de acción más amplio a todos los que se empleen con violencia contra aquéllos.

dalit3Se trata, en teoría, de una decisión garantista en cuanto que el Tribunal especifica que sería más prudente que un alto mando de la policía sea quien compruebe los hechos antes de ordenar cualquier arresto. Pero, en el contexto indio, esta señal no tiene vuelta de hoja: los pertenecientes a la casta más desfavoreida estarán, a partir de ahora, menos protegidos por la ley.

Y es que estamos hablando de una categoría social que incluye a 200 millones de ciudadanos, lo que representa una sexta parte de la población total de la India. Se trata, a menudo, de individuos tratados como siervos, gente que, para los castistas, sólo debería encargarse de limpiar el alcantarillado, las vías públicas o las casas de los demás. Ciudadanos indios a los que se impide, incluso, en la vida real (ésa que está lejos de los dictámenes de la Constitución) beber en el mismo vaso de otro ciudadano que pertenezca a una clase más alta y ello por mucho que dicho vaso haya sido lavado con antelación. Gente a la que se prohibe, además, sentarse en los asientos reservados para las castas superiores. La India sigue siendo así por mucho que su Carta magna considere que estas discriminaciones están inequívocamente fuera de la ley.

dalit5El líder de la oposición, Rahul Gandhi, hijo de Sonia Gandhi, ha criticado al gobierno por no haberse opuesto éste con la suficiente firmeza a este cambio en la legislación esgrimiendo el siguiente razonamiento: "¿Por qué relajar una norma que proteje a los Dalit precisamente cuando más atrocidades se cometen contra ellos?"

Los datos no le quitan la razón. Según el Registro Nacional de Delitos, la violencia contra los Dalit han aumentado desde el preciso momento en que el partido de los fundamentalistas hindúes del BJP accedió al poder. Por lo demás, el 90% de los 145 000 casos de violencia de casta se encuentran aún en espera de juicio.

Para comprender lo incongruente del contexto, hay que saber, por ejemplo que, la semana pasada, en el Estado de Gujarat Occidental, un Dalit fue apaleado mortalmente tan sólo porque estaba en posesión de un caballo. Que era suyo. Comprado legalmente. Pero es que, según los extremistas, un Dalit no puede ni montar a caballo ni tener caballo, prerrogativa exclusiva de las clases más altas.

Ya en el pasado mes de enero, los Dalit se habían enfrentado a los fundamentalistas en Bombay, con los consiguientes heridos y daños provocados. Y ello porque los Dalit celebran, desde hace dos siglos, el recuerdo de una batalla que opuso a los imperialistas británicos a la casta hindú de los Peshwas. En aquellos tiempos, los Dalit combatieron del lado de los británicos contra sus opresores hinduistas. Por ello, cada año, los Dalit homenajean a los colonizadores británicos y se enfrentan siempre a los descendientes de las castas más altas. Este año lo hicieron también con una huelga, manifestaciones y violencia contra los más poderosos.

dalit6En el fondo lo que subyace es un serio y profundo desencanto político. En las elecciones de 2014, algunas asociaciones de Dalit apoyaron al primer ministro Narendra Modi creyendo quizás en su promesa de transformación y modernización de la India que hiciera posible la superación de estas atávicas y aparentemente inextirpables divisiones de clase. Y no es que las clases más maltratadas no dudasen de que Modi les pondría ojitos a los fanáticos hinduistas envueltos en sus túnicas azafrán, pero estaban convencidos de que el premier habría acabado dando más garantías a los necesitados, las que llaman aquí Scheduled Classes.

Al final, la maniobra les salió rana a los Dalit. Se diría, incluso, que el resultado que obtuvieron fue el contrario al previsto. En la etapa de Modi, las atrocidades, el estupro y las violencias ejercidas contra la casta más vituperada se han multiplicado mientras la policía mira a menudo para otro lado.

<Publicado en La Stampa el 3 de abril de 2018>

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La montaña que se tragó el plutonio de la CIA

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Las montañas, ya se sabe, custodian secretos y misterios. La cima más alta que se pueda encontrar en el territorio indio encierra el más peligroso que existe. Desde hace medio siglo, Nanda Devi, "la diosa que confiere la beatitud", acoge en su rocoso seno una píldora envenenada, que acabó sepultada entre glaciares por causa de la estupidez humana. Para ser precisos, a causa de la estupidez de la Central Intelligence Agency americana.

cia4Ésta es, pues, la historia de 5 kilogramos de plutonio abandonados a alta cota en los Himalayas durante la que quizá haya sido la más larga, costosa, numerosa y desastrosa expedición jamás organizada. Un asunto feo que se había escondido bajo la alfombra pero que ahora puede despertar el interés del público mundial gracias a los buenos oficios de Scott Rosenfelt, productor hollywoodiano que está recabando 20 millones de dólares para que se constituya en la trama de una película de acción.

Todo empieza en 1964, en plena Guerra Fría, cuando China sorprendre a Estados Unidos al llevar a cabo en Xinjiang su primer test nuclear. Por entonces, la tecnología satelital no permite todavía el espionaje desde el espacio, con lo que los americanos deciden servirse del Himalaya como observatorio de las llanuras chinas. A la CIA se le encarga, pues, la misión de seleccionar un equipo de alpinistas y de espías que trabajen de consuno con una escuadra de oficiales de la Central de Inteligencia india.

cia2La operación "Montaña Azul", conocida también cmo Hat (High Altitude Test), tiene como objetivo algo aparentemente sencillo: instalar una antena-espía de dos metros en la cima de la montaña sagrada Nanda Devi (7816 m) alimentándola con un generador nuclear. El SNAP 19C pesa 17 kg, de los que 5 kg son de estrocio 90 y de plutonio 238 y 239.

Se contrata a 30 porteadores locales de la etnia Bhotia así como a 9 sherpas de Sikkim por su capacidad para escalar glaciares. Conduce la misión el comandante de la Marina Manmohan Singh Kohli, que relatará la aventura en el libro Espías en el Himalaya.

Es en octubre de 1965 cuando comienza la expedición, que concita a famosos alpinistas, científicos nucleares, psiquiatras, expertos en telemetría y oficiales de los servicios de inteligencia. Los porteadores se disputan cargar con el plutonio porque les da calor. El técnico de la CIA les coloca, entonces, un distintivo blanco en el anorak que dice: "Si cambia de color es que las radiaciones están volviéndose peligrosas."

A cota 7000 metros, las cosas se complican. El peso del instrumental supera los límites humanos y el frío resulta aún más inclemente de lo previsto. Misión abortada. Los sherpas y los porteadores colocan a buen recaudo el plutonio del SNAP 19C en una hoquedad rocosa y todo el mundo baja al valle. Volverán a intentarlo en primavera.

cia3En mayo de 1966 la expedición vuelve por sus fueros pero no encuentra ni la hoquedad, ni las cuerdas ni la roca en la que estaba asentado el campamento. Las avalanchas se lo han llevado todo por delante.

El plutonio, y la tecnología secreta de la CIA, acaban sepultados en el glaciar. Se los busca durante tres años: los inviernos, en Delhi, se estudia los mapas; los veranos, se bate la montaña sagrada. Nada.

Los científicos americanos están alarmados: "Si el plutonio acaba en el Ganges, morirán millones de indios." El Rishi Ganga, que nace en la montaña divina es, de hecho, un afluente importante del río sagrado de la India. Al cabo de los años, visto que se sigue sin dar con el plutonio, los científicos americanos cambian de opinión: "quien descomponga el material se acarreará daños a la salud." ¿Qué versión creer?

En 1974 una investigación científica india recomienda al gobierno seguir monitorizando los niveles de radiación en el aire, el agua y el suelo. Los riesgos de accidente son mínimos según algunos científicos que se basan en detalles parciales del documento desclasificado. Hoy, uno de ellos, MgK Menon, admite que "el peligro consiste en que fugas radioactivas presentes en el agua se vuelvan letales pues el plutonio, al entrar en el cuerpo humano, se vuelve altamente tóxico."

cia5Desde 1982 el Santuario del Nanda Devi permanece cerrado a todo el mundo salvo a los militares. Se trata, oficialmente, de proteger, bajo el patrocinio de la Unesco, las 300 especies de plantas raras y las 80 especies de animales exóticos como el leopardo de las nieves, el oso pardo y el ciervo almizclero del Himalaya.

El glaciar de Nanda Devi avanza unos centímetros cada año y, tras el potente terremoto de Nepal, se teme que las sacudidas sísmicas hayan podido provocar la rotura de la coraza del plutonio. "A decir verdad, no se está efectuando monitorización alguna de posibles radiaciones", ha escrito Vinod K. Jose en el marco de una investigación sobre el misterio de Nanda Devi.

Sin embargo, todo ha caído en el olvido. Los costes de una investigación desplegable con medios modernos y en condiciones de localizar el SNAP 19C son demasiado elevados. En Delhi prefieren pensar, como sugieren algunos científicos, que, a lo peor, el plutonio se diluirá en un modo que no resulte demasiado dañino.

cia7Lo que es indiscutible es que los porteadores que cargaron con el SNAP 19C murieron todos entre los 30 y los 40 años mientras que siguen vivos muchos colegas de la misma edad y que evitaron la misión. El área de máxima protección en torno al Nanda Devi podrá tener sentido para proteger a osos y leopardos pero también porque la radiación está presente y se mantiene en secreto.

Quien conoce esta historia puede ahora admirar, allí arriba, en el Himalaya, la imponente "diosa que confiere la beatitud", pero sabe también que Nanda Devi puede, tarde o temprano, alumbrar la muerte, restituyéndoles a los humanos el veneno que perdieron en sus nieves durante la desastrosa misión "Montaña Azul".

<Publicado en La Stampa el 28/03/2018>

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