Bonifacio Singh: Madrid Sumergida

Los bosques de Versalles me protegen

– ¿De qué crees que habla esa canción? Yo pienso que no es sobre una mujer, sino sobre una moto. Él la recoge y se lanza a la carretera.
– Pero tú sigues escuchando tu disco de Mike and The Mecanichs y después de diez años aun no has conocido varón, eres más virgen que la que se apareció en Fátima.
– Pasarán más de mil años, muchos más, y seguiremos siendo los mismos gilipollas, para lo bueno y para lo malo.
– Deberíamos haber follado cuando teníamos quince años, ahora es demasiado tarde.
– Espero que no sigas queriendo meterte a monja.
– Y a mí que se me cure esta tardía varicela.
– Igual tienes suerte y te quedas estéril….
– Si el mundo está vacío: ¿quién eres tú? Todo es tan raro…

versalles4Los descamisados tomaron "La Bastilla". Viendo que todo aquello era una puta mierda, ni cortos ni perezosos se dirigieron rumbo a Versalles. Forzaron las puertas del palacio y se quedaron con la boca abierta ante aquel maravilloso paisaje. No importa cuál sea el color del gato, aquí ninguno caza ratones. Gatos que se creen eternamente niños, gatos Peter Pan. No sé si en la próxima depuración, en la siguiente purga, me mandarán al trullo como al gran Deng Siao Ping, o al ostracismo de una isla paradisíaca de cemento, rodeado de países sobre los que las bombas van cayendo. Posiblemente ni siquiera llame la atención y me dejarán aquí plantado. Quieren identificarnos, tienen un problema, no nos gusta el postureo, y no damos respuestas porque no sabemos quién somos en realidad. Todo es un deleite vano bailando en la oscuridad. No me importaría trabajar para el diablo o para el supuesto enemigo, no hay nada más apetecible que ser de mercenario del por vida, soy tu Bertrand du Gesclin. Las cloacas de la política son así, baby. No te extrañe que cualquier día enfilemos la calle blandiendo las guitarras como cuchillos para poner nuestra pica en Flandes. El papel ya no corta lo suficiente, no rebana, ahora hacen falta descargas eléctricas, rayos C brillando entre naves en llamas cerca de la puerta del sol. Quiero creer, convencerme de que Norberto Bobbio se equivocaba. Me sangran los dedos de escuchar a los Rolling. Entré en aquella clase y me fijé en una pequeña gigante, que hablaba sobre Frege y Russell escondida tras unas gafas de pasta, pero bajo aquella capa resulta que era del Opus Dei, la camisa no se le transparenta un milímetro y parecía llevar piedrecitas bailando dentro del zapato. El hombre, y la mujer, son los únicos seres sobre la tierra que beben agua sin tener sed. Volamos entre los cielos vacíos color margarina rasgando la Stratocaster de Steven Van Zaandt. Tengo miedo de todo, pero no te olvides de escribirme o de odiarme. Me pone Patty Schialfa, un misterio más de la vida, y de Freud. Y el ibuprofeno calma la espalda.

Las tribus de Israel se enfrentaron a campo abierto el día de las elecciones municipales. Madrid los miraba desde las sombras de sus callejones, y nosotros nos subimos a su grupa y los observamos a distancia desde aquella loma bebiendo cerveza barata. Ellos creen que son sumillers y gourmets, o hipsters salvadores del planeta. En el fondo es sólo asco lo que sentimos por ellos, y el asco no es exactamente odio. Damos gracias a Dios por sus ridiculeces, que nos hacen reír. Los niños creen que cambian el mundo. Foucault levanta la cabeza sobre su tumba y suelta una carcajada al escucharlos. Comienzaron a surgir huertos urbanos sobre los áridos solares. Plantaron tomates en la sucia fuente, escenificaron performances para embarazadas, curaron con el reiki el amargor de los pepinos y creyeron que podrían ignorar a este planeta depredador. Son sólo fantasmas, necesitan creer en el más allá de Marx o de Keynes. La vida del hombre transcurre como la del perro corriendo tras los pájaros, sólo a ellos les crecen las alas y siempre tienen tiempo para salir volando.

versalles2Me aterra volver y ver París como un reflejo ideado por un Woody Allen ya casi senil. Espero que nos dé tiempo de tomar un té juntos en el Sahara del Sena, el cielo es lo único que nos protege de toda esta mierda. Nos ocultaremos en los bosques de Versalles en verano para no soportar el peso de los días. Puede que nos encontremos con Guillaume Depardieu vagando entre las sombras que a la luz de la luna que proyectan los árboles tenebrosos, eso nos aliviará, acamparemos sobre los precipicios al borde de las olas desde los que brindaremos por vuestra grasa en la cintura y por vuestra descendencia, por esos que niños vuestros que correrán por las laderas del mundo hasta que el sol se funda. Sueño con mujeres que me persiguen y que de repente se convierten en señoras armadas con bebés, me dicen que no hay salida, que no busquemos más entre lo ontológico, lo sísmico, ni en los contenedores de basura, que no hay nada. Generaciones posteriores seguirán buscando notoriedad en Twitter, lanzarán ocnenta mensajes diarios dentro de su botella para intentar creer que no seguirán siempre solos, y en el espejo se verán borrosos como los reyes de la tierra.

Movimientos sociales de mantequilla, sin sangre ni dinamita, alimentados por aparatos eléctricos inodoros, incoloros e insípidos, e ideas razonablemente perfectas que Blaise Pascal utiliza para calmarse la resaca de creencias y limpiarse el culo. Y despierto en los jardines de Versalles corriendo. Los descamisados forzaron la puerta del palacio y se pusieron a cagar en grupo sobre los impolutos jardines. Les disparamos, matamos a algunos, pero su número es inmenso, ejército de cadáveres mugrientos. Se vistieron con los trajes de Luis XVI, follaron con María Antonieta y se sintieron dichosos.

Siempre sueño con volver a la espesura del bosque, con refugiarnos entre los árboles, porque ya sabes que nunca tengo frío. Madrid dormida, siempre dormida.

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