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El hombre-pájaro en su trampa.

Un prestigioso cocinero de 42 años ha fallecido haciendo de hombre-pájaro, un deporte de alto riesgo, prohibido en muchos países.

Uno se enfunda una combinación que lo convierte en una especie de ardilla voladora y se lanza desde un risco, un rascacielos, una antena, un puente o (últimamente) una aeronave para precipitarse en caída libre antes de activar un mecanismo liberador de un paracaídas que amortigua la toma de tierra.

Estamos hablando de segundos, como mucho de escasísimos minutos, durante los cuales el hombre-pájaro experimenta una sensación de máxima libertad y absoluto compromiso con la supervivencia. Instantes en los que se liberan ingentes cantidades de adrenalina, que no es sino una droga autógena a la que, al final, podemos todos acabar por engancharnos (como, de hecho, sucede en tantas otras situaciones que la suscitan).

En el transcurso de los últimos decenios se han ido popularizando prácticas deportivas de riesgo de todo jaez a través de las cuales poder liberar tensiones acumuladas en rutinas cada vez más angustiantes. Este ocio peligroso se ve facilitado por el desarrollo tecnológico de materiales y equipamientos ad hoc. Determinadas firmas apuestan decididamente por ello porque consideran que vehicula el sueño de libertad y autonomía al que pretenden asociar el consumo de sus productos.

pajaro2Se trata, pues, de experiencias que enfrentan al individuo con lo inmediato y la necesaria asunción de un protagonismo que, probablemente, le hurten sus quehaceres cotidianos.

En el caso que nos ocupa, sepan Vds. que en Francia o Suiza la actividad se ha permitido y regulado a la vista de los pingües beneficios que genera. Para empezar, la Federación nacional correspondiente paga a los propietarios de las parcelas sobre las que aterrizan sus federados. Imagínense Vds. la gracia que les haría si vieran posarse con demasiada frecuencia paracaidistas en sus prados. Muchas veces se trata de recoger tullidos o, incluso, cadáveres, con todo el cirio procedimental que eso supone en un país desarrollado. Un fastidio que merece ser compensado.

Por otro lado, está el turismo contemplativo aledaño. Un público cada vez más numeroso que se extasía ante las proezas de los practicantes desde privilegiados miradores y convenientemente pertrechado de anteojos. Esto también se paga.

Una vez caracterizada la actividad, indagada su declarada motivación y considerado el creciente negocio que genera, volvamos al individuo que se involucra en todo esto.
Cada vez que un alpinista, un corredor de encierros o un hombre-pájaro fallecen en el desempeño de su vocación, la noticia se ve aderezada de toda una serie de complementos informativos que la dramatizan: edad del difunto (cuanto más joven, más noticiable), nombradía (cuanto mayor, más morbo), estado civil (si deja cónyuge e hijos, más nos cebamos) y, en fin, cualquier otro dato que pueda ensalzar el perfil del finado.

A mí, lo primero que se me ocurre pensar al respecto es si estas personas que comprometen seria o definitivamente sus vidas en el ejercicio de este tipo de pasatiempo se ponen, siquiera un momento, en el lugar de todos aquéllos que los quieren. Fundamentalmente, en el lugar de aquéllos que no pudieron decidir si querían unirles o no su destino: los hijos.

pajaro3Además, ¿cómo puede ser que la sociedad exija rectificación y propósito de inmediata enmienda a un progenidor drogadicto y entone una loa a la figura de un padre irresponsable? Sabemos que, en otro orden de cosas, se admite que un artista conciba su obra bajo el imperio de los estupefacientes y se sanciona, en cambio, al deportista de élite que los toma cuando todos sabemos que no se trata sino del actor del mayor espectáculo del mundo.

El hombre debe ser libre y esa libertad implica poder disponer incluso de su propia existencia. Considero que, cuando ese riesgo no se refiere a la dignidad del sujeto, no produce un beneficio social o posterga gratuitamente determinadas responsabilidades civiles, ese hombre libre no es más que un ególatra errado que prostituye un derecho mal interpretado convirtiéndolo en una trampa, una caída libre a la que arrastra a todos los suyos. Todo lo demás es cinismo y negocio.

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Veinticinco eme

El pasado domingo cumplí con mi deber de ejercer la presidencia de una mesa electoral en un pueblecito de unos 1.600 electores del Nordeste de la Comunidad de Madrid.

Las cosas han cambiado en España.

Pude contemplar a un barbudo apoderado de Izquierda Unida-Los Verdes charlar amistosamente con un agente de la Guardia Civil (con más pinta de bibliotecario que de otra cosa).

Escuché, asombrado, cómo los representantes de los partidos del turno político despedazaban a sus líderes y cómo se gastaban bromas los unos a los otros sobre los distintos escándalos de corrupción que se les han atribuído.

Conocí a un apoderado de un partido más a la izquierda que el PSOE que, con acta de concejal de éste último partido hegemónico, vota sistemáticamente a favor del otro partido hegemónico de la derecha.

No pronuncié ningún "¡Vota!" referido a ningún ciudadano aparentemente asimilable a lo que se ha dado en calificar 'perroflauta' o 'friki'. Pero la candidatura de Podemos estuvo muy muy cerca de las dominantes en su espectro.

No tuve el gusto de conocer a los señores Alcalde y Teniente de Alcalde. A propósito del segundo, tengo la certeza de que no fue a votar.

Me llevé la agradable sorpresa de recibir la compensación dineraria (un poco más de 62 euros) por mi labor a eso de las 17:00h.

Tuve que rellenar (y suscribir en innumerables y, a veces, escuetos espacios):

    . el Acta de Constitución de la Mesa.
    . el Acta de Sesión de la Mesa.
    . el Acta de Escrutinio de la Mesa.
    . los resguardos de haber ejercitado el derecho a voto.
    . los sobres 1, 2 y 3.

Visé y acepté el excusatorio de un Vocal de mi mesa que iba a ejercer de Apoderado de un partido político.

votar2Reconté 4 votos en blanco y 6 votos nulos consistentes, la mayoría de éstos, en la inclusión conjunta de las papeletas del PP y del PSOE. Otro de los votos nulos presentaba la lista del PP con el nombre del primer candidato tachado. Me avisaron de que, en mi municipio y en esta mesa, alguien acostumbraba a provocar el nulo introduciendo una loncha de chorizo envuelta en papel albal en el sobre. Me lo perdí. Imagino que el responsable estará buscando trabajo en Belize.

Mantuve interesantes conversaciones (para los que hemos hecho la mili, conversaciones 'de garita') con los vocales y los interventores de mi mesa.
Pronuncié un 'a voté' por expresa petición de un vecino francófono.

Ayudé a muchos niños a que colaran por la rendija de la urna el sobre que les habían cedido sus padres.

En un momento dado oí ,a un chaval de unos siete años preguntar:

- "Papá, ¿Esto para que es, para que se acabe la crisis?".

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"Cravos" y claveles.

Cravos y claveles

Como iberista convencido que es uno, la idea de que existan dos Estados en la Península me parece no sólo una estéril frivolidad sino también y sobre todo la constatación de un fracaso de las élites políticas de uno y otro lado. El resultado ya lo conocemos: dos pueblos que, no diferenciándose entre sí más de lo que puedan hacerlo cualesquiera de las nacionalidades españolas entre ellas, se han pasado siglos y siglos de espaldas y a los que, curiosamente y para su desgracia, les han ocurrido las mismas cosas contemporáneamente. Épocas de expansionismo exterior y boyanza, períodos (los más) de cutre decadencia y relegación. Que yo sepa, en momento alguno la situación de un Estado pudo servir de estímulo o refugio de personalidades constructivas para el otro. Huelga decir que, fuera de nuestras fronteras, España y Portugal son percibidos como un todo homologable a lo que nos puedan parecer los Países Escandinavos o el Benelux. Este año, descubrí que 'las vidas paralelas' lo han sido a tal punto que, si bien los portugueses tuvieron a su Franco en Salazar, también tuvieron a su Franco (sic) a finales del siglo XIX, personaje sin duda precursor aunque menos truculento que el nuestro (pues ellos no le darían el tiempo suficiente para que 'se expresara' convenientemente).

En estos últimos ciento cincuenta años, conforme los dos Estados fueron perdiendo peso internacional y convirtiéndose en honorables comparsas, también fueron entrando en los planos ajenos de macroestrategia sobre el tablero planetario con la misma subsidiariedad y es por ello por lo que los invito a Vds. a leer la traducción que he hecho de una entrevista concedida por J. Rentes de Carvalho al semanario Visão (nº1100, del 3 al 9 de abril de 2014).

Como considero que parte de lo peor que nos está ocurriendo puede tener su explicación en la manera en que accedimos a nuestro estatus antes de la crisis (lo que muchos observadores, sobre todo extranjeros, acordaron en llamar 'transición modélica'), no vendría mal, por si se trata de una reedición de los paralelismos ibéricos, leer, como mínimo, esta original y desentonante interpretación sobre el origen de la llamada Revolución de los Claveles (cravos en portugués).

'No tengo pelos en la lengua'

Portugal, la flor y la hoz, el libro 'maldito' de J. Rentes de Carvalho, 84 años, visión contundente y pesimista sobre el 25 de abril y el período revolucionario, acaba de ser editado, 39 años después de haber sido escrito.

¿Por qué este libro no fue nunca publicado en Portugal?

Imagine que, en 1975, después de 40 años de dictadura, llega un señor y le dice que esta revolución no va a ser como sueña la mayoría. Sería interpretado como una especie de blasfemia. Y si, además, ese señor pronunciara tal cosa en la calle, acababan con él. A la gente no le interesa la realidad, lo que de verdad le interesa es la esperanza, soñar. Incluso en Holanda, país democrático donde los haya, el libro no gustó: pensaron que era una obra que destruía el sueño por el que todo el mundo bailaba, cantaba y esperaba. Por entonces, yo colaboraba en el semanario holandés de izquierdas más importante. La dirección me pidió, amablemente, que dejara de escribir para ellos.

¿Le afectó todo esto?

Sí, porque perdí muchos amigos. Durante 20 años, permanecieron en silencio. Después, empezaron a disculparse: "Tenías razón, pero ciertas cosas no se deben decir antes de tiempo. Tenías que haber esperado...". Pero yo no espero, no tengo pelos en la lengua, no le debo nada a nadie.

¿Encuentra Vd. que, hoy por hoy, se permiten críticas a la Revolución?

El libro no resultará interesante para todo aquéllos que tienen 30 o 40 años. Es agua pasada. Algunos de los que tengan más de 40 años dirán que soy un bestia, que quiero cargarme los ideales; otros se pondrán tristes porque soñaron algo que no se correspondió con la realidad.

Vd. se muestra caústico con todos los protagonistas de esos sucesos...

Sólo de manera indirecta, el 25 de abril fue obra de los capitanes. En realidad, la Revolución fue pergeñada en los años '60, cuando los capitostes de la industria y los banqueros se dieron cuenta de que Portugal no tenía futuro alguno fuera del Mercado Común. Para ello, había que quitarse de encima a Salazar. El dictador murió, Marcelo Caetano no fue sino un compás de espera y, después, se montó un numerito. Los capitanes eran unos idealistas: ellos deseaban un país nuevo, democrático, pero se escoraron demasiado a la izquierda. Nos dejaron soñar un poquito para luego mandarnos a paseo.

Entonces, ¿todo fue una estrategia diseñada por las élites?

Seguramente. Si la Revolución hubiese sido obra exclusiva de los capitanes, entonces habría sido diferente y discreta. Pero resulta que fue orquestada por una gran cantidad de gente. Dos o tres semanas antes, todo el capital salió del país, hasta tal punto que los bancos extranjeros se quejaron de que estaban llenos de divisas portuguesas...

Vd. elogia la lucha del Partido Comunista pero no la de otros resistentes al Estado Nuevo [la dictadura salazarista, n.d.t.]. ¿Porqué?

Los militantes del PC fueron, desde el principio, torturados, encarcelados y machacados por el Estado Nuevo. Los otros eran opositores de café, unos aficionados. No me merecían y siguen sin merecerme el más mínimo respeto. Además, también existían complicidades entre el poder y la oposición. Muchos eran amigos, incluso familia, se echaban flores...

Vd. llegó a Portugal días después de estallar la Revolución. ¿La vivió con ojos soñadores?

Por supuesto que me dejé llevar también por ese optimismo. El Primero de mayo de 1974 fue inolvidable. Tuve el convencimiento de que toda esa gente, más de un millón de personas en la Avenida Almirante Reis, representaba a un pueblo con una gran esperanza. Se nos saltaron las lágrimas a todos.

Nuestra Revolución de los Claveles, excepcionalmente en esta dinámica de consonancias ibéricas, explotaría a mediados de los años '80 de la mano, entre otros, de Lauren Postigo y su programa Cantares. Momento histórico en que se rehabilita nuestra copla y se la disocia para siempre jamás de su posible tufo a franquismo.

Prohibido llorar.

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