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Muere Little Richard

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El presagio de la muerte de Little Richard me lo dio la numerología. Sumad la fecha del deceso de Bowie y restadle las de los nacimientos de Elvis y Lux Interior. ¿Qué sale? ¿Os lo podéis creer? Otros indicios de la muerte de la voz genuina del rock and roll, del verdadero rey del rock and roll, fueron pequeñas visiones que no creeríais. Puedo ver cosas. ¿Qué tendrá esa ciudad llamada Macon, en Georgia, para que allí hayan nacido muchos de los grandes genios de la música? Como el inmortal Ottis Redding. Y James Brown, otro monstruo del ritmo, nació bastante cerca. Y los putos Allman Brothers. Macon. Una pequeña ciudad de noventa mil habitantes tocada por la mano del Señor. Muere Little Richard y con él el género musical atronador que inventó. Nada se le puede comparar a ese piano enloquecido con esa voz histriónica y divina que revolucionó la historia del ser humano.

Nada es comparable a Little Richard, la voz de Dios. El hombre al que más admiro es negro y maricón. David Bowie solo quiso aproximarse a su música tras escuchar sus canciones. Quería tocar el saxo con Richard. Cuando entré en el supermercado sonó aquella mierda de canción de Bowie: Let's Dance. El Duque había muerto ese mismo día.richard2 ¿Por qué ponían aquella basura cuando en su discografía hay tantas joyas? Entonces vi el cuerpo del Pequeño Ricardo en un ataúd blanco, con su inconfundible tupé bien torneado y sus relucientes zapatos de brillantes. Volví a ver su muerte. Antes la había visto en la de Lemmy Kilmister. El entrevistador preguntaba al alma mater de Motörhead quién era "el número uno". Estas son las típicas preguntas absurdas que tanto gustan a los yankis y que se extienden como una plaga por los cuestionarios de las entrevistas del mundo entero. Pensé que Lemmy le contestaría con algún exabrupto pero, sin dudarlo un segundo, sin inmutarse, respondió: "El número uno es Little Richard". Y es que a pesar de que todos los retrasados que escuchan a Coldplay y mierda por el estilo saldrán ahora diciendo que todos amaban a Little Richard, a pesar de que todos los subnormales de los festivales indis sacarán a relucir sus más hondos pésames en sus Instagram, los monstruos del rock ya reconocieron hace mucho tiempo la insondable supremacía de Little Richard, el hacedor: Elvis, Roy Orbison, Beatles, Stones... todos admitieron su inferioridad ante la Reina de los melocotones. Muere en paz pequeño príncipe del amor y los coños y las pollas de juventud.


“Auam- ba-buluba-balám-bam-bú!". Me imagino a Little Richard fregando platos en la estación de buses de su Macon natal sin sospechar que unos meses después iba a sacudir el planeta. Me lo imagino en sus orgías de hoteles ofreciendo a su atractiva novia para ser follada por quien lo deseara. Me lo imagino dándole órdenes a su roadie Jimi Hendrix. Me lo imagino vendiendo Biblias a domicilio poco después. Siempre atormentado por su condición de homosexual y ferviente cristiano. Esas dicotomías excepcionales que solo se dan en los grandes hombres. Ha muerto, tenía 83 años. Chuck Berry y Jerry Lee beben bourbon tristes en una esquina del tanatorio. Suena Long tall Sally en su funeral. Solo él, que también podía ver, interpretó como nadie los mandatos del Señor. Solo el dejó la gloria y el éxito cuando fue llamado a predicar.

El Melocotón de Georgia se me apareció lívido tras sus gafas de sol. Yacía muertp ante mí, dejando atrás todas aquellas drogas. En una de sus últimas actuaciones había dicho que estaba cansado de toda esta mierda. No me extraña. Un hombre pegado a su culpa, una experiencia lastrada, con el corazón partido en dos: salvaje rock and roll o devoción cristiana. Recordé cómo Little Richard creyó ver su avión incendiándose durante una gira por Australia, en el año 1957, en la cima de su carrera. Al aparato no le ocurría nada, pero él recordó las ilustraciones de un libro religioso de su madre y pensó que quienes mantenían en el aire su pecaminoso culo eran los angelitos dibujados en aquella publicación. Fue una señal. No había dudas. Al día siguiente, ante cuarenta mil personas en el estadio de Sidney, Richard contempló extasiado "una gran bola de fuego" atravesando el cielo. En realidad era el primero de los Sputnik que Rusia estaba poniendo en órbita... pero por supuesto que Ricardito no lo sabía. Otro mensaje de Dios. "Voy a dejar el mundo del espectáculo para volver junto al Señor". Para demostrar que no iba de farol, arrojó al mar su anillo de ocho mil dólares ante los estupefactos miembros de la banda. Les quedaban diez días de gira pero hizo que les cambiaran los billetes de avión para regresar a Norteamérica ipso facto.

Era una estrella camino de convertirse en superestrella, en la estrella de rock por antonomasia, pero lo abandonó todo. Corazonadas. Mensajes velados del Creador. Instinto. A Little Richard le importó una mierda dejar en el camino richard3medio millón de dólares en conciertos cancelados y varias denuncias judiciales por incumplimiento de contrato. Todos creían que se había vuelto loco. Pero los caminos de Dios son inescrutables. De hecho el avión en el que estaba previsto que regresaran a su hogar inicialmente se estrelló en medio del Pacífico. Aquellos músicos que se habían burlado de Richard, que se hicieron de oro tocando a su lado durante un año, palidecieron. "Fue entonces cuando sentí que Dios efectivamente me había inspirado a tomar todas esas decisiones”. Volvería a los escenarios y obtendría éxito de nuevo porque Dios está con él. Se retiraría de nuevo compungido por su culpa para volver a predicar y vender biblias. Muere Little Richard después de lanzar sus zapatos sobre el público. Y renace cada noche en doce compases atravesando nuestros cuerpos, cuando no puedes dormir pensando en qué grande es el hijoputa. Dios existe porque hizo a Little Richard. Creo en Dios porque he visto a Little Richard. Amén.


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