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Mi vecino, el arzobispo emérito

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El barrio que compartimos mi vecino y yo tiene vista al mar. En su horizonte se encuentra la isla de Robben Island. Referente en la lucha contra los distintos regímenes coloniales que han devastado esta tierra sureña en el continente africano. Desde de su salón de estar, Desmond Tutu, podía alzar su mirada al horizonte para reencontrarse con los héroes caídos que no se mantuvieron neutrales. El arzobispo emérito de la iglesia anglicana sudafricana se ha ido al cumplir noventa años. Un buen hombre que se ha llevado con él, su carisma y desmondtutu2fortaleza espiritual que inspiró a una nación entera con la palabra y su coraje. Un hombre humilde hasta el fin de sus días. Amante de la naturaleza humana y el buen humor, que alcanzó la cima de la carrera eclesiástica anglicana en los años 80, convirtiéndose en el líder supremo de la iglesia anglicana en los tiempos más oscuros del régimen apartheid. Un hombre que fue capaz de resurgir de las cenizas la esperanza entre sus conciudadanos en la etapa más sangrienta de la represión del gobierno apartheid.

Años después de la matanza de Soweto en 1976, Sudáfrica entró en un espiral de terror y estados de excepción que sembró las calles de las grandes ciudades sudafricanas de cuerpos y familiares gritando su rabia. En esos años, un hombre de la iglesia anglicana recorría el país dando consuelo moral a los corazones de las víctimas de la infamia racista blanca. Un hombre que nunca supo mantenerse neutral ante la injusticia. El que fue nombrado jefe supremo de la iglesia anglicana, el arzobispo de Cape Town, se convirtió en la imagen de la lucha contra el regimen apartheid dentro del país. Mientras Nelson Mandela cumplía su condena en la prisión de la isla Roben Island y su partido, African National Congress, luchaba en la clandestinidad del exilio. Junto a otros centenares líderes sociales de distintas congregaciones religiosas, sindicatos y asociaciones civiles, se embarcó en una carrera sin meta denunciando lo que el describió como la solución final del régimen apartheid.

En los años 80, una amalgama de organizaciones sociales se unieron bajo el paraguas United Democratic Front (UDF). El UDF fue creado para coordinar las protestas contra la nueva constitución del apartheid aprobada en 1983 que imponía un nuevo parlamento segregado en tres cámaras de representación racial. Una cámara de representación blanca con poder de veto sobre las decisiones tomadas en las dos otras cámaras de representación india y coloured. El UDF floreció, en un corto periodo de tiempo, en una poderosa organización que unificó a 600 organizaciones anti-apartheid. desmondtutu3Donde sindicatos, grupos de vecinos, grupos religiosos, asociaciones de estudiantes, etc… trabajaban coordinadamente en planificar movilizaciones pacíficas contra el sistema racista de supremacía blanca. En 1984 el mundo observaba esas acciones coordinadas con maestría por el frente de UDF, y una de sus caras más reconocidas en el mundo, Desmond Tutu, fue galardonado con el premio Nobel de la Paz.

El arzobispo era el segundo sudafricano laureado con un Nobel de la Paz. En su viaje a Estocolmo para recoger su Nobel, el arzobispo hizo una parada en la ciudad de Dublin para dar su apoyo público a un grupo de huelguistas de la cadena de tiendas Dunnes que se manifestaban cada día en sus puertas para mostrar su boicot a la importación de productos sudafricanos. Desmond Tutu fue a encontrarse con ellos y expresar su admiración por esos jóvenes irlandeses que no eran neutrales ante la injusticia infligida a sus hermanos sudafricanos.

El arzobispo ofreció un alegato denuncia contra la aberración del sistema apartheid ante este aforo de relevancia internacional. Una oportunidad única para denunciar, en una breve clase magistral, las atrocidades del sistema jurídico impuesto en Sudáfrica, ante el cual el mundo tampoco debería mantenerse neutral. Recriminó como la nueva constitución aprobada por el gobierno del National Party, “alabada por países en occidente como un paso en la dirección correcta, consolida el racismo.”. Explicó, ante la audiencia internacional, la situación de un país donde ”los negros deben ejercer sus ambiciones políticas en Homelands Bantustanes, territorios inviables, empobrecidos, áridos, getos de miseria, inagotables depósitos de mano de trabajo negra barata”. Y cómo “los negros son sistemáticamente negados su ciudadania sudafricana y convertidos en extranjeros en la tierra de su nacimiento. La solución final diseñada por el Apartheid, desmondtutu4justo como el nazismo tuvo su solución final para los judios en la locura aria de Hitler.”. Las draconianas legislaciones del apartheid como la de seguridad, “que permite la detención indefinida de una persona por orden del ministerio de ley y orden por ser considerada una amenaza para la seguridad del estado. Son detenidos, en confinamiento solitario, sin acceso a su familia, a un doctor o abogado.”. El arzobispo nunca se mantuvo neutral.

La instauración de un sistema democrático, en los inicios de los 90, no fue suficiente para superar la malicia perpetuada por los diferentes gobiernos coloniales durante siglos. La Comisión de la Verdad y Reconciliación fue uno de los instrumentos elegidos para reparar la exhausta tierra de una nueva Sudáfrica donde verdugos y víctimas pudiesen convivir. La figura con autoridad moral para presidir y legitimar esta comisión era Desmond Tutu. El objetivo de la Comisión no fue sólo moral también impartir justicia para las víctimas, reparar su dolor y reconciliar comunidades segregadas por ley y orden. A pesar de los puntos débiles del proceso y de la incompleta implementación de las recomendaciones propuestas por la Comisión, sin esta plataforma de reconciliación social hubiese sido más difícil encontrar puntos de encuentro para seguir conviviendo en el país. Su autoridad moral no mermó, a pesar de su fracaso en impartir justicia y reparar el crimen.

Los diferentes gobiernos democráticos sudafricanos mantuvieron una equidistancia con este hombre que siempre alzaba la voz contra toda injusticia. El arzobispo nunca fue neutral ante la situación socio-económica de la mayoría población negra en el país, tras la liberalización política, ante la violencia de género, ante la discriminación homófoba, ante la estigmatización del enfermo de sida, ante la opresión de minorías en Palestina, de los indios nativos en Canada o en EEUU. A la llamada para combatir y expresar su rechazo y horror contra una injusticia, Desmond Tutu siempre respondía con su apoyo. La carrera vital del arzobispo es una contribución al sueño de sociedades más justas.

desmondtutu5Desmond Tutu nunca fue neutral. Cuando el partido del Nelson Mandela empezó a mostrar signos de decadencia, con casos de corrupción estatal, fue el primero en alzar su voz para criticar y mostrar su rechazo a apoyar a líderes que traicionaron al pueblo y su sufrimiento. Alzo la voz contra el espíritu materialista e individualista de una élite que se aleja cada más de las necesidades del pueblo llano. Porque Tutu siempre se mantuvo al lado de los justos. Nunca mostró neutralidad ante el opresor, sea bajo una dictadura, sea bajo un sistema socio-económico opresor, o sea bajo sistemas de valores opresores. Desmond Tutu nos ilumina el camino de los justos, a aquellos que quieren caminar junto a él.


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