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Ruanda

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Occidente observa al resto del mundo, que no pertenece al club de los poderosos, desde la equidistancia de los que se saben dueños del mundo. Dentro de los chiringuitos europeos sigue siendo importante mantener las formas de actuar como demócratas en frente de sus conciudadanos. En la Europa de la Unión el uso de la palabra con la ley en la mano es imperativo, y se castiga a los que gustan envestirse con el látigo del verdugo que se deja caer sin compasión sobre las espaldas del repudiado. Excepto con los otros. Entonces se actúa sin piedad, sin atisbo de buscar la reconciliación. Un acto terrorista tiene como efecto otro acto de terror.

ruanda2Esos poderosos líderes del mundo exigen a los líderes y pueblos de las periferias de las metrópolis europeas valores morales y actuaciones políticas que ellos no respetan cuando se trata de actuar contra la ofensa de los otros. A la ofensa del otro, sea civilización, sea credo, sea lo que fuese, se aplica la muerte a cal viva. Ojo por ojo. A aquellos que despiertan cada día en el infierno vital de la violencia física o psicológica emanada de la política, la sociedad, de los militares, se les pide valores morales que cimienten la reconciliación.

Mucho se ha recorrido desde la barbarie que golpeo nuestras retinas con ejecuciones sumarias en Ruanda. Paul Kagame fue uno de los líderes que lucharon, a golpe de mortero, para que su casta, en minoría, tutsi no fuera aniquilada por la casta, en mayoría, hutu. Tras evitar que el rastro de sus congéneres fuese borrado de las montañas que se alzan al sur del ecuador en el continente africano, fue envestido Presidente del país tras los trágicos años 90 ruandeses. Uno de muchos líderes que siguen aferrados al bastón del mando sin intenciones de desaferrarse, describe el mundo desde la periferia: “El mundo está dividido en dos categorías, gente que tiene el poder de utilizar la justicia internacional o ley internacional para juzgar a otros y que no es aplicada para ellos, y los otros.”. Asumimos que existen muchas varas de medir, incluso asumimos que sea aceptable. Desde la periferia la mayoría de sus líderes asumen con resignación el incontestable funcionamiento de un sistema, incluso judicial, que beneficia a los del centro en el poder. “No puedes tener un sistema internacional que se supone dispensa justicia y termina haciéndolo selectivamente o políticamente.”

ruanda4El pueblo de los Banyaruandas, habitantes de las tierras ruandesas, quiso dispensar justicia mirando al pasado, a su tradición. Los tribunales comunales de resolución de conflictos, Gacaca, pertenece a la idiosincrasia del pueblo ruandés. Su manera de impartir justicia tiene como objetivo final la construcción de puentes que hagan posible la reconciliación, sin la cual es difícil, sino imposible, volver a caminar juntos de nuevo hacia un futuro compartido. El Presidente del país, un hombre altivo en estatura y de fina figura, no quiso dejar en las exclusivas manos de un tribunal internacional la impartición de justicia para su pueblo. Las críticas llovieron y convirtieron al líder de la periferia, primero en héroe y ahora en un paria entre los corrillos de los que deciden. Para los que abogan por un derecho internacional que acabe con la impunidad amparada por unas fronteras físicas, la descripción de Kagame del concepto de justicia que se ejecuta a través de los actuales tribunales internacionales fuentes de jurisprudencia universal, es inaceptable. No importan que los números canten en contra de algunos tribunales de justicia internacional, Sierra Leona y Ruanda por ejemplo. La corte internacional para Ruanda de la ONU juzgó 58 casos y el coste fue de 2.000 millones de dólares. Los tribunales Gacaca juzgaron a cerca de 1 millón de personas implicadas en los asesinatos y el coste fue de 25 millones de dólares. Más o menos.

ruanda5Ruanda ha aplicado con bastante éxito la reconversión de instituciones precoloniales en el actual sistema postcolonial. La recuperación de tradiciones comunales para la administración de la cosa pública, como los programas Ubudehe en los gobiernos locales, por el que los ciudadanos deciden sus prioridades para el presupuesto público en sus comunidades, desarrollando cooperativas de la comunidad, creación de instituciones de propiedad de la comunidad e incrementar la descentralización económica y política. O los contratos de actuación, Imihigo, por el que los ciudadanos mantienen a sus líderes responsables de sus decisiones y actuaciones durante sus mandatos, implicando a los ciudadanos en las decisiones que afectan a sus vidas directamente. Existen alternativas, ideadas y diseñadas por los otros.

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