Domingo de resaca electoral
Es domingo y no tengo vino en la mesa. Salgo de casa hacia la tienda más cercana para comprar uno de esos shiraz sudafricanos que arrasan en las tiendas del gourmet europeos. No detengo mi paso, conozco perfectamente las coordenadas de posición de la sección de vinos en cada tienda de mi barrio. Ahí están, pero algo impide hacerme con una. Una valla metálica cubre toda las botellas. Me dirijo a una de las chicas que reponen lo que me llevo. Sonríe y me recrimina: !es domingo!.
¿Domingo? Sí. El día en que la venta de alcohol en supermercados está penalizada en el país. Los descanso dominicales, días del señor para cristianos de todas las sectas, son los días en que las botellas de alcohol y latas de cerveza descansan en las vitrinas y estanterías de las tiendas sudafricanas. La sala de baile se desplaza a restaurantes y bares. Allí puedo seguir degustando los vinos pinotage y finiquitar mi domingo con un ron danzón.
Las palabras del músico nigeriano, Femi Kuti, saltan de mi chistera. “A mi padre le molestaba la hipocresía. Son millones los nigerianos que consumen marihuana, pero luego van a la iglesia y dicen !amén! cuando el predicador exagera los peligros de la hierba.”. Desde los púlpitos dominicales sudafricanos sermonean reprimendas del beber en exceso, mientras fieles resignados miran el reloj. La hora de salida está cerca.
Me cruzo con ellos a la salida de misa. En sus bocas sigue resonando la palabra señor. Las iglesias protestantes de tiempos coloniales siguen perpetuando la tradición de albergar espacios en sus propiedades donde los feligreses socializan y beben. Observo sus lingotazos de cerveza mientras reavivan las brasas de la barbacoa dominical. ¿Debería pedirles que me vendieran algunas de esas latas de cerveza? Es domingo, sí, pero estoy en terreno santo y el cura tienta una.
Las iglesias cierran el chiringuito y dejan que otros hagan los labores de suministro del pecaminoso líquido. Es domingo. “Es la mentalidad colonial, el nativo decía lo que el administrador quería oír y luego hacía lo que quería. Y ahora se ha convertido en un vicio nacional.”. Femi Kuti sigue resonando. Un vicio nacional que desencadena la prohibición administrativa de la venta de alcohol en días de fiesta oficial.
Es otoño. La lluvia ha dejado de caer y las setas religiosas invaden la tierra fértil africana. A pesar de ser alienígenas culturales para sus aborígenes, marcan los pasos a dar en las vidas de los sureños. Uno de los legados de la mentalidad colonial que impregna la psiquis del africano. Los colonizadores abandonaron las armas, rociaron de iglesias la tierra colonizada para seguir infligiendo el espíritu de sumisión tras la retirada colonial.
Y siguen siendo buenos tiempos para las iglesias de todos los credos en tierra africana. Mantienen los centros de evangelizar sin sillas vacías, y almuerzan con gobernantes de todos los colores. Te topas con ellos en los mítines de partido de campañas electorales, convocan manifestaciones para hacer valer sus críticas de todo y por todo. Sus líderes dan ruedas de prensa llenas de periodistas nacionales y foráneos para recriminar a los líderes que abandonan la senda trazada por el señor. Tienen el poder de hacerse escuchar. Y son muchos los que acuden a la llamada de los domingos. Esas maquiavélicas maquinas de legitimación política que bendijeron el horror y aúpan al nuevo vencedor electoral de las elecciones del 7 de mayo, el joven Jacob.
Estamos de resaca electoral y es domingo, me acercaré al chiringuito eclesiástico para conseguir mi copa de shiraz.