Recambio
La hora llegó. Cinco años, dos elecciones nacionales y unas municipales han sido necesarios para finiquitar la presidencia de Jacob Zuma. El partido que gobierna el país, el ANC,desde la instauración de la democracia, ha sentenciado al ostracismo político a uno de los agentes más devastadores de los últimos 30 años. Corrupción, malversación de fondos, nepotismo, amiguismo... una retahíla de -ismos que han dejado devastado, moralmente y económicamente, al país. Jacob Zuma, el hombre que se hacía llamar 'del pueblo'. Un populista que prometió lo que no tenía intención de cumplir. Llegó al poder en el año 2009 de la mano de comunistas y sindicalistas y deja el trono gubernamental para hacer cola en la antesala judicial, que le condenará o le absolverá de todos los delitos perpetrados en su camino al poder. El defensor de la idiosincracia Zulu ha caído en desgracia y democráticamente.
El ANC ha vuelto a ofrecer esperanza al país. El año se inauguró con nuevos líderes en el partido que reivindicaban la vuelta a los valores que convirtieron a este movimiento de liberalización en la fuerza política más importante en el país y en el continente africano. Durante el último congreso nacional del partido, Zuma jugaba al póker y apostaba por imponer a su candidata, su ex-mujer, para mantenerse en la sombra del ejecutivo del partido y del Estado sudafricano. Perdió cualquier posibilidad de obstaculizar los intentos de incriminarle y cortar sus alas en su carrera de expoliación de las arcas públicas en beneficio de los suyos y los Guptas. Sin obstáculos judiciales, sin dolores de cabeza con comisiones de investigación parlamentarias sobre los asuntos de la familia.
Al ANC no le gusta la bicefalia en su estructura piramidal. La co-existencia de un presidente del partido junto a un presidente de la República tenía los días contados desde los inicios de este año. Dos meses fueron necesarios para saltar al vacío y exigir la inmediata dimisión del Presidente de la nación. La recién estrenada ejecutiva del partido ordenaba a Zuma retirarse de la jefatura del país sin paracaídas. Un acto de recambio ejecutivo sin violencia y legal. Sin revueltas partidistas, sin afectar a la maltrecha finanzas del país. Un nuevo presidente fue envestido en el parlamento. Cyril Ramaphosa es el nuevo jefe del país, amado por inversores internacionales, deseado en los corrillos de los barrios de las clases altas sudafricanas. Un hombre que representa el sueño sudafricano. Un sindicalista que alcanzó la fama en el sector de la minería en los años 80. El principal estratega del ANC durante las negociaciones para la transición democrática del país. El hijo deseado de Nelson Mandela, cuyo amor le llevó a creer que podría ser su sucesor tras su salida del gobierno. Un hombre despechado que canalizó su desdicha de destronado sucesor de Madiba en amasar una fortuna que le ha convertido en el segundo hombre más rico del país, detrás de su cuñado Patrice Motsepe.