Persuasión

Más allá de la duda razonable. Pruebas circunstanciales. No premeditación. Fracaso del fiscal en persuadir al tribunal de que Blade Runner es culpable de asesinato premeditado. Rebobinemos. Razonable, circunstancial, duda. Sentencia: Oscar Pistorius no tenía intención de matar a su novia.
No existe ciencia exacta pero se recurre a ella para convertir suposiciones en verdades inmutables. Expertos científicos pasan a ser los pilares en los que se asientan la justicia emanada de los tribunales. Pruebas circunstanciales, evidencias presentadas: gritos, disparos, sonidos de un bate de cricket. No intención de matar. No existen suficientes hechos para apoyar, más allá de la duda razonable, el asesinato premeditado. El estado ha fracasado y Oscar es inocente de querer matar a su chica.
El significado de las palabras pueden ser equivocas. El fiscal no ha podido probar que Blade Runner estaba cabreado, que sentía una fiebre de ira y el cuerpo le pedía darle una tanda de hostias a su chica, que las palabras a gritos no eran suficiente para bajar la fiebre del atleta, y sin sus prótesis ir a la cazar del ente causante de su estado febril era demasiado esfuerzo, que cogió su pistola, con la recamara llena, y se arrastró al lugar donde se escondía la presa. Sin darle la oportunidad de que se escabullera por la ventana, si atizaba con toda su ira la puerta, disparó cuatro tiros certeros atravesando la puerta de un pequeño cubículo. Bang, Bang, Bang, Bang. La pieza de caza cayó fulminada con la cabeza en el retrato. Putrefacta. En un tribunal de justicia puras conjeturas hasta que se demuestre, más allá de la duda razonable, qué eso es lo que pasó.
Acojonado y sin mis prótesis. Pensé que alguien había entrado por la ventana abierta del lavabo. Alguien quería atacarme. Ese ruido me acojonó y sólo quería defenderme, cogí mi pistola cargada. Me arrastré hasta la puerta del retrete y grité, ¡salir de ahí joder!. Disparé. No tenía intención de matar a nadie, sólo apreté el gatillo por miedo. En un tribunal de justicia esto no son conjeturas. Las únicas personas presentes en la escena eran Oscar y Reeva, ella no puede hablar. Oscar sí y dio su versión de lo que pasó esa mañana. No hubo testigos presenciales, sólo vecinos dilucidando sobre lo qué oyeron o lo qué creyeron oír en esa mañana fatídica para una mujer.
Un juicio es un juego de persuasión. Evidencias, testigos, expertos, hacen sus apuestas sobre la capacidad de persuasión de cada uno de ellos. La jueza escucha, y dirime, con la ley en la mano, qué son o no son meras conjeturas. La jueza recuerda que al acusado no le corresponde convencer a este tribunal de la veracidad de su versión. Si da su versión, aunque esa versión sea improbable, el tribunal no tiene el derecho a condenar, al menos se satisfaga no sólo que la versión es improbable, sino que, más allá de cualquier duda razonable, es falsa.
Por qué el acusado no verificó si la fallecida le había oído antes de ir hacia al lavabo. Por qué la fallecida estaba en el lavabo y a poco metros del acusado, y no se comunicó con el acusado, o llamó a la policía como pidió el acusado. Cosa que la fallecida pudo hacer, independientemente de si estaba en la habitación o en el lavabo, ya que tenía su móvil con ella. Es improbable que la fallecida no oyera los gritos “sal de ahí”, según la versión de Oscar. Por qué el acusado disparó cuatro veces, no una, antes de correr hacia la habitación para buscar a la fallecida. Preguntas en el aire que se hace la jueza Masipa, y cuestiones que permanecen en el mundo de las conjeturas. El fiscal no ha persuadido a la jueza Masipa de la culpabilidad del acusado. Frustración.
El mundo ya había condenado a Oscar Pistorius. La sentencia decepcionó. La jueza Masipa tuvo que leer, al día siguiente de su sentencia, críticas a su condición de mujer y negra como atenuantes de su capacidad a juzgar. La presunción de inocencia se viola sistemáticamente, y nos hemos habituado a seguir juicios mediáticos sin garantías procesales que acaban sentenciando al otro lado del reino del derecho. Blade Runner mató a su chica, y el estado falló en demostrar su intención de matarla.


Fueron mujeres, las primeras en iniciar una campaña de resistencia a la legislación que prohibía el libre movimiento de los africanos en su tierra. En 1913, una marcha de mujeres en la provincia de Free State, suelo de diamantes y De Beers, desafió con coraje una legislación que limitaba la libertad de sus pasos. Esas mujeres se convirtieron en la imagen de la resistencia a la despiadada colonización sudafricana perpetuada por inmigrantes europeos. La pena a su osadía fue el confinamiento en una cárcel, sólo para ellas, para los hostiles con cara de mujer. Kroonstad.
Una conversación con una de esas cinco mujeres abre mi cuarto oscuro de la memoria. Y recuerdo. Recuerdo las cartas escritas llenas de las memorias del dolor infligido por el hombre. Recuerdo la bravura de las mujeres chechenas describiendo la llegada del verdugo y la ejecución del crimen del que es difícil sobrevivir. Recuerdo sus voces de coraje y dignidad golpeando tu ser. Ser hostil a la barbarie es una condena a muerte sin derecho a apelación. Mujeres que se resistieron a ser víctimas para convertirse en el martillo de la justicia. Recuerdo a mujeres recorriendo las aisladas aldeas de Chechenia en busca de los recuerdos que no deben de desaparecer en el olvido. 
Mujer luchadora, una socialista que ha dado batalla al sistema e individuos que infligen dolor e injusticias a las mujeres africanas. La profesora intentó cambiar un modo de pensar con educación, pero pronto le arrebataron lo que más quería. Su compañero, su camarada, su amado derribado en un avión. Llegar a lo alto de la cima y aplicar la revolución fue peligroso, y su marido Samora Machel, Presidente de Mozambique, lo pagó con su vida. 